• 21/12/2021 00:00

¿Medios corruptos?, ¿existen o no?

“Al igual que ocurría con […] Cable & Wireless, el gran anunciante ahora era First Quantum Minerals, […]. La muralla es más alta, sólida e impenetrable. ¿Dónde está el derecho de la sociedad a ser bien informada?”

José Ramón Icaza, presidente de la Cámara de Comercio, dijo que se debía denunciar y castigar la corrupción. Lo felicité por sus propósitos, señalándole que en esa tarea los medios de comunicación debían jugar un papel más decisivo y vertical, algo que lamentablemente no sucedía.

Estando en Washington -ya no era embajador-, acudí a sesión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, solicitada por la Sociedad Interamericana de Prensa, sobre la libertad de prensa en el continente. Vi entre los denunciantes a Lourdes de Obaldía, a la sazón directora de La Prensa. ¿Por qué mi sorpresa? En esos mismos días el mencionado diario había ignorado la millonaria denuncia que había presentado yo en el MEF contra Cable & Wireless, de la que Panamá es dueño del 49 %, por situaciones irregulares dadas allí durante el Gobierno de Martinelli, que afectaban sustancialmente sus gastos, disminuyendo los dividendos del país. Comprendí que ese diario y otros no podían publicar noticias en contra de sus grandes anunciantes. Hipócritamente pedían en Washington libertad de prensa para otros, pero, por intereses, no la aplicaban en los medios que dirigían: “Hagan lo que digo, no lo que hago”.

Mi denuncia de bien oculto, a pesar de que el presidente Varela sabía de lo ocurrido, fue ignorada por la viceministra del MEF, Eyda Varela, sin siquiera pedir opinión a la Procuraduría General de la Nación, que, según la Ley, debía opinar sobre la procedencia o no de la denuncia. La denuncié penalmente, pero todo fue enterrado. Eran los tiempos donde las decisiones de la Procuraduría se tomaban directamente por Varela.

Ese mismo ejemplo lo extrapolo a mi denuncia pública del 9 de diciembre de este año: la transnacional canadiense First Quantum Minerals, propietaria de Minera Panamá, solicitó en arrendamiento más de 7553 hectáreas de propiedad del Estado, fuera de su concesión, para expandir sus operaciones. Tenía que pedir autorización a la Anati, que tenía el derecho de aprobar o negar lo solicitado, rechazando dos veces lo pedido. Sin embargo, a Minera Panamá poco le importó y construyó sobre esa tierra su tina de relave, esencial para su operación, pero ilegal por carecer de autorización. Actuaba así porque en los últimos dos Gobiernos había hecho lo que le daba la gana, con el apadrinamiento de quien estuviera en el poder.

Como ciudadano, presenté tres denuncias: una ante Anati, para que, luego de demostrarse que carecían de autorización para construir en esos terrenos, procediera a su lanzamiento y demolición de lo construido. Ante el MICI, para que los multasen ejemplarmente por el exabrupto cometido y ante el MEF para que cobre lo que representan esas tierras en dinero para el Estado por su uso ilegal por 9 años; lo que se conoce como un bien oculto del Estado.

No hubo televisora, periódico ni radio que se diera por enterado. La pauta publicitaria de Cobre Panamá adormece o vuelve tiernos a muchos medios. Encontré una impenetrable muralla para que uno solo se hiciera eco de lo que había presentado, a mi juicio un gran robo al Estado: el uso de más de 7554 hectáreas de propiedad pública para su uso particular, a pesar de la negativa para usarlas. Según comentaba un amigo español, en Europa un delito de esa magnitud hace acreedor al delincuente a cadena perpetua.

Al igual que ocurría con el caso de Cable & Wireless, el gran anunciante ahora era First Quantum Minerals, que abunda y patrocina con cuñas en muchos programas televisivos y tiene “periodistas” amigos. La muralla es más alta, sólida e impenetrable. ¿Dónde está el derecho de la sociedad a ser bien informada?

En esta cruzada que dice la Cámara de Comercio que hay que emprender no solo hay que incluir al sector público como el que hay que erradicarle prácticas corruptas y sea transparente, sino también a esos cómplices, como algunos medios de comunicación que en ocasiones pretenden vender la idea de que el único corrupto ha sido o Martinelli, ignorando a muchos otros, como ellos mismos, que, por su aptitud de ignorar algunas noticias, se convierten en cómplices de la galopante corrupción. Aquí se aplica aquello de que el que calla, otorga. Puede ser que la necesidad los lleve a cierto grado de silencio; pero entonces no vociferen, que luchan contra la corrupción.

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