• 20/09/2021 00:00

Combatir la corrupción de todos

“La Asamblea Nacional y la clase política son indefendibles en la mayoría de los casos. Pero […]: los males que afectan a los panameños no se dieron de un día para otro ni con la participación de solo ese sector”

El asunto de la concentración de la semana pasada tiene su importancia, pero en realidad, no mucha. Hay que analizar en frío, alejado de las pasiones, de las posiciones “ideológicas” individuales y personales y, de las añoranzas por el pasado.

No creo que las partes deben ofenderse cuando en realidad, cada grupo o sector social, económico, cultural, etc., ven los asuntos de la vida nacional desde posiciones diferentes, eso incluye entender que las motivaciones para ir, o no ir a una concentración en particular, no son universales y es perfectamente natural que eso sea así.

Antes de seguir, los que llevan como trofeo histórico “la lucha contra la dictadura” o haber contribuido con la caída del régimen de Noriega, deben entender que 1985-1989 no es el 2021 y, por otro lado, consumada la invasión de 1989, definida por algunos como “una liberación” y por otros, a quienes me sumo, como un vergonzoso y doloroso capítulo de la historia nacional, los primeros deben hacer un “mea culpa”. Tuvieron todas las oportunidades de sentar las bases para garantizar una democracia fuerte y saludable y no lo hicieron. Los que examinan ese momento con seriedad y honestidad, aceptaran su responsabilidad. Treinta y dos años después, estamos donde estamos por una imperdonable falta de visión.

En todas las épocas, la labor debe ser trabajar para perfeccionar la sociedad. Creo que todos los campos del quehacer deben trabajar con ese único objetivo en mente: solucionar los problemas que nos aquejan a todos, y muy particularmente a los más vulnerables. Cada Gobierno, cada asociación, cada grupo, cada empresa, etc., de alguna manera u otra, en la medida en que busca obtener beneficios específicos para sus acreedores (dinero y riquezas para los que solo piensan en eso), también debe contribuir a sentar las bases para que el conjunto de la humanidad pueda avanzar hacia el futuro con las mismas oportunidades.

Este país, Panamá, está muy lejos de eso. Y si es consuelo para alguien, Latinoamérica en general, también adolece de objetivos concretos para elevar las condiciones socioculturales de sus pueblos. Al igual que aquí, la corrupción corroe los cimientos de nuestras naciones y los que están llamados a liderar los Gobiernos, y las empresas que tienen injerencia en los asuntos de los Estados, operan con muy limitados objetivos, primordialmente las de hacer más ricos a sus representantes.

En julio pasado, BBC Mundo publicó una nota que resumía una publicación de Forbes que citaba un análisis realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, comparando marzo de 2020 con mayo de este año. El mencionado análisis señaló que: “El número de multimillonarios en la región subió de 76 a 107 y el total de la fortuna acumulada por el selecto club escaló de US$284 000 millones a US$480 000 millones. Es decir, en América Latina el número de personas más ricas aumentó 41 % y el patrimonio combinado del selecto club se disparó 69 %”. Eso, mientras la pandemia hacia estragos en los rincones y poblados más necesitados del continente latinoamericano.

El periodista Ian Parker publicó, en febrero de 2020 en el New Yorker, una reseña sobre el autor del “Sapiens”: Yuvel Harrari. Mencionó que en el tablero de la oficina de Harrari cuelga claramente su Misión (“Mission statement”), que traducido se lee: “Mantén tus ojos en la pelota. Enfóquese en los principales problemas globales que enfrenta la humanidad” (…) “Aprende a distinguir la realidad de la ilusión” y “Preocúpate por el sufrimiento”.”.

Deben entender que, en este mundo, para avanzar la causa humana, cada Gobierno tiene el deber de velar por el bien del grupo humano que le ha tocado liderar. Esa es la “pelota”. Sin comprender eso, en 32 años de “democracia”, irresponsablemente dejaron abierta las grietas para que los problemas viejos y los nuevos de la corrupción queden impunes y se multiplicaran.

La Asamblea Nacional y la clase política son indefendibles en la mayoría de los casos. Pero seamos honestos: los males que afectan a los panameños no se dieron de un día para otro ni con la participación de solo ese sector. Sobre esas verdades es que debemos ver cómo comenzamos a romper la “ilusión del progreso”, erradicando la corrupción en todos los sectores y sanar el sufrimiento y la desigualdad de todos los panameños para construir un mejor futuro.

Comunicador social.
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