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- 27/08/2022 00:00
La democracia fracaso (I)
Hace tiempo atrás, los individuos se dieron cuenta de que las formas de gobierno en la que vivían no solo violan derechos naturales como la vida, la propiedad y la vida. Se dieron cuenta además de lo perverso y peligroso que era el poder cuando se concentraba en un solo hombre o minoría. Fue así como la utopía de la democracia se convirtió en una realidad.
Fue esto lo que dio origen a la Revolución Gloriosa, la Revolución Americana y por último a la Revolución Francesa. Las ideas de la libertad (Liberalismo) habían logrado vencer el poder absoluto de las monarquías y con ello separaron el Estado y la Iglesia, dando origen a los Estados modernos y los gobiernos democráticos.
Con la llegada de la democracia también se dieron cuenta de que la misma debía tener un límite, de lo contrario la democracia terminaría convirtiéndose en un mecanismo donde las mayorías abusarían del poder y terminarían aplastando a las minorías. Esta es una de las razones por la que los padres fundadores de los Estados Unidos hicieron un sistema de gobierno basado en un marco legal de leyes universales y generales para todos, de forma tal, de poder preservar y respetar las libertades individuales de las personas, a fin cada uno lograr su propia felicidad.
Por esto libertad y democracia se contraponen, mientras la primera busca restringir y limitar el poder de los gobernantes y la coacción de los Estados, la segunda está centrada en quién dirige el gobierno y de no contar con pesos y contra pesos puede terminar la opinión de la mayoría siendo el único límite al poder.
Como diría Hayek “No es, pues, improbable que el abandono del liberalismo por parte de la democracia conduzca, a la larga, a la desaparición de la democracia misma”, y es que, al socavarse el sentido de las leyes, cuyo fin era restringir el poder de coartar, violentar y obligar a los individuos, a estas leyes se les conoce como leyes negativas, cuando lo que busca la ley es proteger al individuo de terceros.
Hoy las “leyes” que vemos no buscan ya restringir el poder de los gobiernos ni los derechos individuales de las personas, las leyes que hoy nos gobiernan solo le dan más poder a los gobernantes y dan poder a otros para obligar, violentar o extorsionar la vida, propiedad y libertad de otros, estas se les conoce como leyes positivas. Esto a la larga no puede generar más que una sociedad que vive del saqueo, el problema como bien lo dijo Bastiat “Cuando el saqueo se convierte en una forma de vida para un grupo de hombres, en una sociedad, con el transcurso del tiempo se creará un sistema legal que lo autoriza y un código moral que lo glorifica”.
Debo decir que nada más acertado a la realidad que vivimos hoy, nuestros sistemas democráticos han dejado de limitar el poder de los gobiernos y han terminado eliminando los pesos y contra pesos comenzando desde las instituciones sociales y políticas, entre ellas la constitución como mecanismo que limita el poder y crea los incentivos para que los gobiernos no puedan abusar ni imponer sus caprichos mediante el monopolio de la fuerza y la violencia que les otorga el Estado, la separación de poderes y a la descentralización del mismo a fin de evitar que el poder se concentre en una minoría, por último aquellas instituciones que provienen de la sociedad civil, como la prensa, la familia, las universidades.
Todas estas instituciones están dominadas por las leyes en un sentido positivo, lo cual no hace más que generar grupos de presión que buscan por medio de la democracia socavar la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades para reemplazarlas con privilegios y beneficios. Estas democracias ilimitadas a medidas que más y más individuos descubran que pueden obtener mediante el lobby, los favores y la negociación algún tipo de beneficio a la larga terminará llevando a la sociedad a un sistema totalitario.
Ya no es cuestión que “los buenos nos gobiernen” o “es que hay que saber votar” ninguna de esas dos tienen influencia cuando las formas de pensar y entender la función de las leyes, el Estado, el gobierno y sobre todo de la libertad han sido completamente distorsionadas hacia algo totalmente opuesto. Hoy el Estado tiene los incentivos equivocados, carece de pesos y contra pesos, por lo cual, como dijo Mises “Algunos izquierdistas creen que el mundo comunista funcionaria bien si la
“El culto del Estado es el culto de la fuerza. No hay amenaza más peligrosa para la civilización que un gobierno de incompetentes, corruptos u hombres viles. Los peores males que la humanidad haya tenido que soportar fueron infligidos por los malos gobiernos”, Mises.
Ha sido ese culto por el Estado de bienestar, por el bien común, la distribución de la riqueza, la obtención de beneficios y privilegios, lo que ha originado una forma de pensar que adora y ve en los gobernantes una esperanza de mejorar sus condiciones de vida, sin importar si para ello se haya entregado la libertad individual y levantado toda restricción a su poder.