• 17/01/2018 01:00

La creación literaria como vivencia auténtica

Lo que está faltando es la formación de buenos lectores que acompañen este auge y lo ayuden a consolidarse con su aval

Resulta innegable que en Panamá se está produciendo en años recientes una nueva literatura: depurada, variada, auténtica, responsable. En ese sentido, no son pocos los nuevos nombres que han ido apareciendo, ya sea porque ganan un premio local o porque publican un libro meritorio. Así, el cuento y la poesía, sobre todo, tienen nuevos expositores, y no pocas de las voces recientes pertenecen a talentosas mujeres. Y en buena medida, tanto el Diplomado en Creación Literaria que se ofrece anualmente en la Universidad Tecnológica de Panamá, como diversos talleres literarios particulares (dictados por escritores respetables) e institucionales (facilitados por el INAC), están contribuyendo significativamente al fenómeno.

Lo que está faltando es la formación de buenos lectores que acompañen este auge y lo ayuden a consolidarse con su aval. Pero esa labor, que debe empezar obviamente en los colegios y universidades, lamentablemente no se está dando con el nivel de eficacia y permanencia que el fenómeno de la creatividad literaria requiere para mantenerse. Al respecto, propongo las siguientes reflexiones como un acercamiento a la buena literatura.

La creación literaria como arte presupone una singular visión de mundo que se desea compartir. Implica, asimismo, una intencionalidad estética que refuerza el aspecto humano mediante el uso de un lenguaje diestramente manejado; con creatividad, pero eficiente. Si a esto sumamos lo que podría denominarse la ‘inventiva', que no es más que la imaginación hecha realidad, el autor puede enfocar de una forma novedosa aspectos significativos, a veces ocultos o poco comprendidos, de esa realidad, así como también de los mundos posibles.

En este sentido, es importante insistir en el hecho de que la literatura no es simplemente una manifestación de la experiencia, de lo visto y sabido, sino también de lo intuido, de lo soñado, de los deseos. Es en realidad su recreación. Lo cual entraña transformaciones, sustituciones, añadidos. Porque la percepción de las cosas siempre va acompañada de su interpretación. Por tanto, la literatura no es nada más un reflejo del mundo a través de la escritura, sino lo que el artista añade a esa realidad haciéndola vitalmente diferente.

Sin duda, lo fáctico, por otra parte, suele ser un factor esencial cuando se escribe, pero no tiene por qué ser reproducido tal cual por el artista. Memoria, testimonio o noticia deben ser complementados por la creatividad; o ésta por aquéllos. Como dice el poeta y ensayista cubano Manuel García Verdecia, ‘en las bellas artes el criterio de verdad se constata no por la veracidad sino por la verosimilitud. Lo determinante no es la exactitud de realidad verificable que refiera la obra sino el grado de arte con que se hace entendible y aceptable.'

No en vano tanto las novelas como los cuentos son denominadas obras de ficción. Y es que en una auténtica obra literaria el sentido común puede no funcionar de manera eficaz y lo evidente podría resultar un engaño. Sabemos muy bien que no pocas veces hay mucho de apariencia en la forma en que se nos presentan las cosas —personas, situaciones—, y que a menudo así nos las creemos, o las queremos creer (que a veces es casi lo mismo). Vargas Llosa lo explica muy bien en su libro ‘La verdad de las mentiras' (Alfaguara, Madrid, 2002).

Y sin embargo, qué maravilla cómo un escritor de talento logra develar aspectos de la vida, de la experiencia humana, que no siempre estaban a la vista. De ahí que saber manejar literariamente la ironía y el sarcasmo, el humor negro, la paradoja, la contradicción, la mera apariencia, permiten no pocas veces una mirada oblicua del mundo, que puede ser la que mejor lo describa. Es entonces cuando puede ocurrir que incluso una percepción surreal plasmada en un texto narrativo propicie una visión más realista de las cosas. Cuando lo onírico se vuelve, para bien o para mal, el mejor espejo.

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