• 19/12/2014 01:01

A 25 años de la invasión de EE. UU. a Panamá

"Los panameños aún tienen sentimientos encontrados de su propio comportamiento, entre los que apoyaban y los que nos oponíamos"

Recientemente se presentó en Panamá la película ‘INVASIÓN’ del productor nacional Abner Benaim, en la que se testimonia el drama vivido por las víctimas de esa tragedia.

El día que fui a verla, al salir del cine, escuché a varios jóvenes que expresaban: ‘¿Cómo es posible que nadie nos dijera que esto había sucedido en nuestro país? ¿Por qué mis padres nunca me han hablado que esto sucedió?’.

Pues resulta que ha habido un silencio bochornoso sobre los antecedentes, los hechos y las consecuencias, de ese nefasto suceso. Pero ¿cómo decirle a los familiares de las víctimas de la Invasión que ellos han sido olvidados por las siguientes generaciones y que su muerte ha sido en vano?

La película puso en el tapete esos hechos, y cómo se recuerdan en la memoria de los panameños, independientemente de su posición ideológica o política, de si fueron víctimas, testigos o simples observadores de los mismos.

A pesar del nombre de ‘Justa Causa’, esgrimida por los estadounidenses para justificarla, los panameños aún tienen sentimientos encontrados de su propio comportamiento, entre los que apoyaban y los que nos oponíamos a una Invasión o a una acción militar de ese país contra el nuestro. Muchos recuerdan el efecto que ella causó, dividiendo a las familias panameñas, debido a su supuesta justificación, sus efectos y resultados. Muchos jóvenes panameños, sobre todo menores de 30 años, no tienen una conciencia clara al respecto de ese pasado, que muchos panameños adultos aún no logran superar.

Ha llegado la hora de que la historia defina el significado de lo que se le llamó Justa Causa. ¿Fue necesaria una Invasión de Estados Unidos a nuestro país? ¿La Invasión fue para implantar la democracia en Panamá? ¿Fue para proteger los derechos humanos en nuestro país o tenía otros ulteriores e inconfesables propósitos de renegociar los Tratados Torrijos-Carter y eludir la entrega del Canal? ¿Fue la Invasión solicitada por panameños o fue una iniciativa exclusiva y autónoma de los Estados Unidos? ¿Fue realizada para neutralizar el narcotráfico consentido o como escenario de pruebas del más moderno y sofisticado armamento militar, que luego fue utilizado en el Medio Oriente?

Se hace necesario que las nuevas generaciones de panameños conozcan parte de lo que, en mi opinión, no fue una lucha sobre hombres específicos, sino de Conciencias Nacionales frente a los que, siendo panameños o extranjeros, históricamente se han opuesto a que Panamá ocupe un sitial digno dentro de la comunidad de naciones soberanas e independientes, con la capacidad de proyectar su futuro, libre de injerencias extranjeras.

Aunque ahora no estamos enfrentando una Invasión o intervención extranjera, los principios y valores que nos hicieron defender la Patria en ese diciembre de 1989 deben prevalecer ante cualquier amenaza a la democracia y la estabilidad institucional de Panamá, provenga de donde provenga.

La lucha por la libertad y la democracia en Panamá, indistintamente de la época y las circunstancias, debe ser la tónica permanente en la mente y corazones de los panameños conscientes de la importancia de ello para la preservación de las libertades y derechos individuales y colectivos de todos los habitantes del país. Ser mejores ciudadanos debe ser la consigna.

Los eventos iniciados el 20 de Diciembre de 1989 marcaron un antes y un después en la historia de Panamá. Hoy día, las circunstancias han cambiado. Estamos menos divididos. Pero las amenazas a la democracia y la pacífica convivencia de los panameños, están latentes. El respeto a la institucionalidad está en riesgo. Solo que ahora la amenaza no es un invasor foráneo.

Ahora son fenómenos como la corrupción, la inseguridad pública, la profunda desigualdad e inequidad social y el irrespeto a la opinión pública, que siempre clama por transparencia en la gestión gubernamental; es por mejor calidad de vida y por servicios básicos oportunos y eficientes. Ahora se trata de enfrentar la corrupción con la decencia. Y estar preparados con la capacidad de construir un país sin prejuicios, para los panameños.

Lo que se quiere es que el desarrollo, que alardeamos al resto del mundo, llegue a los miles de ciudadanos que siguen viviendo en condiciones de inequidad. Esa es la guerra que actualmente debemos librar, por una vida digna y en igualdad de condiciones para todos.

Ahora, más que nunca, los panameños debemos reencontrarnos como hermanos, estar unidos y resolver las diferencias pasadas. Ese futuro es nuestro. Luchemos por alcanzarlo entre todos los panameños, como hermanos.

ABOGADO

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