• 24/11/2022 00:00

Noviembre en la identidad nacional

“[...] Panamá ha desarrollado una diplomacia en prevención de conflictos que es un referente histórico en la solución pacífica de las controversias”

Desde esta orilla del Atlántico, conmemoramos las fiestas patrias reflexionando sobre acontecimientos históricos acaecidos en el mes de noviembre, los que marcaron la identidad nacional con la Independencia de España, la Separación de Colombia, la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla. Este último, firmado el 18 de noviembre de 1903, cuya derogación fue un reto para las hazañas diplomáticas de un pequeño país que, empinado sobre sus debilidades, logró superar sus diferencias históricas con la primera potencia del mundo, inspirado en la lucha reivindicativa para alcanzar su plena soberanía territorial.

Quienes conocen la historia de Panamá desde su declaración de independencia de España el 28 de noviembre de 1821, reconocen las ventajas estratégicas de un país enclavado geográficamente en el istmo más estrecho del continente, donde convergen los grandes océanos con un emblemático río Chagres, que acortó la distancia interoceánica, como testigos mudos del tránsito de riquezas.

En el pasado hispánico, el periodo colombiano y las luchas por la revisión de un tratado que mediatizaba la soberanía a perpetuidad, proyectando al país como un ostensible protectorado extranjero, revelaron el espíritu de un pueblo empeñado en definir su destino histórico. En la trayectoria de 82 años se fue afianzando la identidad nacional, a tal punto que los istmeños Tomás Herrera, José Domingo Espinar, Mariano Arosemena y Justo Arosemena escribieron páginas de heroísmo al intentar, infructuosamente, la separación de Colombia por medios pacíficos en periodos de relativa autonomía.

“El uso de la soberanía y de la voluntad popular es un derecho perfecto, y cuando al usarlo se procura el bien del país donde se ha nacido, lejos de cometerse un delito, se ejerce un acto de virtud, la virtud del patriotismo, porque la patria es esencialmente la tierra natal”, Justo Arosemena (El Estado Federal de Panamá).

En el destino histórico de la nación, la diplomacia panameña en condiciones asimétricas se empeñó en fortalecer la capacidad de negociación para perfeccionar la independencia. Resulta importante destacar a los istmeños que contribuyeron con su talento en la lucha generacional: Mateo Iturralde, Belisario Porras, Harmodio Arias, Ricardo J. Alfaro, Jorge Illueca, Aquilino Boyd, Galileo Solís, Diógenes De La Rosa, Miguel J. Moreno, Juan Antonio Tack y los negociadores de los Tratados Torrijos-Carter, dirigidos por Rómulo Escobar Bethancourt, inspirados en la lucha de los Mártires de 1964, ellos consignaron la erradicación del enclave colonial como objetivo cardinal del Estado.

Omar Torrijos diseñó la nueva estrategia para superar la tradicional política revisionista del Tratado de 1903, en su lugar propuso la derogatoria del mismo, convocando a sectores populares en un consenso nacional, de allí emprendió el peregrinaje internacional para posicionar al país en los escenarios regionales y mundiales, lo que fortaleció la capacidad de negociación en demanda de las reivindicaciones soberanas y la reversión del Canal.

El Alpinismo Generacional, definido por el general Omar Torrijos, es un reconocimiento incluyente en la historia de la diplomacia panameña, en la que patriotas, en diversas etapas, cumplieron en medio de las circunstancias con aportes a la construcción de un Estado con fisonomía propia en el concierto internacional. Estudiantes, políticos de diversas tendencias ideológicas, militares, historiadores, educadores, poetas, pintores, músicos, periodistas, gremios profesionales, asociaciones campesinas, sindicalistas y empresarios progresistas se comprometieron en alcanzar este objetivo histórico permanente de política exterior.

Lo cierto es que, la estrategia de negociación de Torrijos rindió sus frutos captando respaldo internacional para equilibrar las debilidades y fortalezas. La incursión en el Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y las relaciones con influyentes líderes regionales y mundiales. Incluso el “lobby” interno en Estados Unidos, sensibilizó la condición de injusticia que generaba causas de conflictos en las relaciones asimétricas entre ambos países.

La realización exitosa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Panamá en 1973, universalizó la causa panameña, mientras que la Declaración Tack-Kissinger de 1974, estableció las bases de las negociaciones que culminaron con los Tratados Torrijos-Carter de 1977, que fijaron fecha a la erradicación de la presencia militar extranjera y al progresivo ejercicio de la jurisdicción y restitución del Canal a su legítimo dueño.

Ante los nuevos tiempos, la articulación internacional del país no puede permanecer pasiva y requiere de la dinámica adaptación a los cambios innovadores a nivel internacional. Los flujos migratorios son fenómenos globales y de naturaleza transnacional, por tanto, las respuestas difícilmente pueden provenir de soluciones nacionales. De allí que, en la administración de la crisis migratoria, la Cancillería privilegia el pleno respeto de los derechos humanos de quienes transitan por el territorio nacional, procurando soluciones integrales en consulta y cooperación con los países de origen como de destino.

La Cancillería se empeña en optimizar el servicio diplomático y consular para que responda a los nuevos retos de la diplomacia vecinal y regional. En los últimos 119 años de vida republicana, Panamá ha desarrollado una diplomacia en prevención de conflictos que es un referente histórico en la solución pacífica de las controversias.

¡Viva el 28 de Noviembre!

Abogado, analista internacional.
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