Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 25/11/2014 01:01
ALTO a la violencia contra la mujer
Hoy, 25 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es obligatorio llamar la atención de las autoridades y de la ciudadanía en su conjunto, para meditar seriamente sobre el modelo de sociedad que queremos en Panamá y tomar medidas firmes para erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres en cualquier etapa de sus vidas.
Estudios indican que a nivel global una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de maltrato en su vida. Mientras en Panamá, datos del Observatorio Panameño contra la Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo, revelan que, desde el año 2009 hasta junio de 2014, han sido reportados 343 femicidios, de los cuales el 48 % de las víctimas fueron asesinadas por su pareja, expareja, familiar o conocido; en tanto que solo en el 2013, fueron registradas 1200 violaciones carnales.
Estas cifras, que estamos tristemente acostumbrados a ver en lo cotidiano, nos cuestionan: ¿cómo en los albores del siglo XXI todavía algunas mujeres puedan ser maltratadas? Desafortunadamente la respuesta no es ni única ni sencilla, mucho menos la solución de este flagelo global —la violencia contra la mujer— que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es la principal causa de muertes e invalidez para mujeres de entre los 15 y los 44 años.
Si bien el femicidio es la peor manifestación de la violencia física contra las mujeres, otras formas de violencia: verbal, sexual, física, psicológica y mediática también son violatorias a los derechos humanos de las mujeres y a su vez afectan negativamente a las familias y las comunidades, entorpeciendo los esfuerzos hacia el desarrollo humano sostenible.
Para el Sistema de las Naciones Unidas, la promoción de la igualdad de género y la eliminación de la violencia contra la mujer son temas prioritarios que estarán a la cabeza de la próxima Agenda Global para el Desarrollo Post 2015, toda vez que está ampliamente comprobado que el empoderamiento de las mujeres y niñas, con inversiones acertadas en salud y educación, incide directa y efectivamente en cerrar las brechas de inequidad y reducir la pobreza.
Sería injusto no reconocer los esfuerzos y avances que como comunidad internacional, a nivel regional y como país, se han librado y logrado en las últimas décadas, para no solo posicionar en la agenda el problema de la violencia de género, sino para generar el conocimiento, la sensibilidad y hasta los fundamentos legales, que sirvan para eliminar esta patología social y pandemia global.
Ya han pasado veinte años de la aprobación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará 1994), que Panamá ratificó en marzo de 1995 y con ello inició ese recorrido en la formulación del marco jurídico relativo a la violencia contra las mujeres (Ley 27 de 1995, Ley 38 de 2001), el cual tiene su más reciente triunfo en la creación de la Ley No. 82 de octubre de 2013, en la cual se establece el femicidio como delito y es penalizado hasta con 30 años de prisión.
En el ámbito regional, en 2014, con el apoyo directo de la ONU, se lanzó el Modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de las Muertes Violentas de Mujeres por Razones de Género, el cual se constituye en una valiosa herramienta para el abordaje judicial del fenómeno de la violencia letal contra las mujeres.
De igual forma, en los últimos años la Campaña del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamada ‘Únete para poner fin a la violencia contra la mujer’, en forma sencilla, pero contundente nos pide que no toleremos más impunidad, establezcamos medidas de prevención, para que no hayan más mujeres maltratada ni asesinadas y que todos asumamos nuestra responsabilidad en esta lucha.
No obstante lo anterior, sería iluso ignorar que la impunidad de los agresores que maltratan y violentan los derechos de las mujeres es muy frecuente. De ahí que es imperativo fortalecer el papel y la responsabilidad de las autoridades, tanto para prevenir, como para garantizar la justicia, el apoyo, la atención y la reparación a las mujeres afectadas por cualquier forma de violencia.
Asimismo, los medios de comunicación tienen un papel protagónico en la deconstrucción de los estereotipos y formas de ejercer masculinidad que perpetúan la violencia contra la mujer; por ello, el mensaje debe ser alto, claro y muy contundente: la violencia contra la mujer no es aceptable en ningún caso y es una de las más frecuentes y vergonzosas violaciones de los derechos humanos.
Igualmente, como ciudadanas y ciudadanos no estamos exentos de responsabilidad –muy por el contrario—, hoy por hoy, que a través de las redes sociales casi cualquier persona puede comunicarse con otros cientos de miles, es ineludible estar vigilantes y tenerle cero tolerancia a cualquier forma de maltrato o violencia contra las mujeres, rompiendo el silencio, denunciando a los agresores y apoyando a las víctimas.
No nos quedemos callados ni de brazos cruzados: ¡Hay que actuar ya!, porque la violencia contra las mujeres es intolerable, inaceptable e inadmisible.
*COORDINADOR RESIDENTE DE LA ONU EN PANAMÁ.