• 09/08/2014 02:00

IJA: 60 años de memorias y calidad educativa

Mi padre era un convencido de que los niños debían ir al colegio más cercano a sus casas

Mi padre era un convencido de que los niños debían ir al colegio más cercano a sus casas. Menos complicaciones para ir y venir, más fácil acudir a los compromisos propios del mismo, y, de cuando en cuando, darles la vuelta y preguntar a los profesores sobre su rendimiento. Así fue que ingresé al Instituto Justo Arosemena (IJA), inicialmente con aprensión por el doble turno, que no daba para otra cosa que atender las responsabilidades académicas y por su reputación de rigurosa disciplina.

Hace unos días, como un ritual de despedida por la próxima demolición del colegio, varias generaciones desfilaron por el plantel para hacerse fotos y reencontrarse con viejos amigos. Mi generación, los graduandos de las Bodas de Plata, hizo lo propio, el encuentro fue comparable al retorno de las vacaciones de verano. No hizo diferencia alguna que varios perdimos contacto por años, la reconexión fue inmediata y es que los lazos de cariño, las jornadas y los sueños compartidos resultan más fuertes que la distancia. Haciendo un recuento de nuestras vidas, concluimos que el paso por este centro de estudios dejó una marca indeleble que nos define como personas y nos abre paso de manera exitosa en lo personal y profesional.

Aristóteles dijo que la educación es al hombre lo que el molde al barro. Le da la forma. Nuestra experiencia da fuerza a este enunciado. Con el recuerdo honramos a nuestros alfareros. Vicente Bayard y Gil Brown T., director y subdirector, respectivamente, quienes ejercieron con autoridad y de manera prolija todo lo concerniente a la orientación de cientos de jóvenes, la educación en valores y las medidas disciplinarias que ayudaron en el objetivo de formar conforme al ideal del fundador y primer director Federico Velásquez. Quien tenía el deseo de levantar futuros ciudadanos con sentido de responsabilidad, individuos conscientes de sus derechos y sus deberes, de allí el lema de ‘a la democracia por la cultura’.

Entre los educadores, vinieron a la memoria Rosana Fuentes, nuestra consejera; Denis Ortiz, que hacía de sus clases una cátedra de identidad nacional; José Castillo, de Español, y Olga Moreno, de Religión; María Jilma de Obaldía, Mara de Mas, Ángel Jaén y Alejandro Tapia, de Educación Física; César McKay, Maurilio Torregrosa, Catalina Boza y Rafael Moscote; Adolfo Pérez, de Matemáticas, Isabel Bech y Bernardino Castillo, de Francés; Miguel Mejía Dutary; miss Perkins; la prof. Goti; Ricaurte Jayes, director de la banda de música; y, Rogelio Chong, de Artes Industriales.

Cada 9 de agosto, en el natalicio de don Justo Arosemena, el IJA celebra su aniversario, de esta manera honra la memoria de quien es considerado uno de los hombres más brillantes de su época, llamado el Padre de la Nacionalidad.

En poco ya no veremos tras la cerca de Paitilla a nuestra Alma Mater, pero vivirá por siempre, porque va más allá de una infraestructura, fue ese segundo hogar donde brindaron conocimiento y terminaron de moldear el espíritu rebelde de tantos jóvenes que se hermanaron. Nos alienta sea un formidable baluarte de la enseñanza en nuestro país y contribuya al progreso individual y colectivo, no solo como una entidad transmisora de conocimientos, sino como lo que hoy más que nunca Panamá necesita, una enfocada en la formación en valores.

PERIODISTA

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