• 10/02/2023 00:00

21 días en Venezuela

“Solo hace falta que en Panamá llegue ese gran demagogo orador, que, así como Chávez, sepa tocar y explotar esa llaga de odio, rencor y resentimiento entre los ricos y los pobres”

Mi esposa emigró de su país hace casi siete años, así como muchos de sus amigos y familiares. Una de las grandes emociones del viaje era que los sobrinos se iban a conocer por primera vez. Así como a su familia. Este escenario es vivido por miles de familias venezolanas, debido a la situación del país y los problemas de pasaporte, económicos y otros. Esto los ha llevado a que se separen sin poder compartir con sus familias, conocer a nuevos miembros, y hasta no poder asistir a funerales de familiares o amistades.

Durante mi estadía aprecié algunos fenómenos de mercado que me impactaron.

La moneda se ha devaluado a tal punto de que el Gobierno le ha eliminado en varias ocasiones tres ceros a su moneda. Habrá eliminado casi 15 ceros.

La moneda utilizada en la calle es el dólar y la oficial es el bolívar. Usan el billete, pero no la moneda estadounidense. Tema que hace difícil que te den vuelto. En muchos casos terminan dándote unas pastillas o un chocolate como cambio.

El Gobierno exige a los comerciantes que vendan al cambio oficial, tema que les genera molestias y pérdidas, ya que al día siguiente el bolívar vale menos. Situación que obliga al comerciante a subirle los precios a sus productos, guiando esto a una inflación volátil que afecta a los venezolanos más pobres.

Existe un sistema bancario colapsado, en donde no puedes encontrar los productos bancarios estándares, tales como préstamos hipotecarios, tarjetas de crédito, préstamos personales o de auto. Tema que afecta al empresario y a los ciudadanos, al no contar con el apalancamiento bancario, crucial para el surgimiento de los mismos.

Con respecto a los préstamos hipotecarios, que existían antes de la llegada de Chávez. Ejemplo, el banco que mantenía un préstamo hipotecario a 30 años con alguien por la suma de $150 000, después de la devaluación de la moneda, el saldo del préstamo pasó de estar en el precio señalado, a unos $300 dólares, y, de tener una letra mensual de 700 dólares, a una letra mensual como de $3 dólares. ¿Quién asumió las pérdidas en esos miles de hipotecas? Se dice que una combinación entre la banca privada y el Estado.

Los salarios también han sido afectados. El que antes ganaba una suma equivalente a $700, quedó ganando $12.00 o menos mensuales.

También, a pesar de que es un país petrolero, las gasolineras no tienen gasolina. Está la gasolinera que llaman la internacional, que mantiene un precio similar al que pagarías en Panamá, y, está la gasolinera subsidiada, que te la regala. En ambas hay que hacer filas, y en ambas a veces llegas y simplemente no hay.

En la internacional hay filas cortas, en la subsidiada hay filas de cientos de carros, los cuales se tienen que quedar a dormir ahí hasta dos días para poder conseguirla.

De enero 2022 a diciembre 2022 el valor de la moneda bajó de 4000 a 17 000 bolívares por dólar. Durante mi visita la misma pasó de valer 17 000 a 20 500. Hoy, en febrero, está en 24 000 bolívares por dólar.

Da tristeza que estos fenómenos/circunstancias que impactan la calidad de vida de miles de venezolanos fueron provocados por un puñado de gente que puso sus intereses personales antes de los de su país y su población, las cuales son sanas, capaces y tienen más que la disposición para echar para adelante su país. Cosa que es imposible, porque no existe la voluntad por parte de sus gobernantes.

La propagación de estos modelos de Gobierno en la región nos obliga a pensar que Panamá no está exento a esto.

Las circunstancias que desencadenaron esta situación en Venezuela, que en su mayoría fue y es el sentido exagerado de insatisfacción ciudadana, se asemejan mucho a lo que vivimos en Panamá actualmente.

Solo hace falta que en Panamá llegue ese gran demagogo orador, que, así como Chávez, sepa tocar y explotar esa llaga de odio, rencor y resentimiento entre los ricos y los pobres.

Es importante que empecemos a hablar de estos temas abiertamente de manera preventiva, y así evitar que caigamos en estas circunstancias.

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