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¿Cuál debe ser más importante en la sociedad? La IA o la IE

- 12/05/2025 00:00
En un mundo cada vez más dominado por la tecnología, donde la inteligencia artificial (IA) avanza a pasos agigantados, surge una pregunta crucial: ¿Estamos descuidando nuestra inteligencia emocional (IE) en favor de las máquinas? Mientras la IA optimiza procesos, predice comportamientos, la IE —esa capacidad de entender y gestionar nuestras emociones y las de los demás— parece quedar en un segundo plano. Pero, ¿Es eso realmente lo que necesitamos como sociedad?
La IA: eficiencia fría vs. calidez humana. No hay duda: la IA ha revolucionado industrias completas. Desde chatbots que atienden al cliente hasta algoritmos que diagnostican enfermedades, su utilidad es innegable. Sin embargo, la IA carece de empatía, ética y autoconciencia. Puede simular emociones, pero no sentirlas; puede aprender de datos, pero no tiene experiencias humanas.
Un estudio de Harvard Business Review ya advierte que, aunque la IA puede aumentar la productividad, su abuso en entornos laborales ha generado empleados más estresados y desconectados. ¿De qué sirve una máquina que predice tus compras si no puede entender tu frustración cuando el producto falla?
La IE: el antídoto contra la deshumanización. Mientras la IA avanza, la IE se convierte en el verdadero diferenciador humano. Daniel Goleman, psicólogo y autor del best-seller Inteligencia Emocional, insiste en que el éxito profesional y personal depende en un 80 % de la IE, frente a un 20 % del coeficiente intelectual.
En la era digital, habilidades como: autoconocimiento emocional (saber qué sentimos y por qué), empatía (conectar con las emociones ajenas), la gestión del estrés (crucial en un mundo hiperconectado) y comunicación asertiva (clave en liderazgo y relaciones)... Son las que evitan que nos convirtamos en esclavos de la tecnología. Un docente que usa IA para corregir exámenes, pero no sabe contener a un alumno en crisis, o un médico que confía ciegamente en un diagnóstico automatizado, pero no escucha al paciente, están perdiendo lo esencial: el factor humano.
Conclusión: ¿Qué debe priorizarse? La IA es una herramienta poderosa, pero la IE es el cimiento de una sociedad resiliente y compasiva. En lugar de verlas como rivales, debemos integrarlas: Usar la IA para lo mecánico (automatización, datos) y desarrollar la IE para lo humano (toma de decisiones éticas, creatividad, relaciones).
La relación de maestro y discípulo es uno de los conceptos más esenciales de la filosofía budista, que tiene por meta guiar a las personas a la felicidad y al desarrollo. El lazo entre el mentor y el discípulo nace a partir del ferviente anhelo de luchar conjuntamente por la dicha del género humano.
El proverbio “Todo en exceso es malo” se trata de la idea que exceder los límites de lo necesario o lo razonable puede tener consecuencias negativas. Este concepto se encuentra en diversas fuentes, como en la Biblia, donde se menciona que el pueblo de Israel se alejò de Dios al buscar un dios de oro. Además, se ha expresado en diversas frases y aforismos, como “El exceso es el veneno de la razón” de Francisco de Quevedo, escritor, noble y político español. En resumen, el exceso puede llevar a problemas y desequilibrios en la vida.
La pregunta no es cuál es más importante, (la IA o la IE) sino cómo equilibrarlas. Porque, al final, ningún algoritmo podrá reemplazar el abrazo de un ser querido, la motivación de un buen maestro o la sabiduría de quien sabe escuchar.