• 14/12/2021 00:00

Libertad y cambio

“El cambio “per se” no significa progreso. Toca revisar cómo quedará la libertad”

¿Conceptos contradictorios? ¿Cuál atrae más amor de la ciudadanía? ¿Son siameses, mellizos o vecinos? ¿Cuál se lleva la medalla de oro? Teóricamente parecen caminar agarrados de la mano, pero en la historia muchas veces observamos a uno sacrificando al otro. Lograr armonía y sincronización de ambos valores, no es tarea fácil y existen corrientes ideológico-políticas que la hacen más difícil. Todos somos conscientes de la necesidad de los cambios, pero todos idolatramos la libertad, o sea, que promover cambios pisoteando la libertad, es algo inaceptable. También lo es escudarse en la libertad para inmovilizar la historia.

¡O avanzamos o soñamos despiertos! El equilibrio es una meta obligatoria para cualquiera que se lance al ruedo político. Es lamentable que la existencia de visiones distintas y muchas veces enfrentadas, respecto de ambos postulados, impida el tacto con los nuevos tiempos y levante elevados muros en perjuicio de aspiraciones propias de los humanos. Vivir sin libertad o te confunde, al interpretar y ejecutar los cambios, o simplemente realizas cambios sin sabor, meros cambalaches, muy populares por la amplitud de sus efectos inmediatos y sobre la vida administrativa diaria, pero que a la larga conforman pesadas cargas o sufridas pesadillas, causantes de que la colectividad lastre los peldaños del desarrollo o lo tire escaleras abajo.

Esta compleja relación conduce a la asunción de reglas que garanticen la vigencia de la libertad y el cambio, tanto en la fuerza de sus contenidos como en su continuidad en el tiempo, y de paso, inmunizarlos contra los vaivenes políticos. Razón suficiente para defender el Estado de derecho y subordinar nuestras protestas a la institucionalidad, que no significa rendirnos ante las autoridades, sino saber sembrar nuestros reparos para que tengan viabilidad y su concreción no se disipe en lágrimas bajo los efectos de ciertos gases. Es casi que connatural a la idiosincrasia humana rechazar el rigor y disciplina de las normas, pero no se conoce sociedad que progrese sin ellas. Es esencial consignar derechos, pero se impone limitar su ejercicio en aras del interés superior del grupo social propiamente tal. De lo contrario, el grupo se descompone y se deterioran las condiciones mínimas para vivir como seres libres.

Las ondas expansivas que suceden a la explosión de cualquiera de estas nociones parecen eternas acompañantes de la evolución de la raza humana, aferradas a su devenir histórico, de forma tal que el desarrollo democrático de una sociedad siempre nos enfrenta a la resbaladiza búsqueda del punto medio, aquel centro en política que múltiples veces agoniza por efecto de las pasiones creadas inconscientemente o como consecuencia de estrategias bien definidas y ocultas. Por esta razón, es imperativo encarar con responsabilidad el reto generado en dicha relación y no dejarse llevar por los encantos de los discursos impetuosos ni las seductoras promesas.

El cambio “per se” no significa progreso. Toca revisar cómo quedará la libertad. Es de desear que el pueblo chileno sepa realizar el balance exigido este 19 de diciembre en la segunda vuelta. Panamá no tiene que pasar por este período de “ajustes” cuando nos compete definirnos al respecto. Ninguna opción ha sido exacerbada en nuestro país al punto de provocar su cruel confrontación, por lo que se impone ser muy cautelosos al alimentar ambos imperativos. Seriedad y responsabilidad en nuestras críticas para 2022.

Abogado, embajador de Panamá en Chile.
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