• 03/12/2021 00:00

Derecho a la vida digna

“Las proyecciones económicas indican que los precios seguirán subiendo, por ende, es necesario garantizar que los salarios no pierdan poder de compra”

La Comisión Nacional de Salario Mínimo, de la cual formo parte, en representación de Conusi, ha realizado varias reuniones, incluyendo áreas del interior del país. Sindicatos de Conusi se han hecho presentes, dejando claro el clamor de los trabajadores frente a la revisión del salario mínimo para el periodo 2022-2023, centrado en la necesidad urgente de que el mismo propenda a la vida decorosa de los trabajadores y sus familias.

Cuando el Gobierno habla de “cerrar brechas”, una de las más insultantes es la relación de crecimiento económico versus la mala distribución de la riqueza que impera en el país. Un claro ejemplo de las disparidades sociales es la diferencia entre costo de vida y salario mínimo, donde los obreros agrícolas y las trabajadoras domésticas no logran, con el salario mínimo, adquirir su canasta de alimentos; pero además ningún salario mínimo logra adquirir la canasta ampliada (alimentos y otros gastos necesarios). La diferencia entre salario mínimo y costo de la canasta ampliada, en la actividad económica de mayor salario mínimo para el mes de julio, era desfavorable en B/. 353.91; es decir, el costo de vida era más alto que el salario mínimo. Ello demuestra que, a pesar de la riqueza que produce el trabajador, su remuneración no le permite cubrir el costo de sus necesidades básicas. La situación empeora, si consideramos que los precios de los bienes siguen aumentando, sobre todo alimentos y combustible.

En las presentaciones técnicas, que se han dado en la Comisión, también se evidenció que en Panamá existen 52 tasas de salario mínimo, como resultado del Decreto Ejecutivo 424 del 31 de diciembre de 2019 (bajo el actual Gobierno); es decir, ya no son 37, lo que coloca a Panamá en el país con más tasas de salario mínimo en la región. Ello genera desigualdad y precariedad salarial.

Desde la perspectiva de género, la desigualdad es marcada, las mujeres trabajan en actividades con los menores salarios mínimos (comercio, enseñanza, actividades del hogar, servicios sociales, agricultura), ninguno de ellos logra cubrir el costo de la canasta familiar ampliada.

Si la relación se establece a partir del índice de precios al consumidor, la diferencia entre salario mínimo nominal y salario mínimo real en promedio es de treinta balboas, lo que demuestra la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.

Los niveles salariales en nuestro país son extraordinariamente reducidos, la brecha entre costo de vida y salario mínimo es cada vez mayor; situación que aumenta, si consideramos la canasta básica de alimentos con énfasis nutricional (Minsa), en lugar de la de hábitos de consumo (MEF). Conusi, desde su arribó a la Comisión, ha propugnado por la primera, considerada la canasta saludable, pues es esta la que propende a la vida digna.

Los empresarios, como siempre, dicen que no hay condiciones para aumentar el salario mínimo, este ha sido su discurso permanente, “cuando la economía va bien, porque dicen se desincentiva el crecimiento” y “cuando la economía cae, porque hay crisis”. En este razonamiento numérico, los trabajadores se preguntan ¿si los precios suben por qué no suben los salarios? Si aumentan los precios, la economía en medio de la crisis se ha recuperado (Ver MEF, MICI, y cámaras empresariales) y los beneficios empresariales aumentan en algunos casos y en otros se recuperan, ¿por qué los sueldos y salarios no aumentan y pierden poder de compra? Lo justo es que los salarios deban crecer más, porque es de justicia social, en la medida que son los trabajadores los que generan la riqueza de la nación.

Y nos siguen contando la misma historia: “mientras no aumente la productividad, no puede haber aumento al salario mínimo”. Según el economista William Hughes, “Cualquiera de los salarios mínimos está por debajo del salario que habría, si los aumentos respondieran a los aumentos de la productividad del trabajo” (El nivel de salario mínimo en base a la productividad en 2019 debió ser B/. 1275).

Las proyecciones económicas indican que los precios seguirán subiendo, por ende, es necesario garantizar que los salarios no pierdan poder de compra. Hay que asegurar, en la fijación del salario mínimo, que estos cubran el costo de la canasta de necesidades básicas ampliada (a agosto de 2021 valorada en B/. 1514.27), que no crezcan menos que la inflación, que recuperen el poder de compra perdido en los años anteriores.

Conusi reclama un salario mínimo justo y medidas complementarias de garantía salarial que aseguren el poder adquisitivo frente a la subida de los precios.

Conusi-Frenadeso.
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