• 30/08/2023 00:00

El canto político de las sirenas

“¿Serán posibles los acuerdos partidarios que permitan enhebrar robustas propuestas en este capítulo que se debe vivir a partir de 2024?”

Terminó la guerra de Troya y Ulises (Odiseo) inició el viaje de regreso a Ítaca. Antes de hacerlo, la diosa Circe lo previene sobre los peligros a encontrar en tal recorrido. Ella le advirtió sobre la isla de las Sirenas, lugar donde tales seres cantaban con una capacidad extraordinaria para hacer que las embarcaciones se acercaran a sus costas y que los hombres, arrobados con los cantos, se lanzaran al mar y allí morir ahogados.

A sabiendas de estos riesgos y antes de llegar al lugar mencionado por la diosa, Ulises pidió a sus compañeros ponerse cera derretida en los oídos y que a él lo ataran al mástil. Les solicitó que por ninguna razón lo desamarraran, no importa qué gestos o señas él hiciera. Al llegar al sitio, todos siguieron las labores, mientras el héroe hacía señas para que lo soltaran y ellos no hicieron caso a las demandas. Así vencieron los embrujos.

Superar estas contingencias, permitió a los soldados seguir su ruta al hogar; pero ocasionó lamentables resultados entre las embrujadoras, que crearon el desasosiego y sobrevinieron consecuencias fatales para sus líderes. La experiencia quedó consignada en la cultura -tal como lo narra Homero- y con una alusión al cuidado que se requiere al escuchar dulces palabras, sobre todo en la política.

Estamos en una etapa en que las colectividades electorales procuran hacer los movimientos que les permitan lograr un caudal que las lleve a dirigir la administración 2024-2029. El escenario se torna confuso en estos tiempos, porque las cifras de las consultas indican que nadie domina el tablero ni puede esbozar en este momento, ni siquiera el “jaque”, en dirección al triunfo.

Los cantos de sirenas se escuchan por doquier cuando se busca adherirse o atraer a los grupos, crear las alianzas más atractivas, fortalecer la imagen pública y lograr el favor de los votos. Ya han empezado las tentativas. Aquí surge la interrogante sobre las capacidades de los actores para crear programas conjuntos que consoliden las ofertas más ventajosas para la sociedad panameña.

Esto hay que analizarlo desde una dimensión temporal para saber lo que dejará como conocimiento real ese mensaje de sirenas. ¿Qué es lo que se propone como plan de trabajo a corto y mediano plazo? Algunos utilizan, como andamios, aquellas metas no cumplidas en la actual gestión administrativa y resaltan todo lo que no se ha hecho. Es un esquema perezoso y superficial.

Otro recurso es utilizar un diagnóstico basado en el estudio de la población y luego valorar el contexto de las contradicciones entre la superestructura y la base social. Hay aspectos culturales muy arraigados que deben llevarse a la discusión para preparar al país hacia nuevos derroteros y que deben ser comprendidos por los ciudadanos.

También debe entrar en este esfuerzo de balance, el presente de las agrupaciones y su propia visión de la realidad actual, ¿cómo se sitúan frente a los problemas, con un acercamiento derrotista, coyuntural o con una voluntad de formular respuestas de profundidad? Un ejemplo es criticar el endeudamiento, sin brindar posibles soluciones para construir el desarrollo de forma autónoma.

¿Cuál ha sido el pasado de quienes buscan ahora asociarse políticamente? Algunas fuerzas han experimentado las alianzas y no han logrado crear un programa con fortalezas para superar los grandes retos del país. Uno de los primeros problemas que se formulan es determinar “quién encabeza las uniones” y por allí empiezan a agrietarse las bases de aquello que intenta consolidarse.

¿Serán posibles los acuerdos partidarios que permitan enhebrar robustas propuestas en este capítulo que se debe vivir a partir de 2024? Los problemas que se enfrentan no corresponderían a un periodo electoral y quien quiera asumir la conducción del Estado, deberá hacer caso omiso a los cantos de sirena si pretende preparar a la sociedad para el futuro.

Periodista
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