• 05/04/2020 00:00

El día de un 'quédate en casa'

A mis 92 años entré en “cuarentena” voluntaria hace muchos días, cuando el Gobierno nacional inició una campaña de “quédate en tu casa”.

A mis 92 años entré en “cuarentena” voluntaria hace muchos días, cuando el Gobierno nacional inició una campaña de “quédate en tu casa”. Inmediatamente me di cuenta de que este “encerramiento” iba a ser muy largo. Tomé la decisión de mantener, sin cambio alguno, mi rutina diaria. No me puse a buscar “distracciones”.

Me paro de la cama, como siempre lo he hecho, a las 5 de la mañana (años antes iba a esa hora a hacer mis ejercicios al Parque Omar). Me aseo y estoy listo para las actividades del día. Muchas veces me pregunto: “¿qué vas a hacer?”. Yo mismo me contesto: “nada”. No tengo nada que hacer. Leo lo poco que dicen los periódicos y escucho la radio. Me desayuno, como es mi costumbre, a las 7 de la mañana. Antes de la “cuarentena” iba a mi oficina. Ahora me dedico a leer algún libro (aunque muy poco; perdí la retina de un ojo en un accidente) y a contestar las llamadas que me hacen mis hijos. Siempre me preguntan: ¿Cómo te sientes? ¿Cómo estás? Yo les contesto a todos lo mismo: “un poco aburrido, pero bien de salud y con actitud positiva”. También aprovecho para escribir algo.

Mi almuerzo es siempre entre las 12 y 12:30. Después de una corta “siesta”, iba a mi oficina. En la actualidad, aprovecho el tiempo para hacer mis ejercicios, caminando de un lado al otro por media hora en mi apartamento.

No he cambiado ni un ápice mi vida. ¿Para qué? No puedo, ni aunque quisiera, cambiar las cosas.

Tengo un personal de ayuda muy eficiente. No solo contribuyen a la limpieza, cocina y asepsia del apartamento, sino que tratan con gran cariño a mi esposa y a mi hijo, que necesitan mucho de sus cuidados, los cuales agradezco mucho.

Espero con ansia las noticias de las seis de la tarde, con la esperanza de recibir buenas noticias. Salgo, hasta ahora, muy desilusionado. Todos los días las noticias son muy malas y desesperanzadoras.

Ceno religiosamente a las 7 o 7:30 y después veo la televisión extranjera, pues las locales se dedican, después del noticiero, a dar novela, tras novela, que a mí no me gustan. A las 10 o 10:30 a más tardar me voy a la cama, esperando que el día siguiente las cosas mejoren y pueda salir de mi “encierro” voluntario.

Cada persona es muy distinta y tiene maneras diferentes de enfocar su situación. La mía ha sido dar continuidad a mi actuar de siempre. Me hice el propósito, muy firme, de no cambiar nada; es decir, actuar con la disciplina de siempre, como si no tuviéramos ningún virus y que permanecía en una “cuarentena” porque las autoridades lo han pedido, como una manera efectiva de evitar un descontrol de la pandemia que está afectando el mundo entero.

Debemos tener fe, confianza y mucha paciencia en que este virus mortal lo venceremos con la unión de todos y la ayuda de Dios.

Vivo mi vida tal cual es. No puedo decir que soy feliz, pero tampoco infeliz. Me he acomodado a la situación actual. Hay quienes buscan maneras de pasar el día, tratando de encontrar cosas nuevas para distraerse. Cada persona tiene su mundo. Así es la humanidad.

Nuestro gran historiador, Dr. Omar Jaén, en un excelente artículo detalla sobre todas las epidemias que han atacado a Panamá, desde la viruela, la fiebre amarilla y terminando con la actual Covid-19.

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