• 13/09/2021 00:00

Despropósito de la vacunación anti-COVID-19 en adolescentes

“No hay ninguna justificación para uso de emergencia de estos fármacos nuevos en una población que nunca tuvo una emergencia de salud con COVID-19, […]”

La vacuna no impide contagiarse ni impide transmitir el virus. A estas alturas, es una verdad de Perogrullo. Sin embargo, Gobiernos en el mundo insisten en la imposición de vacunación obligatoria en la población, con la excusa de que ello es para proteger a otros. La realidad de Israel, Reino Unido, España y muchos otros países que, luego de alcanzar altos porcentajes de población adulta vacunada, no han dejado de experimentar rebrotes importantes de contagios, en lugar de llevar a las autoridades a reconocer que la vacunación no puede evitar los contagios, ha sido aprovechado por estas para promover que todo el mundo deba vacunarse.

El plan incluye vacunar, también de modo obligatorio, a los adultos jóvenes y adolescentes, para quienes, sabemos también desde hace más de un año, COVID-19 no representa un riesgo importante de salud -la mortalidad real de COVID-19 en menores de 30 años, ha sido demostrado una y otra vez, es menor a la mortalidad que enfrentan estas personas todos los años por enfermedades respiratorias por influenza y resfriado común. El pasado 3 de septiembre, el Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI, siglas en inglés) del Reino Unido emitió informe en que desaconseja la vacunación anti-COVID-19 en la población sana de 12-15 años. Sin embargo, las autoridades sanitarias han mostrado el más absoluto desdén por dicha recomendación y han indicado que procederán de todos modos con la vacunación masiva de las personas en ese grupo etario.

“Hay creciente evidencia robusta de una asociación entre la vacunación con vacunas COVID-19 de ARNm y miocarditis… el cuadro clínico es atípico y la prognosis de mediano y largo plazo (de meses a años), incluyendo la posibilidad de persistencia de daño tisular resultante de la inflamación, es incierta y no ha transcurrido suficiente tiempo de seguimiento”. Por ello, el Comité “es de la opinión de que los beneficios de la vacunación son marginalmente mayores que los daños conocidos, pero reconoce que hay considerable incertidumbre acerca de los daños potenciales. El margen de beneficio, basado primordialmente en una perspectiva de salud, es considerado muy pequeño como para justificar el recomendar un programa universal de vacunación en niños sanos de 12-15 años en este momento. A medida que llegue más data de largo plazo acerca de potenciales reacciones adversas, una mayor certeza podrá permitir una reconsideración de los beneficios y riesgos”. El Comité también reconoce que “hay considerable incertidumbre acerca del impacto de la vacunación en niños y personas jóvenes, en la transmisión en la comunidad. Las estimaciones a partir de modelos varían ampliamente, y el Comité es de la opinión de que cualquier impacto en la transmisión sería relativamente pequeño, dada la baja efectividad de la vacuna contra la infección con la variante delta”.

Allí lo tiene. Para la población joven de 12-15 años, los beneficios no exceden claramente los daños. Los beneficios pueden exceder apenas marginalmente los daños ya conocidos, pero los daños de mediano y largo plazo no se conocen aún, incluyendo la prognosis de largo plazo de las personas que sufren una inflamación cardíaca como consecuencia de la vacunación. Esto lo dice el comité científico asesor del Reino Unido en materia de vacunación e inmunización. El Gobierno británico que, como todos los Gobiernos, lleva año y medio gritando a los cuatro vientos que todo lo que hace con respecto a la COVID-19 es puramente basado en la evidencia científica, ya ha dejado entrever que de todos modos irá adelante con la vacunación masiva de esa población adolescente. Es decir, al diablo con la cautela, al diablo con el principio de no maleficencia.

Ya se habla de que los fabricantes de las vacunas de ARNm esperan pronto la aprobación, por parte del regulador de fármacos en EUA, la FDA, de la autorización de uso de emergencia para uso en población 6-11 años. No hay ninguna justificación para uso de emergencia de estos fármacos nuevos en una población que nunca tuvo una emergencia de salud con COVID-19, porque en ellos esta es una enfermedad que tiene menos riesgos que el resfriado común de todos los años. La seguridad de mediano y largo plazo de estas vacunas no es conocida, pues solo el transcurso del tiempo podrá revelar los efectos adversos de mediano y largo plazo. De nuevo, no lo digo yo, lo dice el comité científico asesor del Reino Unido en materia de vacunas e inmunización.

El mundo ha caído presa del pánico desde hace año y medio, y en río revuelto, ganancia de pescadores. La industria farmacéutica lleva mucho tiempo con buena pesca a costa de la salud de la población, pero lo que están haciendo ahora y lo que están por hacer con los niños, adolescentes y adultos jóvenes, establecerá un nuevo punto bajo, incluso para una industria sistemáticamente corrupta que ya ha demostrado muchas veces estar dispuesta a poner sus beneficios económicos por encima de la salud de la población.

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