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- 05/08/2021 00:00
Los derechos individuales vs. el 'bien común'
Los derechos individuales inalienables de los humanos son la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que no es más que cada persona diseñe y trabaje en su personal proyecto de vida, sin más limitantes que el no violar alguno de estos mismos derechos a terceras personas.
Aclarado ese punto, debo precisar que cada ser humano es un fin en sí mismo, no solo para vivir libremente y atesorar los bienes materiales que adquiera con el fruto de su trabajo, sino también para perseguir su proyecto de vida. Un humano no es un instrumento para fines de terceros, ni de un supuesto, amorfo e indefinido bien común, siempre cambiante de acuerdo con el capricho de quienes imponen lo que debe entenderse como “bien común”.
Esto es imprescindible entenderlo, porque no existe “bien común” alguno que esté por encima de la decisión de una persona libre y capaz, respecto a tomar o no tomar un tratamiento médico, como quiera que se llame el mismo.
Aceptar como válida la supuesta primacía del “Bien Común”, implica necesariamente aceptar los principios generales que imperaron como “leitmotiv” del régimen nazi para imponer la segregación de judíos, gitanos, y otras razas por ellos considerados como subhumanos o “Untermenschen”, porque el objetivo perseguido y definido por los nazis como el Bien común, era la supremacía y perfeccionamiento genético de la raza Aria. Y ese camino es muy peligroso y no necesito explicarlo mucho, por obvias razones.
La eugenesia y eutanasia (más bien eran homicidios cometidos con el aval del Estado) que los nazis aplicaron a quienes nacían con defectos congénitos, como deficientes mentales, personas con síndrome de Down, sordomudos, etc., se inspiró en una sentencia de SCOTUS, donde el “respetado” juez Oliver Wendell Holmes expresó estas tiernas palabras llenas de humanidad: “Es mejor para todo el mundo, si en lugar de esperar a ejecutar a los descendientes degenerados por un crimen, o dejarlos morir de hambre por su imbecilidad, la sociedad pueda evitar que aquellos que son manifiestamente incapaces continúen con su especie. El principio que sustenta la vacunación obligatoria es lo suficientemente amplio como para cubrir el corte de las trompas de Falopio. Tres generaciones de imbéciles son suficientes” (BUCK VS. BELL, 274 U.S. 200 (1927)). Esos procedimientos eugenésicos y eutanásicos en la Alemania nazi no eran aplicados por médicos locos, sino por médicos considerados respetables por la sociedad alemana.
El “bien común” también fue usado como excusa por Stalin para justificar el “Holodomor”, en que varios millones de ucranianos, deliberadamente, fueron sometidos a la muerte por inanición en el invierno 1932-1933, así como por Pol Pot para exterminar a 1/3 de la población de Cambodia y ni hablar de los más de 50 millones de muertos durante el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural impuesta por Mao en China.
Así que debemos tener mucho cuidado con esas ideas de imponer procedimientos médicos obligatorios, porque sabemos dónde empiezan, pero también hasta dónde pueden llegar una vez permitamos se abra dicha puerta a los delirios totalitarios de algunos profesionales de bata blanca y estetoscopio, así como de algunos funcionarios.
Lo que debemos recordar, es que los seres humanos somos un fin en sí mismo, por el mero hecho de nacer humano; y la libertad, vida y proyecto de vida de cada persona es sagrado. En ninguna circunstancia puede considerarse a ninguna persona como un instrumento para la consecución de fines ulteriores, llámese un Estado fuerte, o una cosa indeterminada llamada “Bien Común”, pues eso conduce a situaciones lamentables y a todo tipo de atrocidades contra grupos humanos señalados como no virtuosos por los “autonombrados dueños de la verdad y el conocimiento”.
Finalmente, debe quedar también muy claro, que cada persona tiene pleno derecho a usar todos los mecanismos de legales y fácticos necesarios para repeler cualquier agresión de particulares y de entidades estatales que pretendan desconocer estos principios básicos.