• 17/01/2019 01:01

Colonia americana no, y china tampoco

El repentino cambio gubernamental en nuestras Relaciones Chino-Panameñas podría marcar el principio del fin de nuestra independencia económica

El repentino cambio gubernamental en nuestras Relaciones Chino-Panameñas podría marcar el principio del fin de nuestra independencia económica; empezando con concederle trasiegos gratuitos por el Canal (de Panamá) a buques con bandera china, como pago a ese país o, más exactamente, al Partido Comunista de China (PCC), para amortizar los billones que empezaremos a deberles por proyectos diseñados a la medida de compañías constructoras chinas, como el para nada urgente ‘Tren Panamá-David', cuyo costo es inicialmente estimado en $5.5 billones o $5500 millones.

Es indispensable analizar lo que está sucediendo en Venezuela para comprender cómo un mandatario inepto o corrupto puede conducir a un país considerablemente más rico que Panamá a una catástrofe económica.

Básicamente, China le ofrece proyectos y préstamos multibillonarios a Maduro y Rusia le vende armas, como lo hizo al Gobierno republicano español durante la Guerra Civil de 1936, armamento que fue pagado con el oro proveniente de Latinoamérica que España guardaba en reserva. Pero la deuda externa venezolana aumenta tan rápidamente, que Maduro no puede pagarla con solo aumentar la extracción del ‘oro negro' que todavía tiene, ni siquiera aumentando dicha amortización con oro, madera y otras riquezas naturales de Venezuela; así que ahora procede a nacionalizar todas las viviendas y empresas privadas que puede, especialmente aquellas con problemas financieros, para luego traspasarle estos bienes-raíces a China; una desgracia que mañana pudieran experimentar las propiedades privadas en Panamá. Lógicamente, el PCC es la entidad que más rápidamente más bienes raíces venezolanos está adquiriendo.

La culminación por los estadounidenses del Canal que los franceses empezaron a construir, costó unos $400 millones en 1914; hoy día unos $10 049 millones, utilizando la inflación calculada por https://www.officialdata.org para los Estados Unidos. Y si en 1903 China hubiera estado ocupando el puesto de los EE.UU., un mandatario chino como Xi Jinping pudiera haberle ofrecido a Phillipe Bunau-Varilla un ‘préstamo sin devolución' (‘psd'), consistente en la culminación y posterior operación del Canal por una compañía china en una Zona del Canal cedida a perpetuidad. A cambio, China inmediatamente le daría $10 millones a Panamá, seguidos por pagos anuales de $250 mil. Utilizando diferentes vocablos, este acuerdo hubiera estipulado exactamente lo mismo que el tratado de 1903 que ningún panameño firmó. Esto sería perfectamente factible ya que ‘psd' es un vocablo acuñado por el PCC, que ahora mismo equivale a una ‘donación', pero cuyo significado pudiera cambiar con el tiempo.

Nuestro Gobierno ya está pregonando un megapréstamo de China, pagadero en 20 a 30 años, para concederle a una compañía china la construcción de una línea ferroviaria de 450 kilómetros entre Panamá y David, al costo estimado en $5500 millones; o sea 54.7 % de lo que costó culminar el Canal.

Referente al reciente ‘psd' para el estudio de factibilidad de dicha línea ferroviaria, su costo seguramente ya fue incluido y es considerado como un gasto de publicidad del proyecto principal, que es la construcción del tren; y su objetivo principal sería comprometernos con una compañía china para construir el proyecto, algo que lesionaría la libre competencia con compañías de otros países, como España y Japón.

Ojalá todos los panameños pensantes se percaten de que este ‘acuerdo' sería un auténtico Caballo de Troya, porque si regresáramos a 1903, algo que el mandatario chino nunca le hubiera revelado a Bunau-Varilla hubiera sido que, como máximo, a China solo le hubiera costado unos $300 millones culminar el Canal, hoy día unos $7537 millones; aún cuando solo los miembros del PCC recibirían sueldos atractivos y sus hijos tendrían aseguradas buenas escuelas, mientras que la mayoría de los obreros serían tratados casi como esclavos.

