• 15/04/2021 00:00

Elecciones en la UP: modelo a escala del clientelismo

“[…] aparte de que la (UP) sigue sumergida en un estado “catatónico” de malas prácticas, Flores incumplió una de sus principales promesas: el no creer en la reelección”

El próximo mes de junio se llevarán a cabo nuevas elecciones para escoger al rector y otras autoridades internas, solo que esta vez la particularidad está en que la misma se llevará a cabo en un ambiente de crisis sanitaria, producida por la pandemia de la COVID-19.

En ocasiones anteriores a la pandemia, visitar la Universidad de Panamá, en medio del sufragio interno, era muy similar a estar inmerso en el clima de elecciones presidenciales en nuestro país. Paredes impregnadas de propaganda, donde se expresa la “bondad” o carácter especial del candidato, repartidera de “souvenirs” (gorras, camisetas, llaveros, etc.) que te mostraban subliminalmente cómo se expresaba el poder de convencimiento de tal candidato sobre todo a la Rectoría. Nunca me ha quedado claro de dónde provenían los recursos para dichas campañas o si había patrocinadores extramuros de la primera casa de estudios, lo que sí era palpable era el gran dispendio en propaganda.

La proporción de los votos para escoger al rector es bastante desigual. Existe un porcentaje especial de mayoría para los profesores (50 %) y el resto queda repartido entre administrativos y estudiantes.

El proceso de ascenso para los docentes en la Universidad de Panamá es bastante complicado, puesto que existen diversas categorías que tienen mucho que ver con el tiempo en que has laborado y otros méritos profesionales. En dicho camino de ascenso, impera la política del “serrucho” y la “mala fe”, puesto que muchos se cuidan de darte información, si eres “novato”, para acceder a ciertos puntajes.

Los directores de escuelas, decanos y coordinadores de especialidades tienen sus pequeños “círculos ceros”, que son a los que ellos les transmiten ciertas cosas en “secreto”, que tiene mucho que ver con participación en eventos y estudios que dan puntaje. Si eres nuevo en este mundo “de fieras”, y no estás en “gracia” con el decano o el rector, nunca serás nombrado en un puesto de jerarquía, aunque tu capacidad académica sea encomiable.

Me ha tocado ver, en “redes sociales”, videos de funcionarios y profesores celebrando cumpleaños de sus jefes con tal nivel de “lambonería”, que no solo golpea la dignidad de una persona con cierta formación, sino que también hacen estallar las agujas de todos los “arrastrómetros” conocidos.

De todos es conocido que los candidatos a rector responden a una línea de partido. No se publica este tipo de información, pero es “vox populi” que hay candidatos ungidos por el presidente de la República y por el partido que se encuentra en el poder.

Los grupos estudiantiles descoloridos en su ideología o formación profesional apoyarán a quienes les brinden prebendas o les ofrezcan espacios de negocios, para maniobrar en una espiral de “rebusca”, solo superada por las llamadas “periferias” de los partidos políticos.

La producción científica y académica se ha visto lastrada por décadas de politiquería y de “promesas de campaña”, que, al final de cuentas, muchas son mentiras. Nombrar a los menos aptos en puestos claves se ha convertido en una especie de “subcultura” dentro de la Universidad de Panamá, en la cual lo más importante es la fidelidad a las autoridades, más no el perfil de producción profesional.

En las pasadas elecciones donde ganó Eduardo Flores y donde muchos pensamos que habría un nuevo rumbo en la forma de gestionar la vida universitaria, me tocó mirar la extensa hoja de vida de este candidato, donde solo faltó mencionar que fue un experto tirador con “biombos” en su etapa de niñez.

El día de las elecciones me topé con un viejo conocido y profesor catedrático de la Facultad de Ciencias Naturales, quien me dijo, en uno de los pasillos, en un encuentro muy fugaz: “No creas que Flores va a cambiar algo, él es más de lo mismo”. El tiempo le daría la razón, puesto que aparte de que la Universidad de Panamá sigue sumergida en un estado “catatónico” de malas prácticas, Flores incumplió una de sus principales promesas: el no creer en la reelección.

Sociólogo y docente panameño.
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