Las acciones de la Contraloría se dan tras más de un mes de huelga en el sector docente que arrancó formalmente el pasado 23 de abril
- 05/06/2025 00:00
La neutralidad, sí, la neutralidad

Está cada vez más claro que la intención de la nueva administración estadounidense es acabar con la neutralidad del Canal de Panamá. Y es importante para nosotros entender por qué. Lo que no fue un problema durante los últimos 25 años, ahora parece serlo. Y la explicación no está en nuestro país, sino que es preciso buscarla en la geopolítica internacional: la rivalidad entre Estados Unidos y la República Popular China.
Ambas potencias rozan en el ámbito económico. Estados Unidos tiene el mayor Producto Interno Bruto del mundo, seguido por China. Pero China crece a un ritmo dos veces más rápido que Estados Unidos y se estima que lo superará en su producción total de bienes y servicios para el año 2037. Ya la producción industrial china es más grande que la producción industrial combinada de Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur e Inglaterra. China es actualmente el mayor exportador del mundo, mientras que EE.UU. es el mayor importador. China es el principal socio comercial de 60 países, reemplazando el comercio que esos países tenían con Estados Unidos:
Basta con fijarse en el origen de las mercancías en las tiendas de cualquier mall, o fijarnos en las marcas de automóviles en las calles para darnos cuenta del impacto de la producción China en Panamá. Y así es en todos los países del mundo.
Pronto el país asiático será también punta en el área tecnológica. Para muestra un botón: El martes 21 de enero de 2025, el presidente Trump anunció “... La mayor inversión financiera de la historia en Inteligencia Artificial”: $500.000 millones para las empresas tecnológicas de su país. Pero el día anterior, una empresa China había anunciado el lanzamiento de la aplicación de Inteligencia Artificial “Deep Seek”, con una inversión de sólo $6 millones. Es igual o superior a la similar ChatGPT de Estados Unidos, que es de “Código Cerrado” y cuesta $200 al mes, a diferencia de la aplicación china, que es gratis y de Código Abierto.
Sólo la empresa Huawei en Shanghái construyó en 3 años un centro de investigación denominado Lianqiu Lake R&D Center, que abarca una superficie de 160 hectáreas, en cuyos 104 edificios trabajan 35.000 científicos, ingenieros y otros investigadores. A esa velocidad, tarde o temprano ganarán la carrera tecnológica.
La respuesta económica de la actual administración de Estados Unidos es la búsqueda de la reindustrialización mediante barreras arancelarias que protejan su producción interna frente a sus importaciones, barreras por las cuales se está peleando con medio mundo. Pero la respuesta política de esta y de anteriores administraciones, es la de prepararse para hacerle la guerra a China.
Hace algunos días informaron los periódicos que el Pentágono no quiso darle a Elon Musk —superasesor de Trump— los planes que tienen preparados para la guerra contra China. O sea, que los planes ya están hechos. Y los preparativos también. Aunque China se encuentra al otro lado del mundo, EE.UU. tiene 160 bases militares rodeándola (30 en Corea del Sur, 120 en Japón, nueve en Filipinas, entre otras), con unos 100.000 soldados. También tiene alianzas con Australia para submarinos (Aukus) y constante vigilancia satelital (China, por su parte, tiene sólo una base militar fuera de su país, en África).
El gobierno de Ecuador le va a dar una base militar naval en la ciudad costera de Manta y otra en las Islas Galápagos. Argentina, una Base Naval en Ushuaia, en la Patagonia. Y Estados Unidos ha manifestado su interés en adquirir los más importantes puertos de Grecia. Además, quieren anexarse Canadá y Groenlandia para controlar el tránsito de barcos comerciales y militares por el Polo Norte.
El modelo de guerra en contra de China puede ser el de Ucrania: conseguir un Zelenski taiwanés, fabricar en el estrecho de Taiwán una situación inaceptable para la República Popular China y provocar así una guerra que, sin ser nuclear, pueda debilitar a China. Estados Unidos únicamente impondría “sanciones” económicas tales como bloquear todo el comercio naval de China.
¿Y dónde entra aquí el Canal de Panamá? Poder controlarlo desde ahora, por las buenas o por las malas, les serviría para impedir que los barcos chinos, uno de nuestros mayores usuarios, lo transiten cuando los Estados Unidos crean llegado el momento. O cobrarles un peaje superior, para hacer sus mercaderías más caras. O, por último, apropiarse de los $2.400 millones netos que produce anualmente el Canal.
