• 06/02/2023 00:00

Corrupción y futuro

“Tomará dos o tres generaciones, pero solo queda una salida: combatir la corrupción con educación y conocimiento desde el inicio de la vida estudiantil”

Publico en este espacio todos los lunes desde septiembre del 2006, o sea, un poco más de 16 años. La entrega de la semana pasada sobre el fallecido cantante de los Combos Nacionales, Daniel Bulgin, fue particularmente especial en un momento en que la agenda nacional atendía un asunto de la clasificación por parte del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, del expresidente Ricardo Martinelli “por corrupción significativa”. No opiné, no siempre es necesario. Es mejor dejarlo para que los ilustren sobre algunos temas desde variadas perspectivas.

Revisé mis archivos desde el 2006 y me he dado cuenta de que cerca de 238 artículos examinan el tema de la corrupción local e internacional, igual, desde varias perspectivas. En 16 años, irremediablemente la conducta ha ido empeorando a falta de lo que ya sabemos: “certeza del castigo” local e internacional, muy a pesar de Blinken y los intereses geopolíticos de los Estados Unidos e incluso de algunos otros Estados según el momento determinado.

Pero hay un ingrediente que se ha desfigurado por completo, el elemento primario: el individuo. En un pasado no muy lejano, el ser humano, en términos generales, trabajaba “honesta” y afanosamente por asegurar su bienestar y el de sus hijos y para que en el tiempo su buen nombre y apellido no fuera motivo de cuestionamientos. Repito, en términos generales.

Con algo de idealismo, en uno de los primeros artículos señalé que: “… creo que el ser humano desde que nace hasta que se hace viejo debe trabajar por terminar sus días como un ser superior en este universo. Y si la vida le da la oportunidad de liderar a otros (maestros, religiosos, empresarios, políticos, etc.), esa conducta superior es ineludible”. Pero ha quedado en clara evidencia que “… en vez, la lucha hacía el fin es la de enriquecerse, para algunos desmesuradamente; ejercer el poder ganado u otorgado con egoísmo y sin consideraciones.

Es algo vergonzoso entender que no se ha avanzado en la causa humana, sino en la mezquindad individual. No hemos avanzado en el objetivo primario de fortalecer los espacios para la formación de una sociedad que primero tenga en mente el propósito de extender la existencia humana hacia el infinito; un propósito que debería ser a beneficio de todos.

Una de las conductas que se ha ampliado a lo largo de los 16 años es la capacidad de los impostores, deshonestos y farsantes de alejar a los que honradamente tienen la intención de dar el mejor esfuerzo por el bien de la sociedad y con el escenario ocupado por ellos, han desarrollado un comportamiento malsano de sentirse superiores al resto de los sectores de la comunidad.

Han perdido la vergüenza. hacen mancuerna y se aplauden entre ellos. Algunos andan a diario en busca de reconocimientos por adulación. Han afinado su manejo y conducta social con esos objetivos en mente; alcanzar metas superiores en empresas o instituciones públicas mediante un acto superficial y vacío de una presumida moralidad y honradez.

El proceso politiquero ha comenzado en firme y son evidentes las negociaciones sobre alianzas y acuerdos para presentarse como fórmula electorera en mayo de 2024. No veo en el escenario figuras o grupos políticos, sociales y menos empresariales que tengan a bien y sin reservas “patear la mesa” para comenzar nuevamente de cero. No veo figuras elocuentes que nos ilustren clara y educadamente sobre los peligros que ya nos han alcanzado.

Los que buscan en realidad hacer un cambio fundamental necesitan moverse al margen de las líneas establecidas por el sistema que sostiene la corrupción. En la columna titulada “Pensando más allá” pregunté ¿Qué hacer? Y cité al escritor italiano Nuccio Ordine cuando alguna vez señaló que: “En una sociedad corrompida por la dictadura del beneficio, el conocimiento es la única forma de resistencia. Porque con el dinero se puede comprar cualquier cosa: parlamentarios, políticos, jueces, el éxito, la vida erótica. Solo hay una cosa que no se compra con dinero: el conocimiento”.

Esta sociedad no tiene remedio. Tomará dos o tres generaciones, pero solo queda una salida: combatir la corrupción con educación y conocimiento desde el inicio de la vida estudiantil. Solo entonces podrán trabajar nuestras futuras generaciones en una sociedad más justa y honrada. Y solo así habrá tranquilidad para celebrar en comunidad la vida y los aportes de destacados miembros como Daniel Bulgin sin vergonzosas distracciones.

Comunicador social.
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