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- 17/11/2020 00:00
50 años de Osvaldo Ayala y su conjunto Ritmos Santeños
En septiembre pasado, se conmemoraron los cincuenta años de vida artística de Osvaldo Ayala y de su conjunto Ritmos Santeños, razón por la que deseo aprovechar este mes de la patria para exaltar el trabajo de un músico panameño que ha contribuido a la música y al folclore del país.
El trabajo y la función que cumplen quienes se dedican a la música es tan importante en la vida de los pueblos, máxime quienes se han dedicado a fortalecer las tradiciones y el amor por nuestras raíces.
Las fiestas en cada una de las comunidades del interior y de la ciudad, constituyen un pilar fundamental, pues representan un espacio de encuentro, fuentes de ingresos, un espacio de convivencia familiar y generan el sentido de pertenencia con la comunidad. ¿Cuántas familias se han formado al conocerse en un baile de Osvaldo? ¿Cuántas amistades se han fortalecido en convivencias, escuchando su música? Como bien se ha dicho, la música es el alma de los pueblos.
Osvaldo Ayala nos ha nutrido ese sentimiento de amor por la naturaleza, por las amistades, por la persona amada y por la familia. Ha sido un músico que se ha mantenido fiel a él mismo. La letra de las piezas musicales compuestas o interpretadas por el conjunto Ritmos Santeños, remueven los cimientos más profundos del ser humano en la búsqueda de la felicidad, del amor y de la hermandad.
“El Escorpión de Paritilla” o “de Paritilla Osvaldo Ayala Soy”, como solía decir en el pasado, estudió economía en la Universidad de Panamá, se le designó “Embajador Cultural de Panamá para el mundo”, fue ganador del concurso Gelo Córdoba y ha recibido múltiples reconocimientos por sus piezas musicales, entre las que están, como las grandes favoritas: Los sentimientos del alma, Anhelos, El pañuelito y Ojos verdes, entre muchas otras.
La música es en esencia la expresión más clara de los sentimientos que habitan el alma ¡eso lo sabe Osvaldo Ayala! Su música ha representado por 50 años un espacio de conexión directa, para muchos panameños y panameñas. Con sus sentimientos, con sus añoranzas y sus sueños, con los amores vividos, aquellos correspondidos, que hacen plausible la felicidad y también aquellos que dejan en el corazón una infinita cabanga, al ser fruto de pasiones efímeras y de sentires olvidados que nos terminan matando, porque son en esencia, el reflejo profundo de los cantares del son y las tribulaciones de los sentimientos del alma.
Han sido 50 años de hacerse presente en cada una de las actividades bailables en las diferentes comunidades nacionales e internacionales, para las cuales le han contratado, haciendo vibrar el acordeón en un Santa Rosa en Paritilla, al cual asistimos en una ocasión o en Calle Arriba de Las Tablas con las piezas musicales de Chico Purio Ramírez y Edy Gutiérrez, entre muchos otros.
No le habrá sido fácil a Osvaldo mantener en la cúspide por cincuenta años su música ni su estilo, para satisfacer el gusto de sus seguidoras y seguidores, entre ellos mi hijo Miguel Ernesto, y mantenerse auténtico, pese a las nuevas tendencias musicales. Desde luego, esto ha sido posible, ya que, como en toda profesión, se requiere la actualización y el estudio permanentes, en este caso de la música, como lo ha hecho siempre Osvaldo.
A través de este artículo expreso mi gratitud hacia Osvaldo Ayala y hacia su conjunto Ritmos Santeños, por acompañarnos con su música, a lo largo de diversos momentos buenos y difíciles, que hemos vivido en nuestro país, tales como la lucha contra el régimen militar, la invasión a Panamá y la situación de la pandemia, entre otros, alentándonos, motivándonos y contribuyendo a mantener un estado de ánimo más favorable. Al mismo tiempo, le expreso mi gratitud por contribuir a exaltar el folclore de la provincia de Los Santos y llevarlo incluso fuera de nuestros límites nacionales. ¡Felicidades, Osvaldo!