La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 18/07/2021 00:00
¿Soberanía, 'guat'?
Los panameños sufrimos de muchas cosas. Somos víctimas de las envidias de muchos países de la región y más allá por nuestra privilegiada posición. Nuestra posición y nuestra geografía fueron notables desde el inicio de nuestra historia moderna para países más poderosos, económicamente hablando, que dedicaron sus esfuerzos para hacerse con una parte importante de lo que vieron con luces largas entonces, y que se volvió nuestra realidad: una nación compacta con entradas económicas fijas importantes, como resultado del paso de todos los productos que mueve la economía mundial. Un paso de casi 80 kilómetros nos vuelve diferentes a nuestros vecinos.
Por ello, no faltan conspiraciones para desvirtuar las capacidades de servicio y los beneficios que otorga nuestra más importante empresa, el Canal de Panamá. Nos son familiares los infames “Papeles de Panamá”, que bien debieron llamarse como la empresa que los produjo, no como un país entero.
Más recientemente, el atasco del Canal de Suez, competencia directa del Canal de Panamá, debió recalcar los riesgos que implican para las naves el paso por ese corte, pero lo notorio en las noticias mundiales fue que el barco causante del problema era abanderado en Panamá.
¿Alguna vez se preguntó, amigo lector, por qué Panamá se mantiene a flote, de manera más o menos estable, mientras el resto de la región sufre crisis enormes?
Definitivamente no es por la gestión de nuestros gobernantes. Ellos, antes que ser parte de la mágica solución, son parte del problema que nos lleva al despeñadero. ¿Por qué entonces el porcentaje de panameños que busca emigrar a otros países es considerablemente tan bajo, con respecto a nuestros vecinos?
Si tuviéramos la oportunidad de conversar con un residente de cualquiera de nuestros vecinos centro y suramericanos, nos daríamos cuenta de que todos piensan que en Panamá se vive muy bien, con respecto a sus países de origen. Ni pensar qué opinión tendrían de Panamá en Las Antillas, tan terriblemente afectadas ahora mismo, tanto por desastres naturales, como por desastres políticos.
¡Ah, pero eso no es acá!... ¿está usted seguro, amigo lector?
Si algo debemos tener claro a estas alturas es que una tormenta, una invasión, o hasta una bomba atómica son menos dañinas para una nación que los problemas de arrastre que generan los malos gobernantes.
¡Ah, pero es que nuestra soberanía…!, así saltará más de uno a refutar el comentario anterior.
Yo les preguntaría, ¿cuál soberanía?
Por definición, soberanía es el “Gobierno propio de un pueblo o nación en oposición al Gobierno impuesto por otro pueblo o nación”. También, “autoridad en la que reside el poder político”. ¡Ajá!
No estamos en guerra con otra nación, por lo que la primera definición no aplica. Considerando que en un mundo globalizado los países no buscan diferenciación, sino similitudes para facilitar el flujo de bienes económicos, la globalización invalida el primer significado expuesto aquí.
Queda entonces la segunda definición como la única vigente. El poder político. ¿Qué tal nos va con eso?
La historia es el paso del ayer al hoy, de manera exitosa o completamente fallida, como resultado de la visión de aquellos que tomaron acción en los momentos decisivos de cambio, para bien o para mal. La historia no se escribe en las redes sociales.
Quizás de lo que más sufrimos los panameños es de una muy corta memoria. ¿Cómo puedo ser capaz de compararnos con Cuba? Allá tienen 60 años de estar bajo el desastre castrista. Haciendo unas matemáticas básicas, desde 1968 hasta el 2021 han pasado 53 años. No andamos muy lejos en tiempo ni tampoco en malas gestiones.
Lo único que nos ha mantenido a flote ha sido la ventaja de nuestra posición geográfica, y el Canal de Panamá, mismo que hoy corre mucho riesgo por la gestión soberana de nuestros politicuchos, al colocar “fichas” y abrir espacios de “campamentos de invierno” para sus copartidarios.
Ha quedado claro que desde que los gringos nos devolvieron el Canal, entra más dinero a las arcas del Estado. El problema es que ese dinero no llega a los dueños del “canal de todos”, sino a los que administran la vía, sin otro mérito que el compadrazgo partidista. La palabra nepotismo toma otra dimensión allá adentro.
Sin importar a quién pongan a administrar el Canal, va a generar ganancias, pues los que hacen funcionar esa obra son los colaboradores, pasacables, ingenieros, capitanes, aseadores, etcétera. Ah, pero los “negocios bonitos” sí los planean en las juntas directivas.
En vez de tomar ventaja del Canal, los soberanos políticos se aseguran de que sigamos atrasados y atados de manos con respecto a la industria portuaria, cediendo el monopolio de ambos accesos marinos a sus amigos, para beneficio de una empresa, y de Dios sabe quién más, pero no del país.
Eso hacen 53 años de mala memoria. Eso nos coloca cerca de Cuba y de Venezuela, pues la línea que nos llevan a caminar estos miopes con poder es demasiado delgada, y al paso que vamos, nuestra solución mágica va perdiendo poderes colectivos, ante la gula de aquellos para quienes Panamá es su potrero privado y soberano.
Ya nos han metido soberanamente hasta narcotraficantes en la Asamblea, pero nadie dice quiénes son. ¿Aún no entendemos por qué es tan importante saber elegir? Venezuela tenía oro y petróleo, y ahora buscan en la basura para comer. ¿Acaso debemos llegar a eso?
¿Soberanía, “guat”?
Constituyente para eliminar los cánceres políticos, antes que nos eliminen ellos a nosotros.
Dios nos guíe.