• 07/01/2019 01:01

Diálogos distractivos

‘[...] el Estado panameño, en su fase actual, no está cumpliendo con sus tareas clásicas y debe ser refundado'

Una metodología inventada para la gobernanza neoliberal : Las Naciones Unidas, nacidas como reflejo de la voluntad antifascista mundial, han tenido tres etapas. La primera, optimista y corta, fueron tres años desde su fundación hasta 1948, cuando Churchill, en Fulton, proclamó la Guerra Fría; en la segunda, la ONU y sus agencias fueron tampón entre bloques enfrentados. En aquellos tiempos, mientras el Consejo de Seguridad pretendía contener situaciones emergentes, sus agencias diseminaban por el Tercer Mundo el espejismo del bienestar. Su aparato trabajó en la idea de las directrices técnicas, estando restringido por una intencionalidad política limitante. En ese sentido los correctos informes de las agencias especializadas solo sirvieron para que los Gobiernos tercermundistas trazaran metas (y las siguen trazando) sin propósito de cumplimiento.

Los diálogos concertantes como herramienta para desmantelar el Estado protagónico : La tercera fase surge con el fin del bipolarismo; crece el choque entre quienes lanzaron una ofensiva para liquidar el Estado de Bienestar y quienes desesperadamente luchaban para salvar los restos del sueño de bienestar colectivo. Para terciar las disputas surgieron las concertaciones , auspiciadas por las agencias internacionales. Se trataba de lograr que los resistentes no ofrecieran una lucha cruenta que haría más dolorosa la transición al neoliberalismo. Se inicia la etapa de los diálogos nacionales. En Panamá también después de la guerra conocida como ‘la invasión' tuvimos nuestra seguidilla de diálogos concertantes desde Bambito, Coronado, los del Seguro Social, etc. En la concertación los neoliberales venden su orientación de bienestar posible, basado en el ‘efecto derrame', el cual exige estabilidad social, es decir que no muevan la mesa; las organizaciones sociales en cambio negocian la retirada salvando restos.

Todos los Gobiernos de la República de Panamá, instalados para administrar el régimen civil de ocupación hasta el presente, asumieron su cuota de obediente responsabilidad en el desmantelamiento del ‘abominable' Estado interventor creado con el general Torrijos. Unos empezaron con clausurar la práctica de regular los precios; el que siguió privatizó las empresas estatales de producción y de servicios; la siguiente aceptó la imposición de una serie de acuerdos bilaterales que, por sus efectos, anulaban los Tratados Torrijos - Carter, sin pasar por el debate en la Asamblea, la cual no tuvo la hidalguía de reclamar su derechos a revisión y aprobación; el que siguió dio inicio al desmantelamiento conceptual de la seguridad social y el asedio filibustero de esa fortaleza; luego, como ya no quedaba nada por rapiñar, los siguientes Gobiernos se lanzaron a la tarea desenfrenada de pactar contratos lesivos a la nación con el interés desmesurado de cobrar coimas. Todo eso en el medio de diálogos y más diálogos para concertar.

En esencia aprendimos que la concertación era —y es— un mecanismo distractivo que evitaba la represión abierta, obteniendo la conciliación de intereses opuestos. No era una sinfonía de variadas voces, sino el tono monocorde de la voluntad del establecimiento.

En las líneas anteriores, relatamos las etapas de la implantación del orden neoliberal, ahora una nueva fase se abre ahora con el agotamiento de ese orden económico desfasado. Desde luego, no aceptamos ya que las instituciones nacionales e internacionales patrocinen la distracción social. Lo que está en el orden del día es la colaboración técnica para la cooperación social interpares. En el ordenamiento nacional esto se debería traducir como ‘no más diálogos', porque los Gobiernos, los precedentes y los que siguen no creen en ellos y terminan rechazando sus conclusiones, porque afirman que conducen al cogobierno, y por otra parte, los actores sociales no aceptarán más engaños.

No se puede dialogar con funcionarios contumaces: Ante la denuncia de quienes rechazan desde los partidos el protagonismo popular por una supuesta intención de cogobernar afirmamos: ¿Cómo no querer asegurarnos el control de decisiones y cumplimientos? Los medios han retratado la no-acción gubernamentales en cada año de rendición de cuentas, olvidando los ‘mil días' del dietilenglicol, las represiones contra los bananeros, los pueblos originarios, los pobladores vecinales, los esclavos de las hipotecas tramposas, etc.

Actualmente vivimos en una guerra larvada contra la sociedad, causada porque prevalece la seguridad jurídica de los negocios y no la trascendente seguridad de las poblaciones contra los procesos gubernativos defectuosos, cuya existencia está alimentada por la garantía al lucro sin límites. Lo anteriormente expuesto es señal de que el Estado panameño, en su fase actual, no está cumpliendo con sus tareas clásicas y debe ser refundado.

La lucha estratégica para romper la coyunda transitista.

El despuntar de la lucha de los agroproductores, aunque parezca una lucha defensiva, apunta por encima de la voluntad de los actuantes a la repriorización de la dirección económica de la sociedad panameña en el sentido de la productividad necesaria y sostenible del agro. Al introducir un sistema de contrapesos sobre la omnipresente actividad transitista, no se desdeña a la misma, sino que pone un sistema de balances a una hegemonía del sector terciario de la economía que tiene cinco siglos de vigencia.

Los productores, los científicos y la intelectualidad panameña saben que en el futuro serán legítimos los países que aporten a la canasta alimentaria mundial.

La peculiaridad del momento actual, determinada por la presencia china sobre el tablero de intereses, no implica que una movilización en el sentido de las necesidades chinas sea impuesta por ella, tan solo indica que se ha recompuesto el sistema de balances entre las potencias que se rompió cuando Inglaterra abandonó el terreno mediante la firma del Tratado Hay Pauncefote. Ahora se está recomponiendo un equilibrio necesario para que la nave del Estado panameño navegue segura por el cauce del medio, como Ulises entre Scilla y Caribdis.

MÉDICO

‘Los productores, los científicos y la intelectualidad panameña saben que en el futuro serán legítimos los países que aporten a la canasta alimentaria mundial'

‘Todos los Gobiernos de [...] Panamá, [...], asumieron su cuota de obediente responsabilidad en el desmantelamiento del ‘abominable' Estado interventor creado con el general Torrijos'

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