• 02/05/2025 01:00

Acuerdos aprobados hacen trizas nuestra soberanía

Alejado temporalmente de mi habitual escritura de artículos sobre temas literarios por sentir la necesidad de expresar mis opiniones sobre los constantes exabruptos del Presidente norteamericano Donald Trump en perjuicio de nuestro país y del mundo entero, incluido su propio país, vuelvo hoy a abordar dichos temas, retomando algunos ya conocidos y abordando algunos nuevos que van surgiendo. Han sido hasta el momento 9 artículos de esta índole –este es el décimo–, por más que a no pocos colegas escritores les pueda sorprender. Uno debe siempre escribir sobre lo que le motiva o preocupa, y este es ahora mi caso.

Lo único que puedo comentar al respecto es que si bien la creación literaria y la docencia han sido mi actividad principal durante más de 60 años, también soy un ciudadano pensante y sobre todo un patriota que no puede fingir demencia ante la forma descarada en que se están manejando los desmanes de Trump con respecto a nuestro Canal.

Y lamentablemente, esto ocurre tanto por parte de un gobierno nacional que se ha mostrado timorato, como por la obstinación del sicópata Trump, ya metidos los gringos “hasta las cachas” en nuestro suelo patrio con pretextos absolutamente injustificables, legalmente hablando. Quienes callan ante esta sumisión imperdonable del actual gobierno, o bien tienen intereses bastardos al respecto y más les valdría no ser panameños. O ambas cosas. Incluidos no pocos “asesores” del Presidente que, como se ha visto, ni siquiera saben redactar.

¿Cómo es posible que haya en este momento tropas norteamericanas armadas hasta los dientes, operando en las antiguas bases de Howard, Sherman y Rodman, entre otros sitios, para no hablar del Darién, con pretextos absolutamente baladíes permitidos por nuestro gobierno, que además trata de justificarlo cada vez que públicamente se le cuestiona. ¿Y que además haya que pedirle autorización a dichas tropas para entrar a esos sitios de nuestro suelo patrio? ¡Qué verguenza! Y es que con los acuerdos que este gobierno ha permitido se hace trizas nuestra soberanía y se violentan groseramente, a sabiendas, los acuerdos internacionales vigentes al respecto.

Otro asunto grave es que, al menos públicamente, nuestro gobierno no ha pedido apoyo ostensible a otros países, ni en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que forma parte; ni en la OEA, entre otros. Todo es un secreteo sospechoso, de muchos de cuyos datos nos enteramos sólo en las noticias internacionales; para no hablar a fondo de una ambigüedad que cualquier abogado bien preparado desbarata. Tan es así, que hasta el momento ya hay tres demandas interpuestas ante La Corte Suprema de Justicia por los abogados Neftalí Jaén, Harry Díaz y Marco Austin.

“Allí lo que existe es una especie de tratado volviendo a bases militares, es la verdad”, advirtió Austin. “Panamá está cediendo territorio a los Estados Unidos bajo el contexto de una protección, pero ahí no hay ninguna protección. Ahí ya hay tres lugares definidos para sitios de defensa, de los cuales Panamá no tiene ejército para comenzar. Nosotros nunca pedimos eso y los Estados Unidos prácticamente nos está obligando a tener esos sitios de defensa”, argumentó.

El documento publicado en varios medios denuncia que la justificación del gobierno de que el memorando está amparado en el Tratado de Neutralidad no tiene fundamento. “El tratado de neutralidad habla de que si hay sitios de defensa deben ser panameños. No pueden ser ni de Estados Unidos, ni de China, ni de Colombia, ni de ningún otro país. Eso es lo que dice el Tratado de Neutralidad”, enfatizó el abogado Austin. “El tratado sólo habla del caso en que exista alguna obstrucción o algún problema que imposibilite la gestión de los barcos en el canal. Pero eso no tiene nada que ver con tener bases militares disfrazadas”, acotó, según lo reproducen varios medios escritos panameños.

Según se comenta en los medios, “la demanda señala presuntas violaciones a los artículos 3, 4, 17 y 325 de la Constitución, apuntando que se está violentando el derecho internacional, que el acuerdo debió pasar por la Asamblea Nacional y consulta pública, y sobre todo que el territorio nacional no podrá ser cedido, traspasado o enajenado, ni temporal ni parcialmente a otros estados...”

Va siendo hora de que el pueblo panameño, integralmente, y haciendo caso omiso a diferencias políticas o ideológicas, se una en una sola voluntad exigiendo que el actual gobierno recapacite a tiempo cambiando drásticamente su actual política entreguista. No sólo por elementales razones patrióticas sino, además, porque cuanto más se ceda más va a exigir el actual inquilino de la Casa Blanca.

No se trata, por supuesto, de propiciar un desigual enfrentamiento, sino de mostrar que somos un pueblo con dignidad, que hemos luchado arduamente por nuestra soberanía, la cual pasa necesariamente por nuestra independencia política. No sólo en lo que se refiere al Canal de Panamá, sino en cuanto a no necesitar abjurar de nuestra dignidad ciudadana, en aras de complacer los antojos injerencistas de quien ha probado ser un matón. Y como es sabido, aquí y en la China, a los matones tarde o temprano se los lleva candanga.

*El autor es escritor, profesor jubilado, promotor cultural y editor
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