• 28/01/2021 00:00

Penurias del ciudadano de la tercera edad

“La enfermedad como tal beneficia a muchos, menos al enfermo y su familia por supuesto, y la prevención es quizás evaluada como una “mala práctica”.”

A diferencia de países como el Japón, China y otros, el individuo en Panamá, que llega a la vejez, no es atendido integralmente, como se debe hacer, sustentado como un acto de humanidad, agradecimiento y reconocimiento.

Espero sea una minoría, la no bien atendida.

Son notorias las penurias que sufre el paciente de tercera edad o anciano.

Sometidos en ocasiones a acosos psicológicos, abusos económicos y maltrato físico que inclusive han llegado al homicidio.

Es el resultado de una sociedad en descomposición gradual desde hace décadas.

Su solución es muy compleja.

La sociedad al respecto solo teoriza.

Se crean instituciones públicas, como autoridades o secretarías, que cada día fragmentan la familia. Hay de la mujer, del niño, etc. Su impacto es realmente poco visible, pues el cambio debe ser estructural.

Entendemos que cada grupo etario y género padecen de ciertas enfermedades sociales, mentales y físicas, pero la visión y soluciones exigen un pensamiento sistémico y no fragmentado.

Creamos más burocracia.

La familia es la familia. Ya sea nuclear o extendida.

Dentro de estas situaciones, observamos, en pleno siglo 21, que los jubilados de educación, cada cierto tiempo, deben testificar que “están vivos” (fe de vida). Ello exige la mayor parte de las veces su presencia física en el Ministerio de Educación.

Algunos con serias limitaciones de salud.

Creo que, con los avances en la tecnología y coordinaciones entre instituciones, como el Tribunal Electoral, Autoridad de Innovación y el Meduca, se puede solventar este problema, como ocurrió ya hace años en la Caja de Seguro Social.

En esta pandemia, es arriesgar a un grupo de edad muy vulnerable a la COVID-19 y exponerlo a otros percances.

Ojalá se supere esto. Creo que en materia de retirar talonarios se está avanzado.

También reconozco que personajes deshonestos han cobrado dineros pertenecientes a familiares fallecidos. Sin duda, producto de subsistemas de corrupción.

Una coordinación interinstitucional podría también solucionar esta vergonzosa situación.

Observo una no protección en los seguros de hospitalización o salud privados en pacientes que hoy alcanzan ya la tercera edad y quizás llevan años pagando sus primas, ante el descalabro de nuestro sistema de salud pública.

Si tuviésemos sistemas de salud como Suiza, Noruega, Alemania, etc., estamos convencidos de que la mayoría pagaría con gustos sus cuotas, pues redundan en claros beneficios.

Entendemos muy bien que las compañías de seguro y proveedores se manejan dentro del concepto de que la salud es un negocio y como tal se buscan ganancias.

Sin embargo, el pensionado o jubilado, cuyo ingreso mensual (pensión o jubilación) tiene un tope, se ve expuesto a aumentos de primas que le obligan a retirarse y exponerse a un sistema público deteriorado.

Pueden existir mecanismos para lograr un mayor equilibrio en este escenario, pues resulta injusto que después de años de pago de primas y quizás con usos muy limitados de sus beneficios, tienen que retirarse.

Que nuestro sistema de salud pública mejore, si se logra, tomará décadas Hay una suma de imperfecciones a través de muchos años que lo llevan al estado actual.

Tengo la esperanza de que se produzca una iniciativa legislativa muy equilibrada en esta materia.

Debe incentivarse al que, cuidando su salud, es usuario responsable de estos beneficios.

Se lo que significa el riesgo moral y la selección adversa, criticada hace años, inclusive por instituciones financieras internacionales.

La enfermedad como tal beneficia a muchos, menos al enfermo y su familia por supuesto, y la prevención es quizás evaluada como una “mala práctica”.

Ojalá haya soluciones a estos dos aspectos de los muchos que atraviesa el paciente de tercera edad.

Médico internista.
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