• 07/07/2021 00:00

La medida de la justicia

“La “mora judicial”, en casos civiles y penales, se ha convertido en un eufemismo para calificar la desidia que promueve el sistema”

Los abogados panameños, penalistas o no, al igual que la judicatura de nuestro sistema judicial, utilizan como su medida de la justicia la presunción de la inocencia del acusado, base fundamental de todas sus acciones. Esta correspondencia de la justicia con lo justo, utilizando la presunción de la inocencia como vara de medir, nos obliga a reflexionar si con esa medida y otras similares ¿verdaderamente se imparte y respeta la justicia?

Para el resto de la humanidad, el ideal “justicia” forma parte de la concepción de lo humano, concepto esencial para nuestro crecimiento común y para generar una identidad personal y nacional. Ser justo es más que un deber, pues ese humanismo lo convierte en una virtud más alta que el deber, que además tiene una función social. Por eso la justicia, como valor ético, es una de las cuatro virtudes cardinales, al ser la relación o equilibrio entre dos cosas en conflicto, ya sean estas entre humanos o por desavenencias ideológicas o de creencias. En ese sentido trascendental, que hace de la justicia un medio que nos une simbólica y metafísicamente, si queremos darle a esta una dimensión superior, más justa y universal que jurídica, entonces normas puramente legales y de estricto derecho, como legalidad, igualdad, derechos humanos, crimen, castigo, etc., deben coexistir con la filosofía y sus múltiples reflexiones sobre cómo vivir mejor.

En Occidente, el origen de la filosofía se fija en Grecia. Así vemos, por ejemplo, que Pitágoras, uno de sus primeros filósofos y precursor también de las matemáticas, profesaba que a partir del número dos se creaban los conflictos, lo que requería una tercera figura para crear un orden social equilibrador. Esta relación matemática pitagórica es la que nos lleva dialécticamente a la justicia como equilibrio entre dos cosas: de la unidad original a la dualidad conflictiva hasta llegar a una tríada equilibrante y justiciera, porque según los pitagóricos los números eran cualitativos más que cuantitativos. Pitágoras expuso este fascinante tema en su “Discurso sagrado”, alegando que los números poseían una geometría sagrada que les daban un valor casi divino; pero aquí nos interesa más la función social del número tres, creador de ese orden social equilibrador antes mencionado.

Dos de mis autores favoritos, don José Ingenieros y don José Ortega y Gasset, aluden a la función social de la virtud, por ser activa y manifestada en el esfuerzo individual por actuar bien, disposición adquirida, no innata, porque conlleva el deseo, la voluntad y esfuerzo personal de hacer el bien por voluntad propia. “Toda moral futura es un producto de esfuerzos individuales”, nos dice José Ingenieros en “El hombre mediocre”, mientras que Ortega y Gasset, en su “Ideas y creencias”, nos advierte sobre sentirnos cómodos conforme a un patrón o a “creer que la vida debe consistir en una acomodación del individuo a ciertas formas oficiales”, lo que nos da otra vara de medir, basada en la función social de la virtud para hacer que la justicia sea más justa y verdadera.

¿Cómo aplica todo esto en Panamá? Aquí, dar seguimiento a una norma preestablecida, como la presunción de la inocencia, o a legalismos regulatorios que terminan en leguleyadas para cometer injusticias, pareciera ser lo que mejor describe las actuaciones de nuestro sistema judicial y de la mayoría de nuestros abogados. Si no, ¿cómo explicar los sonados casos contra expresidentes, diputados y demás funcionarios de alta jerarquía, repletos de “deslealtad procesal” y fallos amañados? La “mora judicial”, en casos civiles y penales, se ha convertido en un eufemismo para calificar la desidia que promueve el sistema. Simplemente, no existe ética judicial, pues para concebir la justicia en su justa dimensión se requiere cierto nivel ético y la voluntad para hacer el bien. El papel que le hemos dado a la justicia en Panamá es, ni más ni menos, el de angustias y miserias.

Ciudadano
Lo Nuevo
comments powered by Disqus