• 18/05/2013 02:00

Las células inteligentes

El Nuevo Testamento registra 35 milagros distintos hechos por Jesús. Todos los milagros de sanación del Maestro de Galilea están relacio...

El Nuevo Testamento registra 35 milagros distintos hechos por Jesús. Todos los milagros de sanación del Maestro de Galilea están relacionados con la Palabra que el emitía y la fe del que acudía en su ayuda. Jesús dijo a sus discípulos, en Juan 14, y eso es aplicable a nosotros en la actualidad, que ‘el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará’.

Cuando una persona se hiere o enferma, en las tribus australianas el clan se reúne a su alrededor junto con el enfermo y le canta pidiéndole perdón a la herida o parte afectada, y ésta entra automáticamente en un proceso de curación. En el conocimiento ancestral Inca, todo es reciprocidad. Por ello en las curaciones se pide a la parte del cuerpo que se armonice con la Pachamama (Madre Tierra, Creación de Dios). Lo mismo ocurre en las asombrosas curaciones de los Kahunas o médicos hawaianos, que entran en oración directa con la parte afectada pidiéndole perdón.

Nuestros ancestros aceptaban a las partes de nuestro cuerpo como un ser completamente inteligente y autónomo del cerebro. Pero durante los últimos siglos, eso se tomó como franca superstición. Veamos ahora los descubrimientos más recientes de la ciencia.

La doctora Candice Bert, exjefa de Biología Molecular del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, es a quien más se le debe la comprensión de lo que es la mente, el cuerpo y el espíritu.

Descubrió las endorfinas, a las que se les podría llamar las hormonas de la felicidad, porque son las que permiten a las personas disfrutar de la vida, sentirse deleitados por muchas cosas y resurgir con facilidad de las crisis personales sin demasiadas cicatrices emocionales. Consecuentemente también descubrió los neuropéptidos, que actualmente han sido estudiados por miles de científicos. La doctora Bert demostró que cuando pensamos, o sentimos, o nos emocionamos, o deseamos algo, eso se transforma inmediatamente en una molécula.

Esta hormonas se forma en la glándula pituitaria y el hipotálamo, ambas en el cerebro por eso se denominó neuropéptido. Neuro porque pertenece al cerebro y péptido porque tiene estructura similar a las proteínas. Luego se descubrió que son péptidos que funcionan como neurotransmisores.

Cuando tenemos un pensamiento, éste activa ciertas áreas de cerebro y activa los neurotransmisores, los cuales viajan de una neurona a otra Y, una vez que se comunicó con la otra neurona, se recibe el mensaje. Las neurona son especie de unas llavecitas y los receptores son las c cerraduras, que existen en el cerebro.

Esto, en sí, ya era interesante. Pero lo que descubrió la doctora Bert, validado por otros científicos, es que existen receptores que no solo están en las células cerebrales, sino en las células de todas partes del cuerpo. Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo, las que protegen contra el cáncer y las infecciones, encontraron receptores de los mismos mensajeros químicos en las células.

En otras palabras, nuestras células inmunológicas, las que nos protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento nuestro, cada emoción, cada concepto que emitimos, cada deseo que tenemos. Cada pequeña célula del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa.

Lo anterior nos dice que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas como lo es las células cerebrales, pero sí piensan, sienten, se emocionan y desean, se alegran y se entristecen.

Cuando uno se deprime, las células entran en huelga y dejan pasar los virus que se instalan en nuestro cuerpo. Es por ello que el stress, la depresión, la amargura y los resentimientos son causa de enfermedades.

Todo esto me hace colegir que el pensamiento de fe de los enfermos que acudían a Jesús, se transformaba en molécula y viajaba rápidamente hacia los receptores y ocurría el milagro.

El cuerpo está siempre hablándonos. Solo falta que nos molestemos en escucharlo. Cada célula de nuestro cuerpo responde a cada cosa que pensamos o cada palabra que decimos.

Por eso hay que hablarle a las células de nuestro cuerpo, hay que creer en nuestros sueños, hay que perdonar, amar y reír. A pesar de todos los abusos, los vejámenes y las burlas por las que este pueblo ha pasado, nuestro enfoque emocional no debe estar allí, debe estar en la mejor de las opciones que nos ayuden a salir adelante. Es tener una mente positiva y tener fe en que ‘todo esto pasará’. Y cuando combatimos la injusticia, debe ser con valentía y energía, por amor a nuestro prójimo, pensando y deseando el bien común.

MIEMBRO DEL PRD.

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