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- 09/07/2021 00:00
¿Qué podemos hacer por la cuenca del río Juan Díaz?
A la fecha de hoy, mucho conocemos sobre las propuestas realizadas para mejorar las condiciones hidráulicas, ambientales y de prevención del riesgo en la cuenca del río Juan Díaz. Sin embargo, poco se ha hecho en esa dirección. A medida que pasan los años es menos lo que conocemos del comportamiento de las corrientes en esta cuenca, simplemente por la ausencia o la no actualización de los instrumentos meteorológicos e hidrológicos.
Hemos recibido con gran entusiasmo la decisión del actual Gobierno de crear el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología y esperamos que el río Juan Díaz sea el receptor de por lo menos dos estaciones hidrológicas de primera generación, y que se aumente la densidad de las estaciones meteorológicas. De lo contrario, continuaremos realizando análisis estadísticos multivariables para tener una idea de los caudales que se generan productos de las tormentas extremas, las cuales se están manifestando con periodos de recurrencia más cortos, que muchos asocian al fenómeno del Cambio Climático. En Hidrología siempre existirá un grado de incertidumbre en los cálculos de las variables de cualquier fenómeno físico, pero este se acentúa en ausencia de una efectiva instrumentación hidrometeorológica de la cuenca.
Existe un principio, conocido por los hidrólogos y desconocido por muchos, que no se puede negar: “el sitio donde residimos está dentro de una cuenca hidrográfica”. Por lo tanto, la presión que ejerce el aumento poblacional está correlacionado con el desarrollo de la cuenca, donde este busca garantizar los servicios básicos e infraestructuras necesarias en una ciudad. Muchas prácticas en el campo de la ingeniería han cambiado a través de los años. Por ejemplo, en el diseño de urbanizaciones se nos enseñó a desalojar rápidamente los volúmenes de agua pluviales en las corrientes. Sin embargo, hoy nos damos cuenta de que hay que hacer lo contrario, almacenando el agua en sitios apropiados, para disminuir los caudales picos que se generan en la corriente y que muchas veces provocan las inundaciones en los sitios de menores elevaciones. También, se han desarrollado técnicas bajo el nombre de restauración de ríos que buscan mejorar las condiciones geomorfológicas, hidráulicas y ambientales de las corrientes en una cuenca.
Considerando lo expuesto arriba: ¿qué podemos hacer por la cuenca del río Juan Díaz? A continuación, se proponen ciertas ideas que deben ser evaluadas por las autoridades competentes:
Iniciar la construcción de pequeños embalses en la parte alta y baja de la cuenca para retardar los volúmenes de escorrentías. Ya se han identificados algunos sitios en las consultorías realizadas desde los años 90. No se puede retardar la construcción de estas obras, porque pueden desaparecer las pocas áreas que están disponibles en la actualidad.
Actualizar las normas de desarrollos de urbanizaciones donde sea mandatorio la construcción de sitios para retener los volúmenes de agua pluvial para luego ser vertidos gradualmente. Esta práctica ha dado buenos resultados en Costa Rica, Estados Unidos y otros países. También se pueden hacer mandatorio las buenas prácticas para minimizar el movimiento de sedimentos, especialmente cuando se construyen urbanizaciones, carreteras y otras infraestructuras.
Establecer un extenso plan de reforestación a lo largo de toda la cuenca, sobre todo en la parte media y alta.
Hacer cumplir la Ley para la buena disposición de los desechos sólidos y la no utilización de las corrientes como los medios para deshacerse de las basuras y enseres domésticos, como colchones, refrigeradores, lavadoras y estufas, entre otros.
El rápido desarrollo de modelos hidrológicos e hidráulicos permite realizar evaluaciones de diversos escenarios del movimiento del flujo en corrientes, reemplazando de esta manera el uso de ecuaciones determinísticas que la mayoría de los casos no son actualizadas y se siguen utilizando por muchos años. En las áreas no desarrolladas se deben definir, a través de estos modelos, las áreas adyacentes que deben ser asignadas para el manejo de las crecidas con un periodo de retorno de, por lo menos, 100 años.
Establecer un plan anual de mantenimiento de las corrientes especialmente en la parte baja de la cuenca.
Para terminar, es necesario desarrollar, en las nuevas generaciones, una cultura que entienda que siempre se puede encontrar un punto de equilibrio en los aspectos sociales, económicos y ambientales de una sociedad que continuará creciendo y demandando más recursos para su subsistencia.