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- 18/08/2023 00:00
Dialéctica del poder y la mascarada electoral (IV)
CINTAS MAREADORAS, así se les conoce en círculos populares a las frases u oraciones huecas de contenido con la intención de convencer a alguien -individuo o grupo social- de la bondad o valor del que las pronuncia. Pues bien, a propósito de estas cintas, nos contaba mi abuela que era muy frecuente que los candidatos “rabiblancos” (oligarcas) panameños de todos los bandos políticos rebuscaran palabras y frases que cayeran bien al oído de la población votante, aunque estas no fueran parte de un compromiso real; por ejemplo, “les voy a hacer un puente”, aunque no existiera río; “les daremos tierras pa' cultirvar”, aunque muchos fueron y siguen siendo expulsados de sus terruños para acrecentar las propiedades de los grandes gamonales, grandes plantaciones bananeras y corporaciones mineras. Es decir, se trataba de frases y dichos demagógicos para ganar los votos. Y los muy tontos -nos decía mi sabia abuela- seguían yendo detrás de esos “rabiblancos”.
Ya mi colega Abdiel Iván Quintero, en un trabajo investigativo sobre el uso del vocablo “pobreza” en los torneos electorales, describió cómo los candidatos de las élites económicas aprendieron a manejar sus campañas aludiendo a la eliminación de la pobreza. Efectivamente, los Chiari, los Boyd, los Arias, los Alemán, los Arosemena, Del Valle, Arango, sin excluir a sus herederos y alumnos más recientes, como Pérez Balladares, Moscoso, Martinelli, Torrijos, Varela y Cortizo, todos han esgrimido sus “compromisos” con la reducción de la pobreza, con el ánimo de ganar los votos de la mayoría de nuestro país. Lo malo y feo es que todas sus argumentaciones han devenido en excelentes ejemplos de puras “cintas mareadoras”, alcanzando la silla presidencial con abundantes votos de nuestros pobres.
Los candidatos -no las candidatas, por cierto- presidenciales actuales, ya han estado haciendo gala de cintas mareadoras en sus “informales” campañas. Veamos en esta oportunidad dos ejemplos, el del 9 y el falso 9 torrijeros (Ver mi entrevista en programa Portada en este diario el 25/julio/2023). Frente a los jóvenes que sufren la secuela de la crisis del capitalismo en el empleo, uno de estos falsos abanderados del torrijismo dice que promoverá la “educación dual” (práctica educativa dentro de talleres o fábricas) para habilitar a esta población para que sean colocados en las empresas donde harían sus prácticas. Lo que parece ignorar este candidato es que esta es una alternativa que nos trajeron tecnócratas de esa parte de Europa donde los empresarios aportan a la educación de los trabajadores admitiéndolos en sus empresas.
Esto no encuentra resultados exitosos en Panamá como solución masiva, por dos razones claves. La primera, en una investigación que conocí siendo director nacional de Empleo, la mayoría de los empresarios decían estar de acuerdo con la formación de los trabajadores, pero... solo 0.2 % (¡!) estaba dispuesto a dejarlos formarse en sus horas de trabajo o con cargo a recursos de la empresa. Esto la convierte en altamente costosa para el Estado, que tendría que subvencionar esta modalidad... ¿queremos más subsidios a los que ya tienen medios para enriquecerse?, ¿no es suficiente con el de la energía, gas y otros? La segunda, esto es económicamente viable y oportuno en actividades industriales y de gran escala, nuestra estructura productiva está lejos de esto.
El otro candidato torrijero, nos regala otra cinta mareadora: “las plazas de empleo bien remuneradas que se generarán con la instalación en el país de industrias que elaboren semiconductores o chips, serán ocupadas por panameños” (La Estrella, 3 y 4/agosto/2023). Después de todo, si estas empresas llegan a Panamá, lo harán con el continuismo del Gobierno actual o con otra facción de la partidocracia que gane la Presidencia.
Por otro lado, me dicen colegas expertos que de la UTP no han egresado técnicos capacitados para ocupar siquiera el 10 % de las plazas de una industria promedio de semiconductores. Para empleos de segunda y tercera clase en estas industrias podrían ser útiles las capacitaciones cortas, mas no para los empleos de remuneraciones atractivas. Y lo otro que no dice este señor, es que éstas se establecerían a cambio de contratos con la nación, como el de Minera Panamá.
Esta mascarada electoral, seguirá la tradición demagógica de que hablaba mi abuela, ocultando al pueblo, a través de innumerables “cintas mareadoras”, sus verdaderas intenciones de gobernar: vender a pedazos el país por un puñado de dólares para ellos y unos cuantos empleos para el pueblo.