• 31/05/2012 02:00

La ciudad golpeada por el viento: Bakú

Cuando a comienzos de los años 90 se inicia unos de los procesos más duros de la debilitada Unión Soviética (U.R.S.S.), la independencia...

Cuando a comienzos de los años 90 se inicia unos de los procesos más duros de la debilitada Unión Soviética (U.R.S.S.), la independencia de sus repúblicas, muchos y me incluyo, dudamos que esas naciones que por décadas dependieron del poder central del Soviets lograran sobrevivir.

Hoy, después de más de dos décadas, debo admitir que me equivoqué. Y es que pensé por lógica simple que las nacientes repúblicas de la URSS tendrían que solventar muchos obstáculos, incluyendo religiosos y culturales para sobrevivir y poder ponerse a la vanguardia de los cambios que el mundo exigía.

Subordinadas, por lo menos dos generaciones, al Kremlin con decisiones, si bien erradas o no, pero que formaban parte del sistema, y así se manejaba todo. Las 15 repúblicas socialistas dependían una de la otra, la que producía algodón, no producía arroz; la que se dedicaba a la producción de la papa, intercambiaba por sorgo y así sucesivamente. Era un trueque muy al estilo socialista, que perduró a través de los tiempos. Una a otra se daba la mano, hasta en los momentos más difíciles. Azerbaiyán no era la excepción, sin ser ofensivo, era la caja menuda del sistema.

La producción petrolera representaba uno de los mayores ingresos económicos de la URSS, e inclusive, el motivo de muchas batallas políticas y de guerras como la de Nagorno Karabaj. Pero los tiempos cambiaron, la vida de los nacionales de esa región dio un giro total.

Hoy, vemos con asombro una nación prospera, radiante con infraestructuras dignas del primer mundo, una educación de altura y, sobre todo, con una población, al igual que siempre, dedicada a buscar el bienestar de su patria, salvaguardando su cultura, religión y el respeto por su historia y ancestros.

El Bakú, capital de Azerbaiyán, de nuestros días representa la decisión de un pueblo de salir adelante, a pesar de los avatares políticos y de lo difícil que fue en su momento depender de la voz de mando del Politburó.

Desde una mezquita que resguarda el tesoro cultural y religioso, hasta sus majestuosas torres de extracción de petróleo, Azerbaiyán se levanta en un mundo de tecnología y progreso, al igual que los imponentes rascacielos que cubren la ciudad de Bakú, con desafiantes proyectos que denotan el desarrollo económico de la nación que supo organizarse en el tiempo, aprender del pasado, corregir los errores y que se levanta erguida hacia el futuro. Un verdadero ejemplo para nuestros pueblos del mundo.

*PERIODISTA

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