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- 28/04/2022 00:00
De la Colombia electoral
La hermana República de Colombia, de la que nos separamos en 1903, está a un mes de sus próximas elecciones presidenciales. Con retos enormes y con realidades complejas.
Tal vez, hoy más que nunca, debemos prestar especial atención a ese proceso electoral, no solo por las consecuencias que para ese importante país de la región tendrá, sino, porque la cercanía geográfica, histórica, social, económica y de tantos otros aspectos, impone un impacto directo y rápido sobre Panamá.
Ante una contienda como esta, siempre será oportuno releer el manifiesto de la Junta Provisional de Gobierno de Panamá emitido horas después de nuestra separación de Colombia.
En una de sus partes dice, con la belleza literaria de la pluma de Eusebio A. Morales: “Al separarnos de nuestros hermanos de Colombia, lo hacemos sin rencor y sin alegría. Como un hijo que se separa del hogar paterno, el pueblo istmeño, al adoptar la vía que ha escogido, lo ha hecho con dolor, pero en cumplimiento de supremos e imperiosos deberes: el de su propia conservación y el trabajo por su propio bienestar. Entramos, pues, a formar parte entre las naciones libres del mundo, considerando a Colombia como nación hermana siempre que las circunstancias lo demanden y por cuya prosperidad hacemos los más fervientes y sinceros votos”.
En el alma de los panameños debe estar siempre honrar la palabra de los primeros gobernantes de Panamá, de desear la prosperidad para Colombia.
Traigo a la memoria que, en 2016, durante el plebiscito que consultó al pueblo colombiano los acuerdos de paz, una de las conclusiones a las que arribé fue que Colombia no tuvo un debate real, a pesar de los múltiples e interesantes argumentos de cada sector. Cuando acudí a observar la consulta popular quedé bajo la impresión, de manera figurada, de que los del SÍ estaban en AM, los del NO en FM y no se encontraban en un terreno común para una discusión fructífera.
Colombia fue un ejemplo – al igual que el Brexit - del contrasentido de sociedades hiperconectadas y con amplia interacción comunicacional, pero que, al mismo tiempo, la polarización y la incapacidad de escuchar la opinión del otro, llevan a un estadio en el que la opinión pública no se forma, sino se deforma.
Han transcurrido seis años y no observo – desde la distancia – muchas diferencias con el proceso electoral que transcurre.
Interesante plantear que más de 30 años han pasado del proceso constituyente que reemplazó la centenaria Constitución de 1886 (una de las razones de nuestra separación), muchas de las conceptualizaciones para la consolidación de la democracia colombiana se han quedado cortas o limitadas.
Aun cuando aquel proceso constituyente mantuvo los rasgos principales de una democracia liberal representativa, emergió como objetivo central la articulación de elementos de una democracia participativa moderna como elemento distintivo del ordenamiento político.
La gran interrogante es si estas elecciones venideras expresan un avance del sistema para mayor participación democrática o los elementos mencionados de polarización e incapacidad de escuchar la opinión del otro, se asientan y expanden en la sociedad colombiana.
Una sociedad que, a su vez con problemas muy parecidos a los que enfrentamos los países del resto de la región, tiene la corrupción, la inseguridad, la salud y la educación como retos enormes sobre los que su población exige soluciones apremiantes.
A lo anterior hay que agregar, como bien señala el catedrático colombiano Fernando Cespeda Ulloa, “la crisis de representatividad que agobia la Democracia Liberal”. Por supuesto que no solo para Colombia, mucho de eso es parte de la radiografía que debemos observar con atención para comparar con nuestro Panamá.
Aquí vale señalar, como un elemento importante, el déficit de oposición elevada y a la altura de las circunstancias. La democracia necesita tanto de Gobierno, como de oposición, sin la segunda los Gobiernos serán peores.
Muchas de las realidades que enfrenta Colombia, tienen similitudes con nuestro país, otras por supuesto que no. En el deseo de lo mejor para Colombia, prestando mucha atención a lo que está sucediendo en esa tierra hermana, debe estar también, el aprendizaje para evitar muchos de los entuertos que allá se sufren.