• 19/01/2012 01:00

Solo diagnósticos; ¿cuándo curamos?

La coacción al alcalde no idóneo, la persecución a empresarios, comunicadores y opositores, la compra de tránsfugas, los nombramientos d...

La coacción al alcalde no idóneo, la persecución a empresarios, comunicadores y opositores, la compra de tránsfugas, los nombramientos de magistrados no idóneos y los negociados para los allegados, entre tantas incoherencias y acciones a contrapelo de normas y moral, han entretenido de más al ciudadano que semana a semana se hace experto escuchando opiniones y elaborando las propias.

El diagnóstico de lo que pasa en Panamá, desde hace más de un año, para la gran mayoría es que vivimos una autocracia, o como diría el dictador Torrijos, se vive una ‘dictadura con cariño’, donde a unos se les compra o atiende y a otros, que desean que el Estado se institucionalice, se les persigue.

Cuando un ser biológico manifiesta enfermedad, primero se diagnostica qué afección lo aqueja y, a renglón seguido, se propone un plan de tratamiento para combatir los agentes patógenos, las condiciones o los traumas que tienen a ese ser sin salud.

El diagnóstico de la enfermedad del Estado panameño pasa por conocer que los tres órganos del Estado y el régimen municipal que opera en cada distrito, han colapsado; son un fiasco. A pesar de conocer esto, infinidad de ciudadanos no actúan y los que han secuestrado los partidos actúan diciendo querer aplicar la cura solo desplazando del poder a los gusanos que se comen el cuerpo. ¿Cómo es posible que elementos, mal llamados políticos, en las dirigencias perredistas y panameñistas, que han estado en los cargos donde se hubiera podido propiciar cambios verdaderos, hoy nos hablan sin mostrar el menor atisbo de vergüenza por su responsabilidad, como si ellos fueran personajes recién llegados al escenario político?

Acepto que estos individuos puedan ser parte de la solución del problema, pero deben humildemente reconocer que el problema se generó por sus contemporizaciones con este sistema colapsado, por sus incompetencias o infracciones y, que a muchos de ellos mismos, les permitió ‘entrar limpios y salir millonarios’.

No cabe seguir trillando por los mismos senderos. Aquí hay que romper con todas esas estructuras alienantes. Hablan de democracia y no la practican ni en sus colectivos y menos cuando están con cuotas de poder en los gobiernos que se han dado posinvasión. Solo usar el clientelismo y el avasallamiento de dineros, que compran o distorsionan conciencias, no es democrático.

Los panameños decentes, afiliados o no a partidos políticos deben dar un paso al frente y asumir sus responsabilidades de darse una Nueva República, mediante un proceso constituyente. Todos debemos hablar de todo.

Acaba de darse un ejercicio de una mal llamada comisión de notables, título rimbombante que es todo los contrario a democracia. Sus aportes son buenos, pero no es el gran acuerdo nacional que debe salir de un proceso constituyente donde participen no solo estos aristócratas de un supuesto saber. O la gran mayoría participa o tendremos un proyecto fallido de querer supuestamente construir una Nueva República, porque esto es lo que al final se debe lograr. Una República ampliamente democrática, no solo en lo electoral, sino en los social, en lo económico, en lo cultural.

El momento es para que los que han fallado y quieran participar, hagan su mea culpa y cedan espacio para los no contaminados. Al final se supone que lo que se quiere es tener una sociedad justa en toda la extensión del concepto, dando igual quién gobierne, porque esos nuevos gobernantes serán servidores y no pelechadores. Si hay controles, ocupar cargos públicos será un honor por el sacrificio que implica y cumplido su período, querrán volver a sus actividades privadas o públicas, pero sin mando y jurisdicción. La nación es de todos...

MIEMBRO DEL PARTIDO PANAMEÑISTA.

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