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- 14/02/2011 01:00
¿Y si no celebramos carnavales?
M e incomoda la pasividad de la mayoría de la población ante los retos de avaricia y sordidez que enfrentamos. Creo que lo que hay es una gran pereza, sí y compartida; multiplicada a la enésima potencia del desinterés. Confieso, nuevamente que, cada semana, se hace más difícil escribir esta columna frente a los acontecimientos que se dan, rápidamente y tan de seguido en el espacio de siete días.
Antes he expuesto que mis preocupaciones fundamentales se centran en el deterioro de la condición social y cultural de la especie y particularmente, de los que habitan esta estrecha franja de tierra en las Américas. El Yo por Yo y mis amigos, más nadie.
Acaba de terminar la primera década del nuevo milenio. Hemos recuperado la totalidad de nuestro territorio a expensas de la vida de tantos ilustres héroes de todas las capas sociales, que en muchos casos, sacrificaron todo para que fuéramos soberanos a cabalidad. Idealicé para este tiempo, una sociedad en franco camino a compartir espacios de crecimiento, desarrollo social y cultural. Una sociedad entretejida, avanzando hacia metas comunes de prosperidad; mejores condiciones de vida para todos. Una sociedad respetuosa del espacio, las ideas, la cultura y los deseos de cada sector como retribución a los sacrificios de los que expusieron o dieron sus vidas por la causa patriótica. Aún guardo esperanzas de que no me haya engañado.
A principios de la semana pasada, varios analistas internacionales mostraban preocupación porque después de dos semanas de protestas en Egipto, la intensidad de las mismas fuera disminuyendo. Era razonable especular sobre esa baja en las presiones multitudinarias que el pueblo egipcio había expresado. Parecía que el ritmo iba en decadencia frente a la negativa del presidente Mubarak de abandonar el poder. El jueves se intensificó nuevamente y la presencia de manifestantes, casi 24 horas al día, aumentó a razón de las negativas declaraciones de Mubarak esa tarde. A la hora de entrega de este artículo todo parece indicar que el pueblo egipcio ha triunfado: Mubarak ha abandonado el poder.
En Panamá, como ya sabemos y si han estado prestando atención, se daban demostraciones en contra del código que permite el desarrollo de la actividad minera en nuestro país. Las protestas se han dado particularmente en los sectores indígenas del país, quienes serían los directamente afectados por las consecuencias de la explotación minera. Tal como reportó La Estrella de Panamá el jueves pasado en su edición en línea, ‘la diputada Crecencia Prado, de ascendencia Ngäbe Buglé, denunció que la aprobación del mencionado Código, es indicativo de que el presidente Ricardo Martinelli nos ha agarrado de ‘tontos, mientras envía representantes a hablar con el pueblo Ngäbe aquí aprueba la ley’, en referencia a la Asamblea de Diputados. Según Dichter & Neira, el 68% de la población encuestada rechaza la modificación el código en mención.
Hubo tímidas manifestaciones de parte de algunos sectores populares ante un tema de tanta importancia, y que tiene el potencial de afectar permanentemente nuestro rico y exuberante hábitat y ambiente. La Universidad de Panamá fue cerrada desde el jueves, no por lo significativo de las manifestaciones (muy tímidas de parte de un sector que debería ser socialmente proactivo), sino por el vandalismo y el robo de insumos a lo interno del Campus, aprovechándose de las circunstancias.
En Panamá, esa misma tarde del jueves en las noticias de una televisora local que escuchaba, el tema de Egipto fue mencionado brevemente. El de las protestas por la minería, también. Con bombos y platillos como se dice en el argot local, transmitía los últimos detalles de los carnavales venideros bautizados ‘Carnaval de la City’ y con el lema ‘Goza lo tuyo Panamá’. Se oficializó la Cinta Costera como ruta oficial. Un ‘culecódromo’ será organizado entre la calle 29 y 30, cerca de la avenida Balboa. La reina será escogida el día 16 de febrero y como premio especial será embajadora cultural y participaría en todas las ferias internacionales en donde estuviera la presencia de Panamá como parte de la estrategia de turismo del país.
¿Por qué no abolimos los carnavales para siempre, a lo largo y ancho del país? ¿Cuántos protestarían? El dinero que todos los sectores invierten y lo que se gastan en preparativos para estas superficialidades, pudiera muy bien servir para invertir en mejorar las deficiencias que nos amenazan. En educación, por ejemplo.
Calle Abajo y Calle Arriba de Las Tablas, pudieran hacer las paces, limar vetustas asperezas que nadie ya recuerda. Juntar esa energía y esos esfuerzos de todo el año por deslucir a la parte contraria. Trabajar con ese afán y protestar con esa vehemencia, pasión y alegría por preservar lo que tenemos y en repudio a los que atentan contra el futuro del país.
*COMUNICADOR SOCIAL.