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- 16/01/2024 00:00
Crisis del agua: del bien común al bazar depredador
Hoy, en la región metropolitana, nos enfrentamos a una cierta escasez del agua en la que compiten por esta, los seres con vida que residimos allí y las operaciones del Canal de Panamá. He aquí una contradicción evidente acerca de los usos del agua y de su escasez provocada por un modelo de inequidad social y no al revés (Pinnock, 2011. Escasez de agua: un problema que se agudiza, en: La Estrella de Panamá, 3/abril, página de FLACSO).
El asunto se vuelve más grave, a la hora de las propuestas para superar dicha contradicción. Por el lado del Canal de Panamá, la ACP y los inversionistas de la construcción, proponen crear nuevos “reservorios” (Cuenca del río Indio) y en el caso del agua para el consumo humano, la tecnocracia del IDAAN propuso la “brillante” solución de construir grandes plantas potabilizadoras y la multiplicación de entrega de este líquido a través de “camiones cisternas”.
Esta “brillantez” de tecnócratas locales y prestamistas de las IFI´s resultó muy conveniente al funcionamiento del modelo económico que se instauró en 1990, gracias a la invasión a nuestro país, en la que había que desmantelar el Estado para dar paso a cuanto negocio privado se pudiera inventar a costa del erario nacional. La primera y segunda condición para que se produzca un crecimiento económico están aquí sepultadas. Es harto sabido que no es posible generar significativos excedentes económicos en un país si se mantiene una “organización dispendiosa e irracional del sistema productivo” (Baran, 1957).
Efectivamente, de acuerdo a diferentes expertos que han trabajado para el IDAAN, más del 50% del agua potable producida en la región metropolitana se pierde por las fugas existentes en la infraestructura de distribución. Las plantas que potabilizan el agua para la población de esta región, absorben poco más de 1.535 millones de litros de los lagos del Canal, con la que se atiende alrededor casi dos millones de habitantes, que equivale a que cada habitante consume 768 litros por día, lo cual evidentemente no es cierto, dado que en el promedio de los mayores consumidores no se utiliza más de 70 litros por día, es decir, se utilizan dispendiosamente, irracionalmente, 698 litros diarios más de lo socialmente necesario.
¿Y cuál ha sido la deslumbrante respuesta a esta “escasez inducida”? Pues, la de mantener el problema de las fugas y construir potabilizadoras, que son más rentables a los inversionistas de la construcción y sus banqueros. Es decir, se trata de la encarnación del modelo impuesto desde 1990, donde se prefiere favorecer a la “iniciativa privada” a costa del Estado, dado que resolver las fugas de agua representan menos de la tercera parte del costo de las nuevas potabilizadoras. El problema, está claro aquí, no es la iniciativa privada, sino un modelo que los convierte en parásitos del Estado.
Por los lados del Canal de Panamá, les ha tocado sufrir que entre los compromisos para su funcionamiento racional estaba el de mantener unas zonas boscosas, determinadas antes de la reversión de la zona esta actividad y que tales compromisos se han soslayado, caso del “polígono de tiro de Nuevo Emperador”; pero adivinen, con el modelo impuesto en 1990 de darle rienda suelta a la iniciativa privada “que todo lo hace eficientemente”, se dejó a un lado tal condición necesaria para la eficiencia de tan importante activo, para pasar a beneficiar a los inversionistas inmobiliarios, al capital hipotecario y de paso a los políticos que veían crecer electoralmente sus circuitos y municipios. En Nuevo Emperador, de 688 viviendas existentes en ese polígono, hoy existen alrededor de 4.748 (deforestación incluida); se ha reducido-solamente en esta zona en más de seis veces la capacidad para producir (ambientalmente) agua para nuestro Canal.
En estas condiciones, no es lo mismo hoy enfrentar los efectos del fenómeno de El Niño con la sexta parte de la capacidad ambiental para producir agua, deteriorada desde 1990 por un modelo económico que ha convertido en “Bazar” (como le denomina el geógrafo Rogelio Mata) de beneficio privado a nuestros principales bienes materiales. Y de aquí emerge la interrogante perfectamente válida de los campesinos de la cuenca del río Indio ante la propuesta de los reservorios allí: ¿Y ahora por qué tenemos que pagar las irracionalidades de un modelo depredador que solo ha beneficiado al capital inmobiliario y a profesionales del clientelismo político?