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- 22/01/2021 00:00
CSS: explicarlo es sencillo
Recientemente me llamó un amigo desde el interior de los ámbitos técnicos de aquella institución y me reclamó: “¿Por qué no escribes sobre el tema del Seguro Social? Tú has escrito mucho sobre eso y no puedes abandonar esa contienda explicativa arrellanándote en tu condición de jubilado”. “Es cierto”, reflexioné, aunque no he escrito aludiendo específicamente sobre las distintas propuestas, me he dedicado a escribir sobre esos temas para que se conozca en propiedad qué es lo que se alberga dentro del concepto de Seguridad Social. En ese sentido recuerdo haber publicado libros sobre aquel asunto tales como: “Atención médica y corrientes de reforma”; “Conceptos y retos de la Seguridad Social”; “El marco ecosocial de la salud”, para mencionar los libros, además de los temas expresados en forma de artículos en este mismo órgano de prensa en que lee usted este artículo. “Bien”, le contesté al amigo, y me dije, es cierto he publicado para que esos argumentos sirvan de herramienta a quienes deben tenerlas para la defensa de los intereses sociales del trabajo; en tal sentido he trasmitido estos conceptos en las diferentes charlas a que he sido invitado en organizaciones sindicales; pero eso… ¿para qué sirve, si la gente siente aversión a las conceptualizaciones? Bien, entonces para ser más claro, este artículo de hoy ha de ser muy claro y conciso y he de ser premiado por la brevedad, si algún premio se merece mi laconismo.
El mensaje se reduce a un solo aforismo y este es: “Un seguro social no quiebra nunca”. Toda vez que el sistema de Seguridad Social es un espejo de la forma de trabajo de una sociedad determinada, los seguros sociales de cada nación pueden ser más o menos ricos, pero nunca menos que lo que corresponde al valor productivo de cada país; es decir, pueden ser más o menos sustanciosos el retiro y los beneficios de salida de acuerdo con el nivel de riqueza y bienestar de una determinada sociedad.
Cuando una entidad de seguridad social enfrenta problemas, no es el concepto el que se quiebra, sino el estilo administrativo. En nuestras sociedades del tipo Alí Baba y sus cuarenta ladrones se echa a correr la bola de las dificultades financieras de los Seguros Sociales. Y ¿cómo no las ha de tener?, si, además del desgreño administrativo sucesivo, existe una llave de cerrojo que no permite que el Seguro Social haga inversiones rentables y solo le autoriza invertir sus fondos en sociedades administrativas que sí usan esos dineros en inversiones rentables sean ellas productivas o especulativas, pero siempre en otras manos y otros países. No por algo en todos los países se denigran los seguros sociales y luego los que les criticaron los toman en sus manos para hacer ellos las inversiones que no hace la entidad pública.
Imagine el lector que la ley permitiera al Seguro Social hacer inversiones rentables y normara la obligatoriedad de aceptar la coinversión del Seguro Social en actividades económicas estratégicas que a su vez generarán más empleos y más cotizantes. Por ejemplo, la actividad canalera expandida podría haber obtenido préstamos de la seguridad social y no buscarlos en otros lares; la actividad de transporte ferroviario metropolitano urbano e interurbano; la generación eléctrica, la actividad portuaria, los préstamos de segundo piso para favorecer la actividad agrícola, etc. ¿Que no es costumbre? Bien, imagine el lector que cuando la empresa privada se apropie de los fondos de pensiones va a hacer eso mismo, pero en su propio beneficio.
En un país como el nuestro que se ufana de sus indicadores macroeconómicos no es descabellado que un seguro social autogestionado se transforme en un protagonista social y cuasi estatal de la economía, logrando que sus dividendos se reviertan sobre el mejoramiento sostenido de sus asegurados, constituyéndose en un actor de la expansión del empleo y del consumo. ¿Qué le parece?, amable lector.