• 30/09/2011 02:00

La ANAM y la naturaleza

EXPLORADOR Y CONSERVACIONISTA.. La ANAM, es una dependencia del gobierno tan importante, tan necesaria, ella es la regente en la salvag...

EXPLORADOR Y CONSERVACIONISTA.

La ANAM, es una dependencia del gobierno tan importante, tan necesaria, ella es la regente en la salvaguarda de los recursos naturales de Panamá.

Tiene en su planilla, aproximadamente unos 1,200 funcionarios, incluidos el reducido cuerpo de Guardabosques y Guardaparques, con funciones de protección a nivel nacional con más de un millón de hectáreas, distribuidas entre parques nacionales y reservas ecológicas.

Todo un complejo organigrama cimenta, apuntala y justifica la existencia de la institución, que, de por ley y por espíritu, debe ser la celosa guardiana a ultranza de la ecología nacional. Cuenta con equipos de trabajo de gran valía, como son los planificadores, técnicos, ingenieros y demás pensadores de mucha experiencia y sapiencia.

Los trabajos de magnitud, elaborados, por ejemplo, en áreas protegidas, que tienen que ver con los parques del país, son dignos de encomio. Pero, ¿qué sucede cuando el interés viene en algunas ocasiones de las altas esferas del estamento gubernamental, o de los padres de la patria, o de los propios intereses económicos, o por presiones de índole política, enmarcados en urgencias, por el cumplimiento de la palabra empeñada durante la campaña electoral?

Bueno, los excelentes y enjundiosos estudios elaborados pueden ser sujetos a modificaciones, mediante recomendaciones y enviados de vuelta para su reconsideración a efecto de dar una respuesta, que, por lo general, suele atentar contra el ambiente y desnaturalizar el espíritu por la protección y conservación de los recursos, que dicen los de la ANAM proteger.

Conozco de unos pocos funcionarios que han renunciado, cuando se sienten lesionados por la desarticulación hecha, de todo el empeño intelectual por dar a la luz pública estudios de excelencia ambiental, pero que no satisfacen apetencias muy particulares.

Para la ANAM, cuando se trata de planes y proyectos del dignatario de turno, de manera lastimera, se ve impedida de contrariar, rechazar, enmendar y, muy por el contrario, de manera genuflexa hace suya la propuesta, con el ánimo de no incurrir en deslices que pueden costar el puesto.

En realidad, en el gobierno es muy complejo decir ‘NO’; por ello se ausculta de la manera más minuciosa cómo vender la idea o el proyecto, para que sea potable aún cuando se violenten normas como las del estudio de impacto ambiental de la categoría clase tres.

En la categoría tres, su ejecución puede producir impactos ambientales negativos que ameritan análisis profundo para su evaluación. Ello, por supuesto, exige la intervención ciudadana que puede verse afectada. Para la ANAM habría que buscar la figura legal, o de amistad, o de relaciones públicas, que en vez de ver a los grupos ambientalistas como si fuesen enemigos, aduciendo que se oponen a ultranza al progreso, se permitiera una alianza por la naturaleza y se les incorporara como asesores y proactivos en la defensa de los recursos naturales.

Así la ANAM podría contar con la participación de ANCON, CIAM, Panamá Sostenible, grupos ambientalistas y la ciudadanía en general. Se lograría también el conformar patronatos para que administren parques y reservas y todo ello, a no dudar, se convertiría en un poderoso instrumento de lucha, de educación y de avance efectivo en la salvación del Panamá verde que todos queremos. A mi modo de ver las cosas, estaríamos empezando a marchar en la dirección correcta.

Como colofón, la Universidad Tecnológica es el mejor ejemplo de desarrollo con conservación y de rescate arqueológico, reseñando al aljibe UTP, pozo colonial perteneciente a la hacienda Cárdenas durante la época colonial.

¿Cuántas otras cosas aún faltan por saber, proteger y conservar? ¿El tiempo nos lo dirá?

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