Si en 1903 los mandatarios de China y Panamá hubieran acordado un contrato por $400 millones, a un gasto real para China de solo $300 millones, los $100 millones restantes, hoy día $2512 millones, hubieran sido para el PCC, para los directivos y supervisores de la ‘Compañía China del Ferrocarril', y para sobornar a cualesquiera políticos panameños que ayudaran a cerrar el trato.

Los ‘trenes de alta velocidad', popularmente llamados ‘trenes bala', viajan de 200 hasta 600 Km/hora, pero solo transportan pasajeros. Un tren con una velocidad máxima de 200 Km/hora es considerado un ‘tren de mediana velocidad'; y llevar pasajeros de Panamá a David a 160 Km/hora y con catorce estaciones intermedias le tomaría al menos cuatro horas; empezando por dividir 450 entre 160. Y, de transportar carga, su velocidad tendría que ser reducida a unos 90 Km/hora, así que un acarreo sin escalas entre Panamá y David le tomaría unas cinco horas. Finalmente, dicho tren podría ir de Panamá a David en dos horas y media solo desplazándose a la velocidad máxima especificada de 180 Km/hora, llevando solo pasajeros, y sin estaciones intermedias.

La población de China alcanza unos 1420 millones de personas, y unos 90 millones de ellos son miembros del PCC; o sea que un 6.3 % de la población manipula al 93.7 % de la misma. Naturalmente que, uniendo el constante espionaje tecnológico, que le ahorra ingentes gastos de investigación a las empresas chinas, con una mano de obra casi gratuita, resultan productos chinos muchísimo más baratos que idénticos productos hechos en otros países. Esto es algo que atrae enormemente a numerosos empresarios extranjeros, pero que los turistas extranjeros nunca podrán percibir, porque en China todos los guías de turismo son miembros y vigías del PCC.

Algunos miembros milenios del PCC piensan que ellos gobernarán su país ecuánimemente; pero nada parecido podría adivinarse treinta años atrás en la Plaza Tiananmen de Beijing, cuando, según señala la BBC de Londres, el Ejército Chino masacró a más de 10 mil personas, mayormente jóvenes, quienes solo pedían más libertad. Peor aún, el PCC le guarda una acérrima animadversión a cualquier agrupación o persona de cualquier tipo que ellos no puedan controlar. El mismo presidente Xi Jinping lidera una fiera persecución contra todas las iglesias cristianas en China, particularmente contra la Iglesia católica; algo que el presidente Varela debería comprobar preguntándoselo al papa Francisco.

Afortunadamente, con diferentes enterezas la mayoría de los estadounidenses son cristianos creyentes, y gradualmente entrenaron a panameños para posiciones cada vez más elevadas, incluyendo a un eminente ingeniero panameño, galardonado internacionalmente, para que fuera administrador del Canal y, gracias principalmente a los mártires estudiantiles de 1964, al general Omar Torrijos, y al presidente Jimmy Carter, el Canal revirtió completamente gratis a Panamá. De no haber sido así, Panamá no hubiera podido inmediatamente operar el Canal exitosamente.

Esto jamás hubiera sucedido, si el Canal hubiera estado administrado por un PCC intrínsecamente ateo. Y tampoco sucederá si una compañía propiedad del PCC administrara un tren Panamá-David, a menos que alguien como el presidente Varela conociera alguna entidad dispuesta a donarle $5500 millones a Panamá para comprar dicha compañía.

Los más perjudicados por estos ‘acuerdos' son los obreros trabajando bajo el ‘paraguas' del PCC, porque, a menos que renuncien a cualquier creencia religiosa que tengan y se enrolen en el PCC, seguirán sobreviviendo sin poder aspirar a salarios honorables y una mejor calidad de vida para ellos y para sus hijos; a menos que, como ocurre actualmente, emigren a países como Panamá.

EL AUTOR ES JUBILADO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE EE.UU.

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