• 09/08/2021 00:00

¡Protégete de la desinformación y cuida tu vida, panameño!

“Estamos perdiendo la batalla contra la sobreabundancia de información, que incluye, […], intentos deliberados por difundir información errónea para socavar la respuesta de salud pública […]”

En febrero de 2020, en los albores de la pandemia, el director general de la OMS advirtió a la comunidad mundial de la batalla paralela que teníamos que librar para controlar al virus. El Dr. Tedros se refería a la batalla contra la información errónea y la desinformación, subrayando que las noticias falsas se propagan más rápido y más fácilmente que este virus, y son igual de peligrosas.

Hoy en día, luego de más de 200 millones de casos y cerca de cinco (5) millones de defunciones causadas por el SARS-CoV-2 en el planeta, la advertencia del director de la OMS se convirtió en realidad. Estamos perdiendo la batalla contra la sobreabundancia de información, que incluye, en no pocas ocasiones, intentos deliberados por difundir información errónea para socavar la respuesta de salud pública y promover otros intereses de determinados grupos o personas. Por su parte, el virus, cual si fuera un ser vivo, se aprovecha de este comportamiento humano, se fortalece, se transmite con más facilidad, se hace resistente a las defensas que proporcionan las vacunas, y mantiene un incremento sostenido de casos y defunciones.

Panamá no escapa a esta situación epidemiológica, pues, hasta la semana pasada, por la COVID-19, había más de 440 mil casos y cerca de siete mil defunciones en el territorio nacional. Por otro lado, aunque mantenemos un intenso programa de vacunación para protegernos de la enfermedad, apenas el 17 % de la población ha recibido las dos dosis necesarias para tal efecto, cifra muy lejana del 70 % o más que se requerirá para alcanzar la inmunidad colectiva necesaria para controlar la epidemia. Y ahora tendremos que enfrentar la temible variante delta, que es mucho más transmisible y, por lo tanto, con la capacidad de producir más enfermos. Además, con efecto desproporcionado del virus entre las personas no vacunadas, como está ocurriendo ya en muchos países.

Por otro lado, este asunto del gran aumento del volumen de información relacionada con la epidemia no es ajeno a los panameños. Aquí, al igual que en el resto del mundo, no hay día en el que no nos abrumen en las redes disponibles con noticias alarmistas, sobre el comportamiento del virus, los tratamientos y la eficacia de las vacunas. Estas noticias falsas pueden provenir de amigos, grupos de profesionales, medios de comunicación. Todas tienen un denominador común: carecen de fundamento, pero utilizan un lenguaje científico y supuestas citas de estudios irrefutables o comunicados gubernamentales, para convencer de su verdad a los lectores más desprevenidos y promover comportamientos peligrosos que, en no pocas ocasiones, terminan afectando la salud de ellas mismas y de la población.

Esto no puede continuar. Frente a la evolución del virus, no hay espacio para inventar y difundir, sin comprobar su veracidad ni calidad, historias falsas o engañosas. Los panameños tenemos que detener la circulación de la información inexacta sobre todos los aspectos de la enfermedad. Cada vez que alguien pone a circular una noticia falsa y sin fundamento, esta se difunde y asimila muy rápidamente, dando lugar a cambios de comportamiento que pueden llevar a que las personas tomen mayores riesgos. Todo esto hace que la epidemia sea mucho más grave, perjudique a más personas y ponga en peligro el alcance y la sostenibilidad de nuestro sistema de salud.

Para ganarle la batalla a los difusores de información errónea, y, por ende, al virus, la sociedad, instituciones, empresas y Gobierno, todos juntos y coordinados, deben promover la difusión oportuna de información precisa basada en datos científicos y probatorios, dirigida a todas las comunidades, y en particular los grupos de alto riesgo; a la vez que se previene y combate la propagación de información errónea y falsa, respetando siempre la libertad de expresión.

También, como nos recuerda la ONU, hay que hacer un llamado a todas las otras partes interesadas, en particular a los medios de comunicación y las plataformas de las redes sociales que difunden información errónea y falsa, a los investigadores y especialistas en tecnologías que pueden concebir y establecer estrategias y herramientas eficaces para responder a la infodemia, a los líderes de la sociedad civil y a las personalidades influyentes, a que colaboren entre sí, y a que sigan fortaleciendo sus acciones para difundir información precisa y prevenir la difusión de información errónea y falsa.

Para finalizar, cito las palabras del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, refiriéndose al asunto: “La confianza del público en la ciencia y la evidencia es esencial para superar el COVID-19. Por lo tanto, encontrar soluciones a la infodemia es tan vital para evitar enfermedad y muerte, como las medidas de salud pública, como el uso de mascarillas e higiene de manos, para el acceso equitativo a vacunas, tratamientos y diagnósticos. El reto para combatir la desinformación en tiempos de COVID-19 es mostrarles a las personas cómo reconocer y denunciar la información errónea y mejorar su alfabetización mediática; para cambiar el rumbo del tsunami infodémico y salvar vidas”.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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