El presidente Trump no mencionó a Panamá durante su campaña electoral. Una vez electo, manifestó ante el Congreso de Estados Unidos que se tomaría el Canal, por las buenas o por las malas, frente a lo cual los senadores republicanos se pusieron de pie para aplaudirlo. A la fuerza, si fuese necesario, nos arrebatarían el bien más importante y valioso del país. El país “aliado”, “socio”, “amigo” de Panamá, de pronto sacó un cuchillo para enterrarlo en nuestra espalda. Fue una sorpresa.
Para llegar hasta el control del Canal, primero envió a su secretario de Estado, Marco Rubio, para ordenarle al presidente Mulino que retirara a Panamá de la Ruta de la Seda, proyecto mundial de China considerado el plan más grande de interconectividad en la historia entre la China y más de 70 países en Asia, Europa, Medio Oriente, África y Latinoamérica, donde se ve a Panamá como la puerta de entrada de mercadería china para su distribución en todo el continente. También le ordenó que le quitara la concesión a la empresa China, que maneja puertos en las riberas del Canal. Mulino sacó a Panamá de la Ruta de la Seda y orquestó a través de la Contraloría un escándalo alrededor de la concesión de los puertos, que refleja las desventajosas condiciones hechas a esa empresa por varios gobiernos y que, salvo darle argumentos propagandísticos a Estados Unidos, no llegará a nada.
Luego llegó Hegseth, secretario de Defensa de Estados Unidos, dándole la orden a Mulino de permitir bases militares y mantener soldados estadounidenses en Panamá que, aunque prohibido por el Tratado de Neutralidad y la Constitución de nuestro país, se plasmaron en un Memorándum de Entendimientos, cuya versión en inglés todavía no ha sido publicada. De “ñapa”, exigió que no se cobrara peaje a sus barcos de guerra y auxiliares (que siempre han pagado).
“¿Qué estrategia debía seguir Panamá frente a esta agresión?” La protección que los países pequeños tenemos frente a las potencias mundiales están en el Derecho Internacional, las Cartas de las Naciones Unidas y de la Organización de los Estados Americanos, y en nuestro caso, el Tratado de Neutralidad. Y hay consenso entre todas las personalidades, historiadores, académicos, políticos y conocedores experimentados de las Relaciones entre Panamá y Estados Unidos de que nuestro país debía salir a buscar el apoyo de otros países de Latinoamérica, Europa, y añado yo, África, Asia, Canadá y Groenlandia. Defender la neutralidad, la independencia, soberanía y dignidad de nuestro país. Acudir a los países que firmaron el Protocolo del Tratado de Neutralidad. No caer en la histeria contra China (semejante a la histeria anticomunista de McCarthy en EE.UU., durante la Guerra Fría). Sin embargo, en ese momento, nuestro presidente, por el contrario, manifestó que “... no necesita compañeros de viaje”. Y las acciones en tal sentido han sido a propósito pocas y débiles.
También era necesario fortalecernos internamente, cementando la unión que al principio de la amenaza tuvimos entre todos las clases sociales, partidos políticos, expresidentes, grupos organizados y población en general. No es fácil enfrentarse a Estados Unidos. Se necesitaría la inteligencia, experiencia, conocimiento y sentido común de todos los panameños y panameñas pensantes para tomar los pasos necesarios y adaptarlos en la medida que cambien las circunstancias.
Pero las acciones más importantes del presidente de Panamá han sido orientadas, en sentido inverso, hacia la división. Nada más divisivo que la reforma a la Ley del Seguro Social, que tiene a medio país paralizado y que según el ejecutivo está escrita en piedra; que el anuncio de que va a promover la reapertura de la mina, rechazada hace poco por una insurrección popular mucho mayor que la de la Cruzada Civilista; y la firma de un Memorándum de Entendimiento con Estados Unidos, concediéndole bajo palabras engañosas tres bases militares y la presencia de tropas estadounidenses en el país, en violación al Tratado de Neutralidad.
En cualquier momento, la administración estadounidense puede enfilar toda sus fuerzas en contra de Panamá, y para esa eventualidad, el gobierno de Mulino nos habrá puesto en una situación de franca indefensión.
La pérdida de neutralidad del Canal de Panamá significa mediatizar el tránsito de buques por el Canal al capricho de la administración de Estados Unidos y hacer de Panamá el teatro de guerra en cualquier conflagración mundial. Panamá debe hacer todos los esfuerzos posibles para defender la neutralidad del Canal y para mantenernos alejados de vaivenes geopolíticos que pueden ser una verdadera desgracia para el futuro de nuestro país.