• 22/11/2021 00:00

Tercer año de pandemia: ¿qué podemos esperar?

“[...] si mantenemos la disciplina ciudadana, la trazabilidad, las medidas de salud pública, el exitoso programa de vacunación y la capacidad del mejor tratamiento oportuno; la epidemia de COVID-19 tendrá un impacto mucho menor [...]”

En el mundo comenzó ya el tercer año de pandemia y el panorama luce menos incierto y más alentador que cuando comenzamos este recorrido que ha causado millones de casos y defunciones, amén de las enormes pérdidas económicas, y una grave lesión al tejido social y familiar en todos los países.

Para los panameños también ha sido un período de mucho sufrimiento, angustia y desesperación. Hasta la semana pasada habíamos acumulado un total de 475 577 casos de COVID-19 y 7350 muertes por esta enfermedad. Pero también hemos forjado una sólida disciplina ciudadana y administrado 6 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19, alcanzando una cobertura de la población meta, que es a partir de los 12 años, es de 88.9 % con primera dosis y 79.1 % con segunda dosis. El resultado de este esfuerzo es que, por 20 semanas consecutivas mantenemos una clara tendencia a la disminución de los casos y defunciones semanales reportados.

En ese contexto muchos panameños nos preguntamos ¿qué podemos esperar para el 2022? Aunque para nosotros el primer caso fue diagnosticado en marzo de 2020, nunca podremos descartar que el virus ya estaba circulando en el territorio desde diciembre de 2019, por lo que, para fines prácticos, el 2022 marcará también para nosotros el tercer año de pandemia.

La opinión de la comunidad científica es que, en los países más ricos y bien vacunados del mundo, el año tres de la pandemia será mejor que el año dos, y la COVID-19 tendrá un impacto mucho menor en la salud y las actividades cotidianas. Esto es así porque es evidente que, las vacunas han debilitado el vínculo entre casos y muertes en países. No obstante, subrayan, “en los países más pobres, menos vacunados o ambos, los efectos nocivos del virus persistirán y surgirá una disparidad de resultados entre países ricos y pobres. También predicen que los ingresos promedio volverán a sus niveles anteriores a la pandemia en el 90 % de las economías avanzadas, en comparación con solo un tercio de las economías de ingresos bajos y medios.

Este panorama se aplica completamente a nuestro país, donde estamos encaminados a controlar la epidemia, gracias al cumplimiento de la población con las medidas de seguridad personal y colectiva y al desarrollo de un exitoso programa de vacunación, que le llegará muy pronto a todas las personas que están pendientes, tanto de la primera, segunda y ahora, tercera dosis. Es igualmente importante subrayar que nuestras cifras apuntan a que la economía nacional se estabiliza más rápido de lo esperado, y se prevé que para 2022 habrá un crecimiento del 8.2 % del PIB en el istmo. Pero no podemos perder de vista que el nuestro es un país donde prevalece una gran desigualdad, por lo que esos indicadores no benefician a todos por igual.

Por eso precisamente es que, no podemos ignorar, como señala la comunidad científica mundial, que, en nuestro planeta no estaremos todos a salvo hasta que todos no estén vacunados. Aunque el suministro de vacunas aumentó en el último trimestre de 2021, muchos países permanecerán subvacunados durante gran parte de 2022, como resultado de las dificultades de distribución y la vacilación de las vacunas. Esto dará lugar a tasas más altas de muerte y enfermedad y a una recuperación económica más débil.

Por otro lado, sobre este asunto del acceso a las vacunas y tratamientos, es muy probable que las dosis de refuerzo se utilicen más ampliamente en 2022 a medida que los países comprendan cuándo son necesarias, sobre todo en un escenario caracterizado por la aparición de nuevas variantes. En todo caso, las vacunas actuales y las versiones modificadas se utilizarán como refuerzos, mejorando la protección contra las variantes. La vacunación de niños también se expandirá, en algunos países, a niños de tan solo seis meses.

También es muy probable que tengamos nuevos medicamentos antivirales que se pueden tomar en forma de píldora, después del diagnóstico, ayudando a que la COVID-19 sea una enfermedad cada vez más tratable. Pero eso puede conducir a nuevas preocupaciones sobre el acceso desigual y el uso indebido que fomenta cepas resistentes.

Por nuestra parte, si mantenemos la disciplina ciudadana, la trazabilidad, las medidas de salud pública, el exitoso programa de vacunación y la capacidad del mejor tratamiento oportuno; la epidemia de COVID-19 tendrá un impacto mucho menor en la salud y las actividades cotidianas durante el tercer año de pandemia. Para ello deberemos garantizar los recursos financieros suficientes para la compra de oportuna de vacunas y tratamientos y los equipos que hagan falta.

Muy importante será la gestión efectiva y transparente de los procesos relacionados con el control de la epidemia y la promoción, en los foros internacionales, del acceso a las vacunas y tratamientos para todos los habitantes del planeta.

Finalmente, hago votos porque ese esfuerzo sea parte de la transformación necesaria de nuestro sistema de salud y el desarrollo de un nuevo modelo de atención integral de salud basado en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y el abordaje sistemático de los determinantes sociales de la salud y el bienestar.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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