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- 14/06/2025 00:00
Recordando la perseverancia y determinación en Aura Guerra De Villalaz

El 13 de mayo se cumplió un año de la desaparición física de mi madre, Aura Emérita Guerra de Villalaz, una ciudadana y destacada profesional de notables ejecutorias en su vida pública y privada.
Siempre nos predicó con el ejemplo, con su forma de ser y actuar, demostrando con los hechos, que cuando uno tiene la determinación de lograr algo, no hay obstáculo que impida alcanzar la meta propuesta. Si estás claro en tus principios y no pierdes la fe, todo lo que te propongas, lo lograrás.
Esta extraordinaria mujer que habiendo nacido en un pequeño poblado de Bugaba en las faldas del Volcán Barú, en la provincia de Chiriquí, para dar clases en la escuela primaria, debía caminar descalza con los zapatos en sus manos y llegar hasta La Estrella, junto con su tía Flora, lavándose los pies antes de entrar a la escuela y estar impecable en el aula de clases.
Es esa misma Aura Emérita que luego estudia en el Félix Olivares, en David y en el Daniel Crespo de La Concepción, siendo desde siempre muy asidua a la lectura, lo cual va a influir mucho posteriormente en su vida profesional y familiar. Con una beca llega a la Normal de Santiago, en la provincia de Veraguas, donde encuentra su vocación de educadora y donde le inculcaron la mística de que “el maestro tenía que ser líder de la comunidad donde llegaba y prepararse para orientar”. Se convirtió en asidua frecuente de las bibliotecas, lo que la lleva a ocupar uno de los puestos de honor de su promoción y dar el discurso de despedida en el aula magna de ese centro educativo que impactó desde su creación en el interior del país. Fue una destacada dirigente estudiantil, sabiendo combinan su disciplina en sus estudios y su actividad en la Asociación Federada.
Recuerdo que una vez me comentó que la persona que era su acudiente en la Normal tuvo que irse de la provincia de Veraguas y entonces quien se ofreció a ser su acudiente y firmarle sus boletines, fue el preclaro escritor, Carlos Francisco Changmarín.
Al terminar la Normal se trasladó becada a la ciudad de Panamá, a estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de Panamá, cuando esta se encontraba en las instalaciones del Instituto Nacional y las clases eran nocturnas. Solo dos mujeres entraron a estudiar abogacía y terminaron esa carrera, su compañera de la Normal, Marisol Reyes de Vásquez y ella. Se convierte en la primera mujer que dirige el Centro de Estudiantes de Derecho y entabla amistad con otros colegas y compañeros de toda su vida, Carlos Bolívar Pedreschi, Rogerio De María Carrillo (qepd) y Campo Elías Muñoz (qepd).
Estudiando en la Universidad conoce a Rogelio Villalaz Saucedo, que estudiaba Ingeniería Civil y se casan, teniendo cuatro hijos: Janzel Rogelio, Rolando Javier, Grettel Del Carmen y Rogelio Antonio. Entre sus compromisos educativos y luego profesionales, como administradora de justicia, académica o defensora de los derechos de la mujer, cumplió siempre sus compromisos de Madre y esposa e hija, sin faltar a ninguna de sus responsabilidades familiares y hacerlo siempre de manera cabal.
Su vida no tuvo exenta de accidentes físicos y riesgos, que algún momento afectaron su vida, pero lejos de quejarse, con determinación los enfrentó y logro salir adelante. El resto de su actividad pública se conoce, como defensora de los Derechos de la Mujer y los Derechos Humanos, promotora de la carrera judicial, gremialista y creyente en la colegiación obligatoria del abogado, entre otras sanas inquietudes a las que se dedicó con determinación y pasión. Hoy sus recuerdos nos sirven de estímulo permanente, ya que su vida queda como un ejemplo para las presentes y futuras generaciones.
Cuando uno se propone algo, se puede lograr, siempre que logres vencer el pesimismo o abulia que nos rodea, lo que te propongas, no importa donde hubieras nacido o los retos u obstáculos que tengas que afrontar.