• 27/05/2021 00:00

¿Constituyente o paralela?

“Ya basta. Constituyente sí; Paralela, no, gracias. ¿'Tamo claritos? Dios nos guíe”

Nuestra Constitución es vieja. Se ha venido retocando desde hace tiempo, pero es como mandar a chapistear un carro viejo y oxidado, siempre sobre la misma carrocería. Se verá más nuevo, incluso llamativo, pero el funcionamiento va a ser el mismo. No habrá mejor desempeño ni más comodidades, no. Será la misma cacharpa, con el mismo asiento amoldado a las posaderas de su único conductor: el político.

Citando el Artículo 2: “El Poder Público solo emana del pueblo. Lo ejerce el Estado conforme esta Constitución lo establece, por medio de los Órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, los cuales actúan limitada y separadamente, pero en armónica colaboración” … Ajá.

No hay que irse muy lejos para ver algunos detalles interesantes. Para empezar, y siendo medianamente observadores, Poder Público aparece en mayúscula, mientras pueblo aparece en minúscula. ¿Mensaje subliminal, o despropósito directo? Me inclino por la segunda opción.

Los políticos criollos se han dado a la tarea de torcer, girar, adelgazar o de plano bloquear las normas siempre en beneficio propio. A menos que hayamos estado viviendo en un país paralelo, esta aseveración resulta cierta para los ciudadanos.

¿Cuándo fue la última vez que vimos a un político obrar en puro beneficio de la ciudadanía? Podemos pasar mucho tiempo tratando de encontrar alguna ocasión de coincidencia, pero la respuesta obvia es la que viene de manera inmediata a nuestra mente: JAMÁS.

En este tren de pensamiento, hemos visto a los partidos políticos “unirse” para buscar firmas a favor de un cambio, según ellos, representado en la Paralela. Hay que tener muy poca memoria para olvidar que los mismos que hoy se juntan para un fin común son los mismos que se desacreditan mutuamente por deporte, pues, a los ojos de cada cual, el otro es una basura, de manera resumida.

Esto despierta mi curiosidad, por un lado, y por otro activa muchas alarmas. ¿Por qué se juntaría el agua con el aceite? No lo hace, simplemente busca una meta en común: fluir cada cual a su ritmo, como siempre.

Partiendo de esta deducción, ya la Paralela no se ve tan atractiva, ¿o sí?

Pero entendamos las diferencias, abismales, entre dos cosas que han tratado por todos los medios de hacernos ver como “similares”, siempre aclarando que no soy abogado, sino un ciudadano preocupado.

En lenguaje simple, la Constituyente emana del poder soberano, o sea, del pueblo. La Paralela emana del poder constituido, o sea el Órgano Legislativo. La Constituyente no tiene límites y puede cambiar todo, incluyendo eliminar instancias y organismos que funcionen actualmente, mientras que la Paralela solo puede reformar parcial o totalmente, precisamente porque su capacidad es limitada.

Otra cosilla muy llamativa resulta ser que la Constituyente es retroactiva y lo que legisle, en caso de prosperar, afectaría a todos los funcionarios de elección que hayan pasado por despachos públicos, mientras que la Paralela sería a futuro, sin tocar a los que hayan obrado anteriormente, para bien, o para mal. Creo que empiezo a ver un patrón.

Nuestra Constitución actual está llena de remiendos, precisamente porque han sido los políticos los que se han encargado de hacer los cambios a la misma, logrando cambiar, solo para sus intereses, normas y legislaciones y dejando grietas a través de las cuales pueden escapar las alimañas del siempre muy corto brazo de la Ley aquí.

Una Paralela no es más que otro parche, un remiendo adicional a la ya muy mal presentada Constitución que tenemos. La Paralela es simplemente una Constituyente castrada, que no puede producir nada nuevo, y que no busca fortalecer la Ley ni la Justicia, sino mantener el “statu quo” de los que se vienen beneficiando de la Constitución actual, desde que se dieron cuenta de que una curul es una fuente ilimitada de superpoderes para hacer lo que les dé la gana, pisoteando al pueblo, y sin tener ninguna consecuencia.

Nosotros somos el pueblo y aún en minúscula, como aparece en la Constitución, somos el verdadero poder para poner y quitar funcionarios, por más que se nos haya olvidado en la eterna campaña de santificación de demonios que nos ofrecen las autoridades y los medios de comunicación, siempre genuflexos al poder económico.

Funcionarios. Ellos nos tienen que servir a nosotros, por Ley, no al revés. Despierta, Panamá, y recuérdalo. Somos sus jefes, y ellos nuestros empleados.

Con la Constituyente los podemos despedir, con la Paralela no, y ellos lo saben.

Es obvio ahora por qué se tiran todos al agua agarrados de manos para vendernos su tabla de salvación política, como la tabla de salvación de todos, nuevamente revelando su “modus operandi” que coloca a los partidos políticos, con todos los bichos que producen, por encima del pueblo.

Ya basta. Constituyente sí; Paralela, no, gracias.

¿'Tamo claritos?

Dios nos guíe.

Ingeniero civil.
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