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- 24/09/2021 00:00
Intereses empresariales y matriz informativa
El escenario nacional es difícil para las grandes mayorías marginadas del país. Una política pública dirigida a reactivar empresas con un costo que cargan los trabajadores, ante la informalidad laboral, bajos salarios y prestaciones sociales mermadas. Una política pública que diezma más la capacidad de compra de los salarios en la medida de un creciente costo de la cesta de alimentos y otros gastos necesarios.
“Luego de la guerra llegaban las hambrunas y mortandades que diezmaban a la población”, literalmente ello sucede en Panamá, hace unos días se reportaba que anualmente mueren en Panamá 50 niños por hambre y otros tanto están desnutridos. No es solo producto de la pandemia, sino, principalmente, de una política pública de exclusión social, de necesidades básicas insatisfechas, que ejecutan los Gobiernos para favorecer al poder económico. En paralelo, el listado de los 25 millonarios de la región, donde aparecen 7 “panameños” y se reclama para Panamá el primer lugar del más acaudalado de Centroamérica y El Caribe (cuya fortuna trasciende los B/. 4347 millones).
Un Panamá que crece de manera concentrada, en pocas actividades y regiones, pero sobre todo en pocas manos. Por ello, estamos entre los países con peor distribución de la riqueza en el mundo, como una de las ciudades más caras, con las menores expectativas empresariales de generar nuevas plazas de empleos.
Empresarios que históricamente han sido cargados, cuya acumulación de capital se ha gestado en sus vínculos con los Gobiernos, tendencia creciente en el neoliberalismo (contratos, negociados, corrupción). Este sector impone una matriz informativa, donde ese pueblo al que expresan odio (aporofobia) debe someterse a la desinformación que generan sus medios de comunicación. Por eso insistimos, ¿dónde está la libertad de expresión en este país? Cuando todo pensamiento distinto es coartado, a pesar de que las frecuencias de comunicación social son públicas. Son quienes no quieren hablar de democracia económica, política ni siquiera electoral.
¿Qué democracia puede haber en un país donde más del 60 % de la población vive en pobreza, donde niños mueren de hambre o por falta de medicamentos básicos en nuestros hospitales, donde más del 40 % de la población que recibe salario no logra cubrir el costo de la canasta de necesidades materiales de vida, donde a la población que acude a las instalaciones de salud se le da cita para el próximo año? Todo ello frente al silencio de Gobierno, partidos políticos, seudoindependientes, que están al servicio del poder económico.
Es este grupo el que “convocó” a marchar por la “democracia”, frente a la discusión del Proyecto Ley 544 de reformas electorales, ahora en una “Comisión”, que ellos mismos conforman (Otro “Yo con Yo”), para luego regresar a la Asamblea Nacional. Como dice Frenadeso “Era la marcha blanca, rabiblanca”, que uso las mismas canciones, consignas, vestuarios y actores (los que siguen vivos o su descendencia) de finales de los ochenta “cruzada civilista”. Sí, los mismos que pidieron la invasión de 1989, los mismos que una vez en el Gobierno impusieron más impuestos, flexibilización laboral, paramétricas en la seguridad social, privatizaciones, recortes presupuestarios en educación y salud, desalojos violentos a pobladores, minería a cielo abierto, derroche energético, alto costo de la vida, etc. Sí, los mismos que una vez y otra han realizados pactos de gobernabilidad contra el pueblo humilde y trabajador, y han establecido alianzas electorales con el PRD.
Lo que debe ser debatido es la necesidad de romper con este sistema de elecciones excluyente, reservado a los partidos burgueses y sus apéndices, que promueve el clientelismo, que no pone límite a las “donaciones” (financiamiento) ni a los espacios televisivos, radiales, etc.
Democracia es más que un proceso electoral en la cual nos han querido sumergir las elites dominantes. En Panamá, no existe una real democracia, no existe democracia participativa. El juego de la democracia se quiere imponer en el marco de los procesos electorales, donde la normativa jurídica pasa a favorecer la partidocracia y el clientelismo electorero.
El miércoles el pueblo se movilizó una vez más, no importo la lluvia, en rechazo a la antidemocracia electorera, por la defensa de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Por el derecho a la vida digna. Claro, sin el despliegue que dieron los medios a la marcha rabiblanca.