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- 06/08/2021 00:00
Entre el cielo y el suelo
Ya Panamá es un país minero. En Donoso, Colón, al norte de Coclé, opera Cobre Panamá, que no solo es una mina moderna de primer mundo, sino la inversión extranjera de clase mundial más grande en nuestra historia. Hay allí un ecosistema económico impresionante, que normalmente no sería generado por una sola empresa.
Ya llevan casi 7 mil millones invertidos. Los impactos inducidos, directos e indirectos, son vastos: empleos, ingresos para proveedores, aportes a los municipios y reforestación de más de 10 mil hectáreas en varias provincias.
Admiro a los grupos ambientalistas. Específicamente, a los responsables y serios que comparten inquietudes válidas sobre la operación minera en Panamá. Aseguran que hay severas afectaciones ambientales en torno a los proyectos mineros.
¡Bien! Aplaudo la supervisión de los impactos ambientales y los programas de compensación ambiental. Esto debe ser así, no solo con la minería, sino con todas las otras actividades económicas que causen algún tipo de impacto.
Pero no todos los grupos u organizaciones son responsables y sensatos. Algunos realizan un esfuerzo concertado para difundir un relato desinformativo. Hay quienes mienten descaradamente y otros manipulan verdades. Me apena observar que se caracterizan por no tener estudios, formación o experiencia, que les permitan opinar con sustento.
Las aseveraciones que hacen sobre los daños ambientales no son científicas. Deducen y opinan basándose en percepciones, videos que circulan en redes, o a lo que “se lee” o “se escucha” sobre la minería de otro siglo. Buscan denigrar, utilizan datos falseados y hablan como expertos, sobre temas que ignoran.
¿Por qué lo hacen? Porque quieren mantenerse vigentes, impulsar su carrera política, visibilizarse como activistas y ganar notoriedad. Yo quisiera elevar la calidad de la conversación. Realicémosla docentemente. ¿Cómo? De dos maneras: con datos científicos y con experiencias vividas. En primer lugar, comprendamos el rol de la minería en nuestra vida moderna. El confort que disfrutamos sería imposible sin los minerales que nos brinda. No tendríamos utensilios de cocina, autos, aviones, resonancias magnéticas en los hospitales ni tuberías para abastecimiento de agua potable. Faltaría la piedra, arena, cemento y hierro necesarios para construir las casas en que vivimos. No existiría la electricidad, la electrónica y las comunicaciones que sustentan la economía digital. El desarrollo de energías limpias y verdes con vehículos híbridos y eléctricos (mucho menos contaminantes que las tradicionales), tampoco sería posible. En segundo lugar, Cobre Panamá se esfuerza ahora para que gremios, políticos, periodistas, líderes de opinión, ambientalistas y activistas, visiten Donoso y alrededores. Así, tienen contacto directo con sus campamentos, el puerto, la planta eléctrica, el tajo y la molienda. Esa es la manera más efectiva de dar a conocer su gestión, sus planes de mitigación y su compensación ambiental. Por su invitación, recorrí las comunidades vecinas. Me interesó documentarme lo más posible. Vi por mí mismo e increpé a los gerentes a cargo de la operación, sobre temas difíciles, para formarme una opinión balanceada.
Desde el cielo, en helicóptero, pude apreciar una perspectiva integral. Desde el suelo, por cerros escarpados, caminé entre residentes que, gracias al progreso del área, tienen ingresos y mejoran su vida vendiendo culantro, piñas y huevos de patio. Recientemente, el Gobierno nacional anunció la apertura de un período para presentar solicitudes de concesiones mineras metálicas en 25 mil hectáreas entre Coclé y Colón.
Deben asegurarse de que exista el personal capacitado y los recursos necesarios para velar por la buena gestión ambiental. No es aceptable que se escuden en falta de personal y recursos para dicha supervisión. Los países tienen el deber de generar bienestar para su población. Eso se logra explotando sus recursos. Obviamente, la explotación debe cumplir con ser innovadora, sostenible e inclusiva. Y, aunque Panamá ha crecido mucho en los últimos 30 años, la calidad de su desarrollo es mediocre y la desigualdad es vergonzosa.
¿Cómo resolverlo? Diversificando la economía, fomentando polos de desarrollo, fuera del corredor interoceánico canalero. La mina es ese nuevo polo y está transformando positivamente al país.