• 27/08/2018 02:00

Abuso de confianza y delitos sexuales

La confianza es necesaria a nivel de relaciones personales, puesto que nos da seguridad. Cuántas veces compartimos nuestros sentimientos

Los abusos sexuales que se cometen y se han denunciado contra menores de edad, es preocupante porque se abusa de la confianza de los menores de edad y se ataca su libertad sexual, como sucede en los casos de violación, abuso deshonesto, corrupción de menores, acceso sexual con ventaja, y los recientes casos de pedofilia denunciados por el clero religioso de Chile, y el escándalo de la Iglesia de Estados Unidos, en la que Corte denuncia 300 sacerdotes y mil víctimas.

La confianza es necesaria a nivel de relaciones personales, puesto que nos da seguridad. Cuántas veces compartimos nuestros sentimientos, proyectos y en general nuestra vida con nuestros amigos, de padres a hijos o viceversa y entre parejas, entre otros. La confianza que ponemos en una persona no es algo que se hace de manera aislada, sino que va creciendo a través del tiempo, de ahí que esta se va ganando día a día; tanto es así, que se afirma que ‘la confianza se gana subiendo por las escaleras y se pierde bajando por el ascensor'.

Y si consideramos a una persona digna de nuestra confianza, esto nos permite creer en ellos, y desarrollar nuestras relaciones de amistad o de otra naturaleza, con respeto, responsabilidad y amor, aunque nada impide que esta se debilite o se destruya por diversos motivos. Así tenemos que la confianza se pierde por la mentira o la traición en el ámbito de las relaciones de parejas, entre amigos, por ejemplo, por pedir numerosos favores: ‘préstame el celular', porque no tiene saldo, y hace varias llamadas, o que le cuides a la mascota mientras está de viaje.

Podría afirmarse, como decía Tales de Mileto, que ‘en la confianza está el peligro', pues en el caso de los abusos sexuales a menores de edad quienes usualmente realizan estos hechos no son personas extrañas a los menores de edad, son personas conocidas que se desenvuelven dentro del entorno familiar, escolar o social. ¿Y nos preguntamos si podemos dejar de confiar en los demás? Coincido con Graham Greene en que ‘Es imposible ir por la vida sin confiar en nadie; es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo'.

Ciertamente resulta imperdonable y más cuando son los padres, educadores, clérigos u otras personas cercanas a los menores de edad que realizan tales hechos, en las que se mantiene un código de silencio por parte de la víctima y de su entorno familiar, de sus amigos u otros, cuando hay complicidad y encubrimiento. Y por supuesto, que tales actos se realizan sin consentimiento del menor de edad, el sujeto se aprovecha y saca ventaja de su situación de superioridad y de la vulnerabilidad de la víctima, teniendo contacto corporal con la misma u obligándole a realizar actos de contenido sexual, abusando de su confianza, atacando su libertad sexual y provocando daños irreparables a la víctima.

¿Qué podemos hacer? A nivel jurídico existen la sanciones para estos delitos, pero esto es insuficiente, de ahí que a nivel familiar, los padres deben ganarse la confianza de sus hijos para evitar guardar este tipo de secretos, conversar sobre la sexualidad y su cuerpo y de los límites de tocamientos, y estar atentos para detectar los abusos sexuales; mientras que, a nivel de la sociedad, todos tenemos que contribuir a romper el silencio y denunciar estos hechos.

Con toda razón, el papa Francisco, a propósito de los abusos sexuales en la Iglesia de Chile, envió un mensaje fuerte por encubrir los abusos sexuales, y nos habla de que hay que combatir la cultura del encubrimiento y reconoció que 'aprender a escuchar es una de las principales faltas y omisiones de la Iglesia en este caso, que llevó a que se construyeran conclusiones parciales frente a una serie de denuncias no escuchadas preliminarmente por el clero chileno'.

CATEDRÁTICA DE DERECHO PENAL, UP.

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