• 28/09/2023 00:00

Decodificando valores: vida (extra)ordinaria

Vivir una vida extraordinaria depende de nosotros mismos. Es verdad ser rico facilita mucho, pero también en nuestra humildad existe mucha riqueza [...]

La humanidad nos ha proporcionado personajes verdaderamente extraordinarios: desde líderes y científicos, hasta artistas y revolucionarios. Sin embargo, a lo largo de la historia, el resto, el 99% de la población vivió de forma ordinaria, trabajando y criando a una familia, sin conocer sobre la vida de estos excepcionales, sin siquiera poder reconocerlos en la calle y sin estar conscientemente influidos por sus opiniones políticas o sociales.

Pero hoy, las vidas de muchos ricos y famosos están exageradamente expuestas cuando ellos comparten no solo lo que hacen o el lugar donde viven, también comparten lo que visten y hasta con quien se acuestan. Hasta hace un par de décadas esta información innecesaria era un niche de segmentos amarillos del periódico y la televisión. Pero ahora, con la afluencia de la media social, pareciera aumentó nuestro apetito por saber qué y con quién comen o compran, ciertas celebridades.

Este interés podría ser benigno, pero inconscientemente nos corroe, de forma que, en comparación, nuestras propias vidas pudieran parecer aburridas, pobres y demasiado, pues, ordinarias. Muchas personas podrían deprimirse al ver cómo otros “disfrutan” de todo este fausto, ya sea en vacaciones, eventos de glamour, viviendo, aparentemente, en lujo y acción sin fin.

Irónica y desgraciadamente, muchos de estos “influyentes” no son genios, científicos o filósofos. Muchos son profesionales de la decepción, entre ellos políticos y actores. Los primeros actúan en un escenario real y los segundos en uno ficticio. Pero de igual forma, el público puede y toma erróneamente sus opiniones y estilo de vida como el ideal según el cual debe vivirse.

Hasta la edad media, políticos y actores no eran tan apreciados como hoy. Con la invención del cine y la televisión es que comenzaron a gozar de popularidad. Inclusive se dice que John Kennedy no hubiera sido elegido presidente si no fuera por sus apariciones televisivas. Muchos de estos aprovechan su fama e influencia para bien, criticando temas reales como la explotación sexual, el cambio climático o la crueldad a animales. Pero muchos explotan su popularidad más para inflar su ego exponiendo un extravagante y algo falso estilo de vida, el cual influye negativamente a quienes los admiran profesionalmente, pues piensan, erróneamente, que, si es tan buen actor, debe ser por quien debemos votar.

Este creciente interés por la vida de otros ha popularizado una nueva “variante” de ansiedad abreviada en inglés FOMO, “el miedo por perdernos algo”. En realidad, donde sea que estemos, estaremos perdiendo algo y enfocarnos en esto es inútil. Lo importante es considerar lo que estamos viviendo ahora y aquí. Esta ansiedad ha popularizado movimientos orientales como el “mindfulness” (conciencia plena) que nos enseña lo importante que es vivir el momento y tratar de olvidarnos de lo demás, pensamiento que pueden volver loco a un fan de la media social.

Nuestras vidas no deben ser comparadas a las de nadie más y menos influidas por aquellos inaptos para emitir una opinión. Vivir una vida extraordinaria depende de nosotros mismos. Es verdad ser rico facilita mucho, pero también en nuestra humildad existe mucha riqueza y la pregunta es hacia dónde miramos, en qué y quién nos enfocamos. Debemos enfocarnos más en nuestra familia y amigos y menos en aquellos quienes no compartimos un mismo vecindario o un tema de interés. No casualmente Dios nos dio ojos capaces de mirar hacia un solo lado y con un gran poder de enfoque, dejando el resto borroso. Es decir, no debemos sentirnos agobiados por no ver todo, todo el tiempo, pues de así hacerlo, no podremos enfocar nuestras energías en lo verdaderamente importante, en nuestras propias vidas, nuestros profundos deseos y posibilidades.

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