- 25/04/2021 00:00
El erotismo en la obra de la venezolana Carolina Fonseca
En la historia de prácticamente todas las literaturas nacionales suele haber autores nacidos en otros sitios, quienes se quedaron e hicieron su obra en el país de llegada y ahí la publicaron. En Panamá están, por ejemplo, José de Jesús Martínez (Nicaragua) y Renato Ozores (España), quizá los casos más significativos del siglo pasado, ambos de notoria calidad literaria: el primero como poeta y dramaturgo; el segundo como novelista, cuentista y dramaturgo.
En los últimos 20 años en nuestro país ha ocurrido fundamentalmente con autores venezolanos (Carolina Fonseca, Joel Bracho Ghersi, Vicente Emilio Lira, Yoselin Goncalves, entre otros); mexicanos (Silvia Fernández-Risco y Yolanda Ríos Vda. de Moreno); uruguayos (Alondra Badano y Marco Ponce Adroher), argentinos (Juan Carlos Ansín y María Laura De Piano) y los españoles (Piedad Álvarez Maestre, Francisco Moreno Mejías y Álvaro Valderas). Si bien algunos terminan nacionalizándose panameños, otros no; pero igual siguen escribiendo y publicando en nuestro país, y en esa medida aportando su talento a la creatividad literaria universal, de la cual los panameños sensibles nos beneficiamos.
El caso de las producción literaria de la venezolana Carolina Fonseca tiene características especiales que me gustaría reseñar brevemente. Fundamentalmente es cuentista, pero además ha sido editora y preparado antologías internacionales importantes desde Panamá. Llegada en 2011, ha publicado cuatro libros de cuentos en los que su sensibilidad se pone de manifiesto mediante su capacidad narrativa, poder de síntesis, y densidad conceptual, que ágilmente se funden y se confunden para producir historias de gran interés literario y humano.
Probablemente es la escritora que, en nuestro medio, en varios de sus más fascinantes cuentos, mejor aborda la sexualidad y diversas aristas del erotismo más gratificante desde diversos matices, a través de imágenes osadas, sugerentes, desenfadadas, sin romper la armonía del texto, su integralidad, ni su tónica artística. Con una gran libertad, Carolina Fonseca va creando situaciones en las que sus personajes expresan una mezcla de irrenunciable sensualidad y fantasía desinhibida, sobre todo desde el punto de vista de la naturaleza profunda de la mujer.
Sus párrafos suelen ser largos como una manera de expresar la intensidad de sensaciones y sentimientos, el flujo a ratos borbotónico de las emociones. A manera de monólogos interiores, sus personajes femeninos van tramando sus estrategias, anticipando sus goces, dándoles un sentido incluso antes de que sucedan. Su lenguaje fluye, metaforiza, hace poesía con el magma siempre dispuesto de la intimidad. Logra un control perfecto de sus ritmos, cadencias y sugerencias que, al articularse con la sensibilidad del lector, permiten descifrar su admirable densidad y sentido último. Sus personajes resultan memorables debido a su forma personalísima de asumir sus sueños y sus culpas, redimiéndose. Cuentos como “La pizarra”, “En buenas manos”, “Y qué más puede hacer” y “Miopía”, son, para mi gusto, de sus narraciones eróticas más memorables.
También lo son, por otras razones, “Esos brotes verdes en la tierra”, “Catalina Pónor”, “Cosas de barcos”, “Del otro lado”, “El río”, “Alba”, “Peces”, “La casa de la calle 5”, “Vuelo 345”, entre otros. Conocedora a fondo de la naturaleza, de las flores, de las costumbres del campo, sabe recrear experiencias de tal forma que quien no las haya vivido antes en la realidad verdadera las vive en la lectura mediante los aciertos de su ficción. Y por otra parte, no pocas de dichas ficciones -minicuentos algunas- consiguen una maravillosa empatía con sus personajes solitarios, desvalidos o prestos a no renunciar a las migajas de sus vidas. Una suerte de sicología profunda del otro, artísticamente desentrañada.
Sin duda, una autora que hay que leer.
Nacida en Caracas, Venezuela, el 12 de marzo de 1963, obtiene el título de Abogado en la Universidad Católica Andrés Bello. Egresada del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá, tiene una Maestría en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona. Aparece en varias antologías de cuento. Tiene un libro de cuentos compartido con Dimitrios Gianareas: Dos voces 30 cuentos (2013). Ha publicado dos libros de cuentos: a veces sucede (UTP, 2014) e Impulsos indómitos a plena luz del día (Uruk Editores, Costa Rica, 2017). Comparte un libro de minicuentos con Enrique Jaramillo Levi: Cuentos compactos (Indeleble Editores, Guatemala, 2015).
Además, es responsable, junto con la escritora mexicana Mónica Lavín, de la antología binacional Escenarios y provocaciones. Mujeres cuentistas de Panamá y México: 1980-2014 (Foro/taller Sagitario Ediciones, 2014; UNAM, México, 2015), así como con Joel Bracho Ghersi de Resonancias. Cuentos breves de Panamá y Venezuela (Panamá, 2016). Coordinadora de Basta. 100 mujeres contra la violencia de género (Panamá 2017), forma parte de la antología Evidencias. 6 cuentistas venezolanos residentes en Panamá (Panamá, 2019). Fue socia fundadora en 2013 de Foro/taller Sagitario Ediciones, junto con Enrique Jaramillo Levi.