El mes de noviembre es muy significativo para todos los panameños, no importa si tenemos ascendencia china, hindú, africana, caribeña, norteamericana o española, nos engalanamos y asistimos o marchamos en los desfiles patrios tanto el 28 como el 3 de noviembre, reforzando, año tras año, nuestro nacionalismo y el orgullo de ser panameño. A la brava, con estos dos acontecimientos aún no esclarecidos políticamente ni históricamente, hemos hecho de estas festividades la razón de ser de una República independiente, soberana y democrática.

Panamá, el 28 de noviembre de 1821 se adhirió tarde al movimiento independentista de hipanoamérica, el criollismo nacional dedicado al comercio no ve otro camino para su desarrollo que la sujeción permanente al imperio español, a contrario de Maracaibo que el 28 de enero ya proclamaba su independencia, el 6 de mayo se crea la Gran Colombia, en julio lo hace el Ecuador, el 6 de agosto se independiza Venezuela, el 15 de septiembre Guatemala el 27 de septiembre México y el 1 de octubre Cartagena. Ante esta dinámica realidad histórica de separación de España, Simón Bolívar ordena preparar una fuerza invasora, de 5,000 hombres y un centenar de buques, para intervenir Portobelo y liberar al Istmo del yugo Español. Al respecto dice Mariano Arosemena: “... por manera que si no nos hubiésemos lanzado audaces los istmeños a los peligros inherentes a la proclamación de la independencia por nosotros mismos, esa gloria que supimos ganar no fuera hoy el laurel honroso que nos ennoblece”. Asimismo, el virrey Sámano muere en Panamá el 3 de agosto y el 22 de octubre, el general Murgeon se vio obligado a zarpar con el grueso de sus tropas para combatir en Ecuador, dejando el mando militar en manos del general José de Fábrega, realista, panameño y uno de los mayores terratenientes de la provincia de Veraguas, quien antes había combatido contra los patriotas de la Nueva Granda y que acabaría como “prócer” de la Independencia panameña.

La noche del 27 de noviembre hubo una deserción masiva de soldados que constituían “casi todas” las fuerzas militares que quedaban en la ciudad. De manera que, el 28 de noviembre, “el vecindario pidió que se reuniera el Cabildo... y se reúnen en la casa consistorial... Un inmenso gentío se apoderó de la barra, mientras que la plaza de la Catedral estaba llena de habitantes de las dos parroquias... La primera proposición, sometida al debate, fue si se proclamaría la independencia de este Istmo del Gobierno de España”.

Siempre precavidos los comerciantes, dejaron en boca del presbítero Martínez hacer la propuesta de votar por la afirmativa ante la primera proposición, pero “a reserva de lo que resolvieran las Cortes del reino”.

Por suerte, cundió la razón y fue rechazada la consideración del presbítero, y entonces fue que, con once años de retraso: “Panamá, espontáneamente, i conforme al voto general de los pueblos de su comprensión. Se declara libre e independiente del Gobierno español”.

La separación de Colombia fue un hecho ocurrido el 3 de noviembre de 1903, después de la Guerra de los Mil Días, la cual desencadenó la proclamación de la República de Panamá. Fuimos parte integral de todas las formas de organización política y territorial que tuvo la República de Colombia desde 1831 hasta 1903, con alrededor de diecisiete intentos de secesión y cuatro separaciones consumadas.

Se produce en el marco internacional de una política imperialista estadounidense que se fortalece a finales del siglo XIX, a través de la guerra hispanoamericana, donde se le quitan a España las posesiones de Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam.

La firma del Tratado Herrán-Hay, entre Estados Unidos y Colombia, el 22 de enero de 1903, y su posterior rechazo por el Congreso colombiano, dieron lugar al movimiento separatista, además venían padeciendo de una dura crisis económica, producto de la política centralista emanada de Bogotá y existía un fuerte resentimiento nacional por la muerte del poeta León A. Soto y el fusilamiento de Victoriano Lorenzo.

El ciudadano francés Philippe Bunau Varilla fue nombrado ministro Plenipotenciario de Panamá en Estados Unidos, por la Junta Provisional de gobierno, quien firmó el Tratado Hay-Bunau Varilla, el 18 de noviembre de 1903. Su texto, sin traducción fue ratificado por la Junta Provisional de Gobierno el 2 de diciembre de 1903. Este tratado entreguista le cedía a los EE.UU. a perpetuidad derechos en la vía marítima y la zona del canal. Los integrantes de la Junta Provisional de Gobierno denominados como “próceres” de la independencia de 1903, no debieron haber ratificado el tratado Hay -Bunau Variila que vulneraba la soberanía y nacionalidad de una república mediatizada por los EE.UU. Así se heredó a las siguientes generaciones de panameños una nación ultrajada desde su parto. Lucha que generó sacrificios, luto y dolor durante el siglo XX, hasta la lucha del 9 de enero de 1964, conocida como el “Día de los Mártires”, cuándo los estudiantes intentaron izar la bandera nacional en la zona del canal, provocando un enfrentamiento con tropas gringas, dejando 21 muertos y mas de 300 heridos, convirtiéndose este hecho en un catalizador para las negociaciones de los Tratados Torrijos -Carter en 1977, lo cual estableció la devolución del canal y recuperación de la soberanía nacional.

Hoy en medio de la coyuntura que dinamiza el Nuevo Orden Económico Mundial, Panamá nuevamente se convierte en objetivo geopolítico de las fuerzas en contradicción de este fenómeno, este accionar mundial renueva los esfuerzos de las generaciones que hicieron realidad el nacimiento y desarrollo de la república panameña, aun resaltando nuestro tratado de neutralidad, se hace necesario la unidad y solidaridad del pueblo panameño en aras de sostener nuestros principios soberanos y democráticos que tanta luchas hoy y siempre se han dado por ser un país libre y soberano, enarbolando nuestra preciada bandera siempre bajo las tonalidades de nuestro glorioso himno nacional aclamando por siempre nuestra consigna “Panamá es y será de los panameños”.

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