• 04/07/2009 02:00

El pueblo no debe pagar los platos rotos

Me refiero en esta ocasión a la crisis social y política en que está inmerso el hermano pueblo hondureño.

Me refiero en esta ocasión a la crisis social y política en que está inmerso el hermano pueblo hondureño.

Sin llegar a penetrar al meollo del problema político de este país, pues es materia propia de ese Estado, no cabe dudas de que la problemática actual tiene sus repercusiones en el plano regional y hasta mundial.

Organizaciones de todo corte político, ideológico o empresarial han expresado su inquietud dentro del contexto del derecho y de la autodeterminación de los pueblos.

Y a raíz de la destitución del presidente constitucional de la República de Honduras, señor Manuel Zelaya, han surgido diferencias y argumentos que justifican o no el hecho público del derrocamiento de dicho mandatario por el Congreso y otros entes de la justicia de aquel país, cuyas causales deben manejar los propios hondureños que conviven su realidad social, económica o política y otras interioridades que solo ellos podrán descifrar.

Pero quiero aterrizar y llegar al punto en cuestión.

Por las experiencias vividas con otros países no muy distante del área, un confinamiento de la población, un cerco económico motivado por presiones comerciales en su más amplia expresión, constituirá otro grave error y crimen social que va a golpear a una población que no soporta su pobreza extrema, según marca así las estadísticas.

La medida económica y hasta militar contra Honduras, aupada por los integrantes de los países que forman la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y otras sanciones posibles emanadas de la Organización de Estados Americanos y organismos de la región, van dirigidas directamente a malograr la paupérrima situación social del sufrido pueblo hondureño, y no concibo que, debido a acciones de políticos irresponsables, se vuelva a repetir en ese sector otro fenómeno parecido al huracán MITCH del año 98, causa de graves desastres de la economía, lo cual incidió en la pobreza.

La experiencia histórica, considerando el retroceso reciente en el caso de la hermana República de Cuba, por la Organización de Estados Americanos al reconocer su falla, ocasionada por las sanciones económicas y marginación, aún están fresca en el tapete.

Creemos en el Estado de Derecho, en el Orden Constitucional y en la libertad de los medios de comunicación fustigados por gobiernos que, incluso, hoy día se amparan de esos derechos que nos comprometemos defender.

Pero en ese espejo tienen que mirarse muchos países y presidentes de América Latina y del mundo que hoy pretenden “meter la mano” para apagar el fuego, cuando en su propio país “arde el rancho”.

-El autor fue legislador de la República.chente-3406@hotmail.com

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