• 13/01/2015 01:00

Invasión a Panamá: Causa justa o injusta

La historia narra que Noriega había trabajado para agencias norteamericanas de seguridad desde que era estudiante militar

Transcurría la madrugada del 20 de diciembre de 1989, cuando se escuchan las primeras detonaciones de bombas en el barrio de El Chorrillo y otros lugares del país. Los norteamericanos habían invadido al país, ante la mirada incrédula de funcionarios panameños que juraban que ese evento no ocurriría jamás. La intención de atrapar a Manuel A. Noriega, a la postre jefe de las desaparecidas fuerzas de defensa, no justifica en modo alguno, ese hecho ilegal, contrario al derecho internacional. Para ello, previamente habían abierto un proceso en Tampa y Miami, Florida, Estados Unidos, por narcotráfico y otros delitos federales.

La historia narra que Noriega había trabajado para agencias norteamericanas de seguridad desde que era estudiante militar, así que los dos actores se conocían desde hacía mucho tiempo. Para algunos el problema empezó, entre otras cosas, porque Estados Unidos estaba molesto por la creación del grupo de Contadora, cuyo fin era coadyuvar a la pacificación de Centroamérica, la destitución del presidente Nicolás Ardito Barleta, quien había sido vicepresidente del Banco Mundial, y su hombre de confianza en Panamá. También lo acusaban de violación de los ‘derechos humanos’, anular las elecciones, y en alguna medida un sector norteamericano, no estaba muy contento con la firma de los tratados Torrijos-Carter, así que juntaron todo, y le hicieron una sola factura.

A pesar de todas las acusaciones que le hacían a Noriega, estos le ofrecen un exilio decoroso en varios países, pero el mismo fue rechazado tajantemente. No se sabe si por la arrogancia o el temor a la represalia de una presunta mafia de Varones de la droga, con quien al parecer el general tenía unos pendientes. Como siempre ha ocurrido tuvo el pueblo que salir a defender a la patria del ejército invasor, porque los que tenían la responsabilidad constitucional de hacerlo desertaron de manera pusilánime, con honrosas excepciones.

Noriega se defendía diciendo que los norteamericanos querían destituirlo, porque se negó a apoyar una invasión a Nicaragua, y que habían enviado a John Poindexter, del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, para convencerlo, pero que él se negó. Hay una situación que no está muy clara, es si la invasión fue pedida por sectores panameños que querían deshacerse de un Noriega que tenía al país sometido a una férrea dictadura militar; o la invasión fue auspiciada en contubernio por sectores norteamericanos, con el fin de desmantelar toda la estructura político- militar que gobernada a Panamá, encabezada por el Partido Revolucionario Democrático (PRD).

Si esta aseveración es cierta, parece que lograron su objetivo porque barrieron con el gobierno de Panamá (que no era legítimo del todo ) y las desaparecidas las fuerzas de defensa. Es decir, se podría suponer el hecho de la participación de panameños en esta conspiración contra la patria. Como bien dijera un funcionario norteamericano que visitó al presidente Endara: ‘Estados Unidos no tiene amigos, ni enemigos permanentes. Todo depende de cómo están sus intereses’, una prueba es que ya han establecido relaciones diplomáticas con Vietnan y están por hacerlo con Cuba.

A 25 años de la injusta invasión a Panamá, diferentes organizaciones manejan números difusos de los cientos de muertos y heridos que cayeron en combate o por el bombardeo. Sus familiares claman justicia para quienes ofrendaron su vida por Panamá. Por eso creo propicia la ocasión para que el gobierno nacional reconozca el mérito y sacrificio de sus hijos valerosos, que cívicamente querían ver al país libre de la estaca colonial y declare el 20 de diciembre como ‘ Día de duelo nacional’.

DOCENTE Y ESCRITOR

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