• 03/08/2021 00:00

La OEA, entre la democracia y el totalitarismo

“Los Gobiernos totalitarios no pueden exigirle al mundo la desaparición de una organización internacional […], si estos Gobiernos niegan la libertad al pueblo mismo […]”

Considero que el deber de todo filósofo es ciertamente interpretar el mundo o la época en que vive, exponer el “zeitgeist”, o el espíritu del tiempo.

¿Por qué considero que es relevante realizar este “tour de forcé” sobre el proceso histórico de nuestros pueblos latinoamericanos? Por las situaciones de represión de las libertades de estos pueblos hermanos, con los cuales compartimos toda nuestra cultura e historia.

George Orwell (1903-1950, Londres) escribió en 1944: “La historia la escriben los vencedores”. Es decir, quienes tienen el poder tras la victoria, en cualquier tipo de conflicto, dan su versión de los hechos, motivaciones, causas y consecuencias, siempre dentro de un relato beneficioso a sí mismo.

La versión de injusticia, de violación a las leyes internacionales, de la soberanía de los pueblos, está esgrimida por quienes, precisamente, no les importa la opinión ni la situación existencial de las personas que conforman sus propias sociedades.

Para la actualidad del mundo del siglo XXI, ciertamente, este un problema, porque quienes ostentan el poder tratan de mantenerse en él y, por ende, son “esos vencedores” que cuentan su propia historia, sus propios intereses, en donde el derecho está erradicado y se gobierna bajo premisas ideológicas y no con la voluntad de “nosotros, el pueblo”.

De ahí que llame la atención que, últimamente, se han alzado voces para solicitar que la Organización de los Estados Americanos (OEA) deje de existir.

Por una parte, se dice que la misma solo obedece a la nación más poderosa; y, por otro lado, los regímenes dictatoriales y absolutistas, de nuestra América Latina, quieren seguir en su despotismo, sin la censura, sin la crítica de ningún otro Gobierno. Es más, desean hacer los negocios sin brindar seguridad jurídica y sin la existencia de los pares de las empresas y compañías que se dedican a diversos rubros de la economía, en todos los sectores.

Debemos dejar en claro que el planteamiento de toda organización internacional debe estar enfocado en los principios básicos de la era de la convivencia pacífica, del respeto a la voluntad de los pueblos, porque los Gobiernos tienen una responsabilidad real y moral con nosotros.

Pero resulta difícil crear una estructura económica, firme y competitiva en países que no tienen respeto por la iniciativa privada y las libertades fundamentales.

De tal manera, el conflicto aquí resulta de que quienes en la práctica y la teoría no permiten la libertad ni la expresión de la voluntad de sus propios pueblos, y quieren que la OEA, aplauda todos sus desmanes.

Vamos a suponer, que algunos países de nuestra región no implementen la democracia, sino otro sistema de Gobierno, está correcto, pero igualmente debe estar sustentado sobre la voluntad popular, la libertad del pueblo a elegir a sus gobernantes a participar en la cosa pública y exigir de sus representante el compromiso de ayudar a las comunidades, de generar bienestar y progreso, que sea accesible a todo el pueblo de ese país, sin necesidad de profesar una religión, un credo político, a por discriminación de sexo, etc. O por participar en un solo partido político.

Esto no sucede en los países totalitarios que no permiten la manifestación de sus pueblos, sino que los reprimen, los tienen empobrecidos y aparte de ello, en su tan mala suerte, no pueden protestar, sino que deben mentirse ellos mismos y al mundo sobre que en sus países la prosperidad y el progreso son innegables.

Los Gobiernos totalitarios no pueden exigirle al mundo la desaparición de una organización internacional (creada en 1948), si estos Gobiernos niegan la libertad al pueblo mismo y lo reprime, ciertamente, no podemos permitirlo.

También se pidió crear una organización que tuviese como modelo la Unión Europea, ello es imposible, porque los países deben ser todos productivos, deben cooperar y no pueden exportar ideología como mercancía ni pobreza como pago. Y, sobre todo, deben ser pueblos libres.

Solicitar la desaparición de la OEA, porque los Gobiernos totalitarios de América desean seguir expoliando a su propios pueblos, para mantenerse en el poder, es ir contra la historia, porque precisamente el inicio de nuestra época, contemporánea bajo “la guía filosófica de la Ilustración”, supuso una ruptura definitiva con los sistemas del antiguo régimen, contra quienes se mantenían en el poder con la excusa del derecho divino; hoy, con la excusa de ideologías fracasadas, esto es regresar a la época del oscurantismo, porque un pueblo sin libertad, no puede sobrevivir.

Por lo tanto, cuando pensemos que es creíble tal petición, propongamos que para hacer este cambio deben dejar el poder los Gobiernos totalitarios y deben respetar la voluntad de sus pueblos, en toda América Latina, de ambos bandos por igual; es decir, derecha e izquierda.

Esta es mi opinión, salud, compatriotas…

Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas.
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