• 20/12/2020 00:00

Universidad y la Ruta de la Esperanza

Todos los países que han avanzado lo han logrado históricamente gracias al desarrollo del talento humano, el conocimiento, la tecnología y la innovación.

Todos los países que han avanzado lo han logrado históricamente gracias al desarrollo del talento humano, el conocimiento, la tecnología y la innovación. Esta es la misión de las universidades, formar el capital humano, investigar para crear y difundir el conocimiento; generar e impulsar el uso de las tecnologías e innovar para el cambio económico, social y cultural.

La pandemia en el 2020 ha desarticulado los planes y proyectos en todas las esferas sociales de los países del mundo. Los sectores vulnerables han sido los más castigados por el rigor impuesto debido al confinamiento, la escasez de alimentos, el desempleo, la carencia de ingresos. Muchos problemas se han exacerbado y tornado más visibles, como la violencia doméstica, la delincuencia, los homicidios, el estrés y la falta de solidaridad. En educación, son notorias las dificultades que ha tenido la población para aprender. Muchos estudiantes han permanecido fuera del sistema escolar y otros con aprendizajes insuficientes, en razón de las carencias de las herramientas tecnológicas y la conectividad indispensable en sus hogares y escuelas.

Las universidades del país han realizado sus mejores esfuerzos por mantener aprendiendo a sus estudiantes, empleando los recursos de la educación a distancia, especialmente las tecnologías de la virtualidad. Ello ha significado un cambio, casi radical, al pasar, en menos de cuatro semanas, de una modalidad fundamentalmente presencial (atención personal y directa de docentes a estudiantes en un aula de clases) a una formación gestionada mediante plataformas digitales (videoconferencias, correos electrónicos, WhatsApp, páginas web, celulares, computadoras, laptops, tabletas, IPad, televisión, radio) y otros recursos contemporáneos.

Las inteligencias de la sociedad se concentran mayoritariamente en las universidades (docentes, investigadores, estudiantes, especialistas). Llama la atención que, frente a la crisis que se vive, las universidades no son convocadas o no han participado vertebradamente, para poner ese talento al servicio del sector salud, educativo, productivo, social y cultural.

Por diversos motivos esta relación universidad - sociedad- Estado, en el caso de Panamá, es aún débil e incipiente. Las vinculaciones y alianzas con las instituciones gubernamentales, empresariales y la sociedad civil, requieren reforzarse y estimularse en el marco de una política de Estado que permita una mayor cohesión social del capital científico, humanístico y tecnológico de las universidades al servicio de la atención de problemas y necesidades que tiene la población en toda la geografía nacional.

Nunca es tarde para intentarlo. Nos encontramos en un momento único de la historia, en el que muchos paradigmas tradicionales pierden vigencia y otros nuevos toman su lugar. A partir de este momento la incertidumbre, el caos y la volatilidad parecen ser los signos que caracterizan el futuro. Las universidades están llamadas a responder a este nuevo escenario con audacia, compromiso nacional, imaginación y mucha flexibilidad.

Un paso importante es contribuir a la articulación del sistema educativo, garantizando que cada nivel y ciclo escolar estén debidamente conectados e integrados, desde el preescolar, la primaria, la premedia, la media y el tercer nivel, hasta la universidad. Asegurar la calidad y la equidad educativa, debe convertirse también en un objetivo de las universidades.

Sumar capacidades para una educación a lo largo de la vida, es parte de esa compleja tarea, creando las interfaces entre modalidades y tipos de educación formal y no formal, períodos de aprendizaje en el trabajo, educación a distancia (virtual, semipresencial, híbrida), certificaciones de competencias, formación en ciencias, humanidades, profesional y técnica, pedagogía, entre otras.

La vinculación de las universidades a su entorno tiene múltiples implicaciones de doble vía. Por ejemplo, el diálogo de saberes, apoyos científicos a problemas concretos, difusión cultural, mejor conocimiento de las necesidades y demandas de formación de capacidades humanas, uso de escenarios de práctica universitaria y profesional, contextualización de las ofertas académicas, resolver problemas de las poblaciones en vulnerabilidad. A todo ello se suma la difusión de los valores de solidaridad, el trabajo, la responsabilidad, la participación, la amistad, la libertad y la democracia, el respeto y valoración de las mujeres, el trabajo en equipo, la inclusión, la atención a la diversidad y la interculturalidad.

Hacia adentro, las instituciones universitarias están obligadas a repensarse, a reflexionar sobre sus estructuras y funcionamiento para cumplir con la misión que la sociedad, el Estado, la región y el mundo les han asignado. Definir por consenso la visión clara que alumbrará el porvenir de la institución y su plan estratégico que lo hace posible, es una tarea inaplazable y de relevancia política en estas organizaciones. En estos instrumentos debe quedar identificada la creación de mecanismos eficientes para asegurar una vinculación eficaz al entorno gubernamental, no gubernamental, internacional y comunitario. El modelo curricular que se adopte debe orientar sobre las competencias que se desean lograr en los estudiantes, manteniendo el necesario equilibrio entre el ser, el conocer y el hacer. La incorporación de docentes especializados, motivados por seguir aprendiendo y con interés en la interacción con los alumnos, es parte también de este reto.

A partir de ahora y hacia el futuro, la revolución tecnológica impregnará todas las actividades de las universidades. Por ello, una condición indispensable será contar con las plataformas, herramientas tecnológicas y los especialistas para su administración y aseguramiento de los procesos y los resultados exitosos de estas instituciones. Con la pandemia también llegó la oportunidad de las universidades de renovarse y reinventarse, para avanzar en la ruta de la esperanza en los nuevos tiempos que permitan construir juntos una sociedad más justa y sostenible.

Docente universitario.
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